Por Rocío Segura
Máxima Duportal tiene 20 años, nació en Paraná, Entre Ríos, y creció rodeada de palos y bochas. Inició su carrera en Talleres de esa ciudad, tuvo un breve paso por el Club Náutico El Quillá, de Santa Fe, y actualmente se desempeña como defensora en River Plate. Recientemente integró el plantel de Las Leoncitas campeón del Torneo Cuatro Naciones Sub-21 disputado en Rosario, y se prepara para el Mundial Junior de Chile 2025, que se desarrollará en Santiago, del 1 al 13 de diciembre.
-¿Cuándo empezaste a jugar al hockey?
-Empecé a los tres, cuatro años. Arranqué a raíz de que mis hermanas iban a entrenar y yo las acompañaba y me sumaba a los entrenamientos.
-¿Empezaste a practicarlo como algo recreativo?
-Sí, las infantiles, que serían Sub-6, Sub-8 y Sub-10 allá (en Paraná), son recreativas, son encuentros. Pero, desde que estuve en mi segundo año de Sub-10 –que jugaba en la categoría de arriba, Sub-12– jugaba en cancha grande, entonces siempre fue un poco competitivo.
-¿En qué momento te diste cuenta de que querías competir?
-Siempre quise llegar a lo más alto. Mis tres hermanas mayores, mis primas, mi tía y mi mamá jugaban, entonces siempre viví el deporte muy de cerca. Siempre me gustó ver los partidos, ver a Las Leonas y decir: “Yo quiero llegar ahí algún día”.
-Después de tu paso por Talleres y El Quillá, ¿cómo fue la adaptación al Metropolitano?
-Se sintió un cambio muy grande en cuanto al torneo. La realidad es que, en los torneos de allá, son menos equipos, entonces te conocés un poco más con todos, y si tenés un buen año, probablemente los resultados se mantengan muy iguales, porque el nivel no es tan variado, se suele mantener. Normalmente jugás tres o hasta cuatro veces con los mismos equipos, cosa que acá no suele pasar. En Buenos Aires, el ritmo de juego, el nivel táctico, técnico, físico, se nota demasiado; es algo que desde el primer amistoso lo sentí. Hay una gran diferencia, incluso en el nivel individual de cada jugadora. Pero es lindo, porque una busca competir en lo más alto.
-¿Cómo viviste el cambio de ciudad y la adaptación a vivir en Buenos Aires, lejos de tu familia y amigos?
-Al principio, mi mamá estuvo viviendo unos meses conmigo, pero fue un cambio muy abrupto. Buenos Aires es muy grande en comparación con Paraná y Santa Fe; hay mucha gente, mucho caos, pero de a poquito me fui adaptando, me acostumbré bastante a los horarios y a los tiempos. Me costó, pero me pude adaptar. Para venirme acá también dejé a mi novio, a mi familia y a mis amigas, pero como hoy en día es tan fácil estar más cerca con las videollamadas y el celular, no se siente tanto, quizás, como podría sentirse sin eso. Ni hablar de que acá la gente te acompaña bastante también. Dejé cosas de lado, pero conocí cosas muy lindas.
-¿Cómo fue el apoyo de tu familia en todo este camino?
-Mi familia siempre me apoyó; son un gran sostén. La realidad es que, sin ellos, yo no estaría acá, no solo por el sustento económico, sino por el apoyo emocional que me dan día a día. Son mi motivación, siempre me impulsan a ir por más. Nunca falta ese mensajito de: “Dale, vos podés, sé que nos extrañás, pero vos podés, seguí, metele”. La verdad es que sin ese apoyo familiar no sé si podría estar haciendo esto. Siempre están muy presentes, apoyando y confiando. Estoy muy agradecida con ellos.
-¿Sentís que tuviste que dejar muchas cosas de lado para dedicarte al hockey?
-Sí. Siempre quise hacer esto, entonces, cuando era más chica, por ahí no le daba tanta bola al tema del “entrenamiento invisible”, como se le llama, pero yo no te negociaba un entrenamiento. Iba al club a las cinco de la tarde y me iba a las once de la noche, prácticamente de lunes a viernes, y los sábados me pasaba internada ahí desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Pero sí: cumpleaños, fiestas, salir los fines de semana, yo no viví eso como mis amigas, por ejemplo, que en un principio no entendían por qué no podía juntarme todos los días. Este último año, desde que arrancó hasta que terminó, me enfoqué ciento por ciento a esto; dejé de estudiar justamente para poder dedicarle el tiempo que ameritaba al hockey. La verdad es que dejás un montón de cosas de lado, pero bueno, es parte.
