miércoles, agosto 13, 2025

El enganche: ¿un puesto que desaparece o está más vigente que nunca?

Por Joaquín Lamas, Santino Serrano, Juan Martín Passini, Pedro Finat e Ignacio Juárez

César Luis Menotti dijo irónicamente alguna vez que los sistemas tácticos son como números de teléfono. Está claro que, cuando se piensa en el enganche, se lo imagina por detrás de los delanteros, haciendo de enlace entre el mediocampo y la ofensiva, el “1” en un 4-3-1-2. Sin embargo, el enganche trasciende las posiciones en el campo de juego y, profundizado en el fútbol actual, se convierte en un rol fundamental dentro del equipo. Por eso, a veces puede resultar difícil definir quién o qué es un enganche, pero, cuando uno de ellos entra en juego, todos saben que la palabra le cabe.

Para poder identificar a un enganche hay que mirar partidos de fútbol. En el estado actual del deporte, muchas veces se recurre a las estadísticas para explicar situaciones del juego, pero a esta clase de jugadores no se los puede evaluar con el mismo criterio. ¿Cómo se le explica al software que computa las estadísticas de un partido que un pase atrás puede ser vital para reconfigurar una jugada? El enganche tiene una capacidad superior a la hora de distribuir la pelota y, muchas veces, ni sus propios compañeros logran imaginar lo que estos jugadores pensaron. Incluso puede pasarles a sus entrenadores, que, obstinados por controlar el juego, deciden dejar de lado al enganche, quien les resulta indomable dentro del pizarrón.

Pero, ¿qué es un enganche?

“Un enganche es el creador, el creativo, el que piensa, el que hace mejor a los compañeros, el que con dos toques simplifica lo que al resto le cuesta más, el que puede desentenderse de una responsabilidad defensiva para justamente estar fresco al momento de la toma de decisiones”, dice el periodista Ariel Senosiain, abriendo la puerta a un mundo de definiciones de un puesto tan discutido como admirado. Para Daniel Onega, exdelantero de River Plate, se trata del “jugador distinto, que con un pase ya crea una chance clara de gol”. David Ramírez, recordado por su paso como enganche en Godoy Cruz, va más allá de lo técnico: “Es el que genera fútbol de mitad de cancha hacia adelante, se mueve con soltura por todos los rincones en ofensiva, el desordenado, el que mete el pase gol y lo disfruta más que un gol propio”. En esa línea, Norberto Outes, exdelantero que compartió equipo con Bochini y Maradona, agregó que el enganche “juega de mitad de cancha para arriba, generalmente libre, con poca obligación de marca” y que sus virtudes pasan por “el cambio de ritmo, la claridad, los buenos pases”.

Por otro lado, Marcelo Espina, que vivió la posición desde adentro, lo resume con precisión táctica: “Jugar de enganche requiere saber encontrar lugares vacíos, jugar rodeado de muchos futbolistas, entre líneas, tener buena toma de decisiones”. Mientras tanto, Alberto Márcico, ídolo de Boca, aportó su visión desde el lado defensivo: “Cuando vos defendés, se ponen dos líneas de cuatro, se juega con cuatro atrás y vos sos el cuarto volante. El enganche tiene que volver al lado del 5 contrario, según el lado en que termine la jugada. Una vez que el equipo tuyo recupera la pelota, vos estás arriba con los delanteros, pero cuando perdés la pelota tenés que volver al medio a recuperar con tus compañeros. Ese es el verdadero enganche”. Incluso Alejandro Fabbri, desde lo periodístico, lo definió en términos de época: “Es un puesto de un fútbol más lento, donde había menos marca y más tiempo para el que manejaba bien la pelota”. Y aunque el fútbol moderno intente correrlo, todavía quedan quienes, como Diego Barrado, exmediocampista y actual formador de juveniles en River, señalan que “el jugador creativo siempre está en cancha, aunque hoy juegue en otras zonas”.

