miércoles, agosto 20, 2025

Colapinto y el karting: el camino que lo llevó a la Fórmula 1

Por Carolina Jazmín Geloso

Cuando se bajaba del karting en el que competía, Franco Colapinto se subía a un cuatriciclo que tenía y lo ponía en dos ruedas o lo aceleraba para disgusto de su motorista Cristian Tejera, que siempre le aconsejaba que se cuidara. Hasta que un día, cuando estaba camino a ganar el Campeonato Argentino de Karting en 2018, Colapinto le dijo en chiste que se había lastimado con su cuatriciclo y que no creía poder correr las próximas carreras. Susto del motorista, diversión de un adolescente de 15 años que cuando entraba en confianza le gustaba hacer bromas.

El pilarense siempre estuvo acompañado de los motores y la adrenalina. Ya desde antes de nacer lo precedía el mundo de las carreras y la pasión por la velocidad era algo de apellido porque su papá, Aníbal Colapinto, también había corrido en autos y motos en categorías como Turismo Nacional, Speedway y Enduro, y tenía un equipo de TC en el que soñaba ver a su hijo correr. Pero el nene de rulos y ojos verdes tenía otras aspiraciones.

El piloto argentino parecía estar destinado a subirse a cualquier cosa que tuviera cuatro ruedas y fuera rápido. Todavía en el jardín y con solo cuatro años se subía a un cuatriciclo de 50 centímetros cúbicos del mismo tamaño que él.

Los fines de semana en los que tenía que correr se podía ver un N° 43 en el karting del equipo Acosta Racing Team con un nene al volante que recién había empezado a formarse en las competencias a los 9 años, pero que no era ajeno al ámbito porque le gustaba acompañar a su papá a las carreras.

Durante sus épocas de karting, Colapinto también usó el N° 143 y el 243 entre otros. El 43 siempre tenía que estar si era posible, incluso cuando llegó a la Fórmula 1 en 2024 de la mano de Williams y debutó en el Gran Premio de Italia. Después de 23 años de Gastón Mazzacane, último argentino en la máxima categoría, él representa al país con el número que lo acompañó durante su niñez y que heredó de su papá, quien también lo usaba en sus épocas de piloto por gusto personal.

Colapinto llegando a la meta en Córdoba

La esencia del automovilismo es el karting. Muchos corredores, algunos argentinos, como Colapinto, Norberto Fontana y Esteban Tuero, apretaron el acelerador por primera vez en competencias antes de llegar a la Fórmula 1. En Argentina, existen diferentes divisiones tanto a nivel nacional como zonal o regional que dependen de la edad de los pilotos y de la potencia del motor.

A Colapinto su personalidad en la pista lo llevó a ganar dos Campeonatos Regionales de Buenos Aires, uno en 2016 (Pre-Junior) y otro en 2017 (Junior), y dos Campeonatos Argentinos, uno en 2016 (Pre-Junior) y otro en 2018 (Codasur). “Cuando se enfocaba, siempre sabía contra quién corría, qué defectos tenía cada uno, qué virtud, qué tenía que hacer él para contrarrestar eso, con qué auto contaba, si le faltaba algo, dónde explotar la condición máxima del karting del momento”, afirma Tejera, su motorista, y explica que su inteligencia y manera de centrarse a la hora de competir lo destacaba, pese a ser diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y a mostrarse relajado mientras bromeaba minutos antes de salir.

Durante su paso por el Campeonato Argentino, en el que los fines de semana de carrera empiezan los jueves con prácticas (por lo general no oficiales), el joven corredor se reunía los miércoles con el equipo acompañado por su papá. En la charla previa tanto el motorista Tejera como Martín Acosta, dueño de Acosta Racing Team, explicaban lo que tenían que hacer en esa fecha de la competencia y lo que Colapinto tenía que probar en el karting. Al final de cada jornada en la que se repetía el método de establecer un plan de trabajo y probar el karting para saber qué mejorar, se quedaba con el equipo mientras revisaban el chasis y los motores y después se juntaban a cenar y distraerse.

Colapinto, actual piloto de Alpine en la Fórmula 1, preguntaba todo; cuanto más supiera antes de empezar cada carrera dejaba menos aspectos librados al azar y si el karting se rompía o había algún problema, era común escuchar que dijera: “Qué mala suerte que tenemos”. El motorista, sin embargo, nunca lo vio enojarse.

En la primera prueba con Martín Acosta, ya para la categoría Pre-Junior y a solo un mes de la primera carrera, el dueño del equipo le pidió a Tejera un motor para ver cómo corría. Quedaron los dos sorprendidos no solo por su manera de manejar, sino por la forma en la que implementaba los consejos que le daban. Desde el primer día, ya sabían que Franco Colapinto iba a destacarse.

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