Por Francisco Gentile
Tiene su lugar garantizado en la final, vio el tiro libre de Messi, el batacazo de Al-Hilal a Manchester City, los goles de Miguel Merentiel y la pelea de Marcos Acuña y Denzel Dumfries. Incluso se las arregló para hacerse presente en partidos que se disputaban a la vez en distintos estados, todos en primera fila. No se trata de Gianni Infantino, ni del ya recurrente en el palco VIP de la FIFA Roberto Baggio, ni de nadie presente en ese sitio, pues su ubicación es aún mejor, de hecho está a la vista de todos, pero no alcanza la misma relevancia.
El elefante en la habitación es el PIF (Fondo de Inversión Pública), es según su página web, “el motor del crecimiento de la economía de Arabia Saudita”, un ente soberano que maneja la riqueza del gobierno saudí e invierte en distintos rubros, contando para ello con un patrimonio de 925 mil millones de dólares e importantes activos en más de 220 empresas, entre ellas Uber, Disney y Shell, además de su más reciente y famosa inversión, DAZN, la plataforma que se popularizó durante este mes al transmitir de forma gratuita todos los partidos del certamen, gracias a un pago de mil millones de dólares por los derechos televisivos.
Este titán económico avanza a pasos agigantados su inmisión en el fútbol, es dueño de los cuatro grandes clubes de Arabia Saudita: el Al-Ittihad que dirigió Marcelo Gallardo, el Al-Ahli vigente campeón de Asia, el Al-Nassr de Cristiano Ronaldo y el Al-Hilal, equipo que alcanzó los cuartos de final del Mundial de Clubes, sin que importe mucho que pertenezca al mayor patrocinador de la copa. Estos cuatro equipos tienen en conjunto un balance negativo de 1.293 millones de euros únicamente en mercados de pases desde 2023, posicionándose todos entre los once con mayor gasto, sin tener que rendir cuentas de fair play financiero, como sí hacen los pertenecientes a la UEFA, donde el fondo soberano también incursionó, con la compra del Newcastle United en 2021.
La adquisición de las Urracas fue muy criticada por el resto de equipos de la Premier League inglesa, debido al “estricto” estatuto que prohíbe a los estados adueñarse de clubes, sin embargo, la federación inglesa alegó no poder probar que el PIF y el gobierno saudí esten asociados y autorizó la compra, algo que suena como una excusa vaga, ya que el presidente de esta institución es Mohammed Bin Salman, príncipe heredero y primer ministro de la nación árabe.

El interés por sumar capitales deportivos a su portafolio y posicionarse en el ojo público de Bin Salman es parte de su proyecto más ambicioso, la Visión 2030, un plan trazado en 2016 que tiene como misión diversificar la economía del país para dejar de ser dependientes del petróleo, previendo un aumento del uso de energía eléctrica y solar, apostando al turismo mediante la construcción de ciudades modernas como Qiddiya y The Line. A su vez buscan abrirse al mundo y modernizarse socialmente, un paso clave para esto fue eliminar las barreras que incumplían con los derechos de las mujeres, destacando la prohibición a manejar cualquier tipo de vehículo motorizado, entrar a estadios deportivos y asistir a cualquier escuela o universidad libremente.
Estos dos objetivos desembocan en otro importante aspecto de la visión, convertir a Arabia Saudita en una sede recurrente de los más importantes eventos deportivos de toda índole, lo lograron con el automovilismo por medio de la incorporación del circuito de Jeddah Corniche al calendario de la Fórmula Uno, con el tenis y la organización de las WTA Finals 2024 y un posible ATP Masters 1000 en Riad a partir de 2028, el pádel con la Riyadh Season Premier y el fútbol con la organización ya confirmada del Mundial 2034, que le fue otorgada luego de que la FIFA decidiera que en tan solo ocho años la Copa del Mundo pase por Sudamérica, Norteamérica, África y Europa, logrando que vuelva a Asia en tiempo récord.
Un total de 910 acuerdos comerciales deportivos que forman parte de un lavado de imagen al país del Golfo, una operación gigantesca que trata de encubrir los abusos a los derechos humanos propinados por parte del estado, que además de ser un territorio hostil para la comunidad LGBTIQ+, participó en el homicidio del periodista opositor Jamal Khashoggi, que fue torturado y estrangulado en el consulado árabe en Estambul durante su exilio en Turquía. Los asesinos viajaron en un avión del PIF y nunca fueron identificados, posteriormente la CIA (Agencia Central de Inteligencia estadounidense) afirmó que fue una orden de Bin Salman, pero que este era inimputable por su condición de mandatario. Para la realización de sus proyectos arquitectónicos desplazó a la tribu Howeitat y condenó a muerte a tres de sus ciudadanos por marchar en contra de su migración obligada, también hay decenas de denuncias de habitantes (en su mayoría mujeres) que fueron apresadas con condenas que llegan hasta los 45 años por criticar al gobierno en X, sentenciadas por “difamar al Reino”.
Su logo con una palmera y dos espadas está a la vista de todos en cada partido y su peligrosa influencia crece constantemente, pero de alguna manera logra pasar desapercibido.