Por Milagros De Stefano
En la antesala del Gran Premio de Austria, que se llevará a cabo en el Red Bull Ring, repica el augurio, la promesa con la que comenzó nuevamente el sueño argentino en la Fórmula 1: “cinco carreras”. Imola, Mónaco, Barcelona-Catalunya, Montreal y ahora Austria verían completo el período de prueba supuestamente establecido por las altas esferas del equipo Alpine para la plaza que ahora ocupa Franco Colapinto. Muchos medios extranjeros hablan de méritos, de merecimiento, de patrocinadores y de conveniencia. Pocos hablan de talento, y si lo hacen, es puramente en comparación con otros pilotos en situaciones similares. Lo cierto es que la categoría reina del automovilismo nunca fue piadosa.
Alpine habrá nacido como Renault, pero el hombre que lo rebautizó para dividir las expectativas de un fabricante de autos del sueño millonario del automovilismo de élite, Luca De Meo, anunció su salida del gigante automotor la semana previa a el Gran Premio austríaco, dejando al equipo a la deriva en el momento más turbulento que se lo ha visto atravesar en años; último en el campeonato de constructores, con sponsors claves como BWT amenazando con irse y una visión borrosa ante la sacudida de tablero que representa 2026 para la parrilla. Teniendo eso en cuenta, ¿cómo podría haber espacio para el desarrollo de Franco como piloto si no existe una dirección clara en la escudería en sí?
Más allá de una incontable cantidad de horas invertidas en prácticas arriba de viejos modelos y en el simulador en Enstone, el hijo del cinco veces campeón de MotoGP Mick Doohan no brilló con suficiente intensidad durante las primeras seis carreras del año como para deslumbrar al ahora jefe de equipo Flavio Briatore. Aunque sean imperceptibles a simple vista, las diferencias, por más insignificantes que sean, existen. Colapinto está más cerca en materia de puntaje y performance de su compañero, Pierre Gasly, de lo que estuvo el australiano Jack Doohan, quien poseía más experiencia arriba el auto, especialmente considerando su deterioro a lo largo de la primera porción del año.
Incluso corriendo en el circuito Gilles Villeneuve, un trazado en el cual el argentino jamás había corrido (no existen fechas de Fórmula 2 ni Fórmula 3 en ese autódromo) logró clasificar y terminar la carrera por encima de su contraparte francés. La longevidad de Gasly en el equipo pende de un hilo, con su contrato multianual terminando en un área gris denominada “más allá de 2025” y varios pilotos buscando trabajo para la temporada del cambio de regulaciones. La incomodidad ante el buen desempeño de los sudamericanos de cara a los europeos, y más aún si están bajo las mismas condiciones, es una constante que parece reiterarse incesantemente sin importar qué deporte se esté mirando.
Para quedarse aún más tranquilos, la confianza que Briatore deposita en Colapinto no es en lo absoluto alevosa; es un hombre con mucho kilometraje en la categoría y con un ojo extremadamente afilado para el talento, siendo el que descubrió a Fernando Alonso y acabó por sacarlo de Minardi para llevarlo a Renault en 2002 como piloto de reserva. El voto de confianza del italiano produce un efecto motivador en el piloto que se traduce directamente en buenos resultados en la pista. Pase lo que pase en Austria, sólo una verdad suena por encima de todos los rumores: Alpine tomó la decisión correcta.