viernes, junio 6, 2025

Platense campeón, el título desde Vicente López

Por Tomás Cilley

Ver el partido más importante de la historia de Platense con sus hinchas en Vicente López es contradictorio. Por más de que ellos hagan el mayor de los esfuerzos para que te sientas como si fueras uno más, en el interior, la conciencia te aparta; no sufriste lo mismo. Sos un sapo de otro pozo. Uno sabe que la persona que tiene al lado viajó 22 años por el ascenso o que el dueño del bar capaz nació en la Década Infame, pero jamás pudo ver a su equipo de barrio campeón. Ni hablar del hecho fundamental: se emocionan cuando enfocan a la gente que está en Santiago del Estero, y a uno no le queda otra que empatizar con el de al lado.

No era la primera vez que Huracán y Platense definían un campeonato. En la Copa Adrián Escobar 1943 se vio un episodio muy particular. En un encuentro que duró 40 minutos y que no hubo goles, ni tampoco en los siguientes 10 de tiempo extra, el Globo se coronó por cuatro córners a favor e hizo tres más que su rival. Este reglamento le bastó para salir campeón. Otros tiempos con definiciones insólitas.

Puente Saavedra estaba calmado. El lío estaba en el Norte del país. El clima era raro, no parecía que ya se estaba por jugar una final. Sin embargo, a Facundo Tello poco le importó y decidió arrancar el partido. El bar de Avenida Maipú y Zufriátegui, que se ubica a tan sólo cinco cuadras del Estadio Ciudad de Vicente López, es un lugar ideal para contemplar la historia del fútbol argentino. A pesar de que aceptaban únicamente a hinchas de su club o de San Lorenzo, por supuesto, yo no tenía problema de jugar de infiltrado.

Los señores, que ya no tienen edad para viajar, o los que no pudieron conseguir entrada, se reunieron allí. Ellos fueron contemporáneos a Roberto Goyeneche, y probablemente, no tengan ni idea de que Gerónimo “Momo” Benavidez es el hincha más famoso para los jóvenes de hoy.

Los nervios eran evidentes. Los simpatizantes del conjunto dirigido por Orsi-Gómez decidieron tomar cerveza para relajar y afianzar su fe a cualquier estampita de cualquier santo que daba vueltas por ahí. En tiempos de cólera, cualquiera es creyente. El olor a cigarrillo no me dejaba concentrarme, no había dudas de que antes se fumaba en ese mismo lugar.

En los primeros minutos, lo que más se escuchaba era la vuvuzela que no paraba de sonar en el ambiente. Nostalgia pura del Mundial 2010 en Sudáfrica. Un ruido muy particular que trae recuerdos. En el otro lado del charco, a los uruguayos les hará acordar a la volea de Diego Forlán, pero a los que estaban en ese bar, lo que quedará más en la memoria, será la volea de Guido Mainero por la Copa de la Liga.

El primer tiempo, como todo el partido, fue trabado. Aunque el Calamar fue más y del otro lado de la General Paz se escuchó el grito de: “UHH” en el cabezazo de Leonel Picco que terminó en una atajada de Hernán Galíndez a los 30 minutos. Los que no están acostumbrados a ganar festejan todo. Desde una patada, un despeje o una falta cerca del área. Todo puede modificar la historia. El jugador más ovacionado: Ronaldo Martínez. El paraguayo ya conocía el sabor de quedarse a las puertas de un título. La espina de la final contra Rosario Central en diciembre de 2023 todavía seguía clavada y era un gran momento para la revancha.

Que el nombre de Taborda del número 10 sea Vicente, es un poco poético. Los hinchas lo aplaudieron y le pedían que no vuelva a Boca. No era momentos de recriminar. A los 18 minutos tenía que mandar un centro llovido para que Nacho Vázquez la baje y le quede a Mainero. Él mismo, que alguna vez supo trabajar en una fábrica de arandelas, la clavó en un ángulo.

El bar estalló por completo. No había ningún murmullo. Todos tenían algo que decir o una persona para acordarse. “¿Es real esto?”. “Es toda mi vida en un segundo” son algunos diálogos o preguntas al cielo de una señora que se expresaba como podía una señora con gorrito y banderas de su club.

“Mi hijo está allá” emocionado contaba un señor que no tenía dentadura, mientras veía a la pelota petrificada en la red. Todos parecían tener un familiar o un amigo en la cancha. Cuando el televisor enfocaba a La Banda Más Fiel, las personas de un restaurante, que se encuentra a más de 1000 kilómetros del Estadio Madres de Ciudades, decidieron aplaudir más. No es casualidad que gran parte de la Zona Norte haya quedado un poco más vacía. Eran todos hermanos dispersos por el país.

En los minutos finales estuvo presente la impronta de un equipo sólido en la zona de abajo.  En la Fase Final recibió sólo un gol y de penal. Era hora de hacer arte, era hora de defender. Muchos fanáticos se agarraban los pelos que no tenían, mientras que otros deciden no ver para cuidar un poco sus corazones. Tensión pura. Aunque el grito de “dale campeón”, ya empezaba a entonar los primeros versos. El cielo se empezaba a teñir de marrón.

Elizalde se la llevó al lateral y le pegó al arco como pudo. Los ojos dejaron de ser de vidrio y pasaron a ser de agua. Se terminó el tiempo de espera. “Jugar la Libertadores es lo que imagino” se empezó a escuchar. Ya no es más imaginación, es una realidad. Y ahora la historia es diferente: Vicente López no sólo es de primera, Vicente López es un barrio de campeones.

A Platense este título le basta para merecer un nuevo apodo: “El Matagigantes”. No cualquiera elimina en una misma copa a Racing, River y San Lorenzo, y encima a todos en condición de visitante. Un club que no le da lo mismo ser de Primera. Para su fortuna, el ascenso frente a Estudiante de Río Cuarto ya pasó a la memoria y hoy pueden decir que no festejan únicamente subir de categoría, sino que ser el mejor equipo del fútbol argentino.

El dueño del bar, que estuvo trabajando toda la tarde, pero que ya tenía edad más que suficiente para ser jubilado, caminaba como podía. Aunque a la hora de subirse a su mesa y festejar, poco le importó todos sus años y trabajo encima. “Este bar es la cábala” exclamó para manifestar otra vuelta y que los clientes retornen en otra ocasión. Desde ahí me sentí obligado a ver la próxima final ahí. Durante esa final fuimos todos hermanos. Incluido el perro que entró de colado y que fue echado del lugar en la primera jugada de peligro de Huracán.

Las bocinas irrumpieron el silencio. Platense está de fiesta y hay gente que baila en las calles. Mientras que otros recuerdan el tiempo vivido en el barrio. “Así se juega una final” dijo un mozo, que admitió que es bostero, mientras felicitaba a los nuevos campeones. Estaré obligado a vivir todos los partidos importantes del Calamar ahí.

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