Maradona y Messi

Diego Maradona y Lionel Messi crecieron en épocas distintas, con estilos de juego marcados que, con el pasar del tiempo, poco se parecen. Sin embargo, hay un punto en común entre ellos: ambos encarnaron, a su modo, la figura del conductor y enganche del equipo. En un fútbol argentino que idealiza el número 10 como símbolo de talento, técnica y liderazgo, los dos reescribieron, cada uno a su manera, lo que significa ocupar ese número y la relación con el rol de enganche.

El “Pelusa” representó al enganche clásico: cerebral, con dominio del ritmo y del equipo. Jugaba entre líneas, recibía de espaldas, giraba y organizaba. Era el dueño de la pelota y del tiempo del partido. “La Pulga”, en cambio, comenzó su carrera en un fútbol en el que esa posición ya se estaba dejando de utilizar. Es un 10 adaptado a la modernidad. No necesita ubicarse detrás de los delanteros: flota, aparece donde quiere y rompe líneas en velocidad. Aunque comenzó como extremo y brilló como falso 9, su visión, sus asistencias y su liderazgo creativo lo convirtieron, en los hechos, en el enganche de su tiempo.

Ambos representan versiones distintas del mismo mito argentino: la del genio que hace jugar a los demás, que inventa lo que no está escrito. En Maradona y en Messi, el “10” deja de ser una posición para transformarse en una forma de interpretar el fútbol.

Una pieza imprescindible

En Argentina se destacaron memorables equipos, pero muy pocos dejaron una huella tan grande como aquel plantel de River de 1941, conocido como “La Máquina”, que demostró un fútbol colectivo, ofensivo y, sobre todo, revolucionario.

Pasaron 78 años desde la última vez que esa delantera estuvo presente en un campo de juego y, sin embargo, a los amantes de este deporte les siguen saliendo de memoria los nombres de los protagonistas: Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau.

El 21 de septiembre de 1941, el técnico Renato Cesarini, bajo la recomendación de Carlos Peucelle, encajó la pieza perfecta en “La Máquina”: centralizó a Pedernera, que se destacaba de wing izquierdo, y lo tiró unos metros atrás del delantero centro, como falso 9 o volante ofensivo, lo que hoy en día conoceríamos como enganche. Este rol fue clave hasta en el mejor equipo de la historia y, una vez más, demuestra que siempre se necesita a ese cerebro que se destaca y hace destacar al resto.

La actualidad del enganche

Pero el presente del enganche está lejos de ser ideal. Cada vez hay más gente que critica al que no corre tanto, al que en el GPS no le dio el mismo ritmo que a sus compañeros. Vivimos en una sociedad cada vez más acelerada y, por ende, se cuestiona al jugador que, en los momentos decisivos, frena la pelota y levanta la cabeza. “El enganche está en extinción. Ya no hay más creativos”, sentencia sin rodeos Norberto Alonso, gloria de River Plate y exnúmero 10. Daniel Onega refuerza esa sensación: “El enganche en sí está muriendo, ya ningún chico quiere jugar de enganche”, aunque, de igual manera, sostiene que todavía queda alguno que cumple estas características: “Hay pocos que lo hacen en el fútbol argentino, está Cabral en Independiente, el chico Taborda ahora en Platense, pero el fútbol se volvió mucho más táctico”. Para el Mago Ramírez, la causa es clara: “El fútbol de hoy es más físico y, si no corrés para atrás, no jugás”. Cristian Zermatten, exjugador y vigente entrenador, responsabiliza a los técnicos: “Muchos no quieren arriesgar, prefieren destruir que crear, y ese jugador queda fuera del sistema táctico”.

Sin embargo, hay quienes se resisten a darlo por muerto. “El enganche está vigente, sin dudas”, afirma Outes. “El fútbol no varía, puede haber cambios tácticos, pero siempre va a haber enganche”. Espina también encuentra señales de esperanza: “En los últimos años hay entrenadores que han querido volver a tener un futbolista en ese lugar”. Para Barrado, más que una extinción se trata de una adaptación: “No es que se lo haya comido al enganche, sí que lo ha ubicado en otro lugar”. Y Senosiain, como quien busca una síntesis, concluye: “El enganche tuvo que reconvertirse. Ninguna función del fútbol murió. Solo hay que contextualizarla”.

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