-¿Qué estudiabas antes?
-Hacía el profesorado de educación física en Santa Fe. Hice todo el primer año, y cuando me tocó empezar con el segundo hice el primer cuatrimestre y tuve que dejar porque no me daban los horarios. Yo viví en Santa Fe el primer año de cursada, entonces no tuve problema con el tema de los horarios, pero en el 2024 me volví a Paraná y el trayecto hasta la facultad era mucho más largo. Tenía que salir dos o tres horas antes para poder ir a cursar, cursaba desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde, llegaba a las cinco a mi casa; era un sacrificio muy grande y en ese momento sentí que tenía que hacer otra cosa antes de priorizar el estudio.
-¿Cómo financiás tu carrera? ¿Contás con sponsors, becas o apoyo del club?
-Hockeymanía, una casa de deportes de Santa Fe, me provee los elementos de hockey de la marca Grays. Económicamente me financian mis papás.
-¿Qué significó para vos haber sido convocada a Las Leoncitas?
-Fue increíble. Uno, de chiquito, siempre sueña con ponerse la camiseta de la selección, pero que se haga realidad no es tan fácil como uno piensa. Fue muy gratificante, muy emocionante, un sueño hecho realidad. Un pasito para seguir, un gran envión.
-Además, salieron campeonas del Torneo de Cuatro Naciones y convertiste un gol en el último partido ante India, ¿cómo viviste esa experiencia?
-Increíble. Uno se prepara para poder ganar los torneos, pero lograrlo es muy emocionante, más que nada estando en Argentina, con público argentino y con la posibilidad de que esté tu familia viéndote, que normalmente no pasa. La realidad es que las posibilidades que tenés de que te vean jugar con la camiseta de Argentina son muy pocas; fue realmente increíble.
-¿Cómo estás entrenando para el proceso que puede llevarte al Mundial Junior de Chile 2025?
-Estamos entrenando de lunes a jueves con el Junior. Por ahora, los miércoles hacemos doble turno y estamos haciendo lunes, martes y jueves un solo turno; el segundo lo hacemos con el club. Estoy metiéndole a full, es un proceso duro, pero se disfruta.
-¿Cómo manejás la presión de representar al país siendo tan joven?
-Creo que la presión se puede sentir los primeros partidos, porque creo que estás nerviosa, no querés cometer errores, porque se supone que estás en la selección, sos lo mejor que tiene el país. Entonces, podés sentir esa presión al principio. Pero tenés que dejarte llevar, no hay que vivir con eso, porque si no te comés la cabeza todo el partido, y no es así. Todos cometemos errores, y lo más importante es, después, poder corregirlo para no volver a cometerlo y seguir adelante, no carcomerse la cabeza con que te estás equivocando. Hay que llevarlo para el lado del disfrute, porque si no, no te hace bien.
-¿Quiénes son tus referentes dentro del hockey?
-Nombraría miles, porque siento que todas marcaron a la Máxima de hoy. Como defensoras, puedo nombrar a “Piti” (Silvina) D’Elía; Cecilia Rognoni; “Luchi” (Lucina) Von Der Heyde, que juega en todos lados, pero también es una gran referente; Juana Castellaro, que tengo la oportunidad de jugar con ella y, también, aunque tenga la misma edad que yo, es una chica que es maravillosa, es increíble, entonces la tengo como gran referente. Valentina Raposo también es una ídola; la carrera que tuvo fue increíble. Creo que ellas son mis mayores referentes.
-¿Cuáles son tus objetivos personales y profesionales para lo que queda de este año y para el 2026?
-Disfrutar todo lo que estoy viviendo, que no es una suerte que tengan todas, así que quiero disfrutarlo mucho. Seguir creciendo pasito a pasito, adquiriendo nuevas herramientas para poder mejorar mi juego y potenciar a los dos equipos que me toca representar. Y, para el año que viene, poder seguir donde estoy o mejor todavía.
-¿Cuál es tu sueño más grande dentro del hockey?
-Obviamente, mi mayor sueño es jugar con Las Leonas. Hay pequeños detalles, creo yo, que te mantienen donde estás o te ponen un pasito más arriba. Pero, con trabajo, disciplina y esfuerzo, creo que eso se puede lograr.