Por Juan Pablo López
El equipo del sureste de Londres se consagró campeón de la FA Cup al vencer al City 1-0 con gol de Eberechi Eze. La historia del autor del gol y de otros protagonistas del club que irrumpió con el guión tiene una carga que viene de mucho más atrás.
No es solo por ser el torneo más antiguo del mundo que la FA Cup atrapa al espectador. Es porque, cada año, un nuevo equipo se rebela contra su destino: El Leicester de Vardy, el Wigan de 2012 que sorprendió al City de Agüero y Tévez, o el mítico Portsmouth de 2008, todos escribieron su milagro en Wembley. Este año, los dioses del fútbol parecen haber elegido al Crystal Palace. Aunque ellos, devotos cristianos nacidos en familias obreras, sólo reconocen a uno, al que atienden en círculos de oración pre-partido y cada día.
La jugada del gol que coronó al Palace campeón después de 119 años comenzó con Jean Philippe Mateta, el delantero francés de padre congoleño, que con 1,92 de altura, camiseta metida dentro, las zancadas largas y la potencia para definir, puede llevar a recordar al juego de su ídolo: Thierry Henry, con el que llevó a la selección de los gallos a la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2024: “Él es la razón por la que uso el número 14”, reveló el jugador de 27 años. “Por él y por Johan Cruyff. Es un honor ser entrenado por él”.
El 9 de las águilas comenzó su juventud viajando 33 kilómetros todos los días para entrenar en el Sedran FC, con el que pegaría el salto inicial y dejaría sus estudios para vivir cerca de la institución y dedicarle tiempo completo a su sueño. Habiendo irrumpido en el fútbol europeo con el Le Havre en la segunda división francesa y un paso por Alemania, “JP” lleva dos temporadas consecutivas haciendo los mejores números de su carrera, y superando las 15 contribuciones de gol en los últimos dos ciclos.
Mateta pivoteo y tocó hacia la derecha para Daniel Muñoz, el colombiano ya asentado en Europa y en la selección colombiana, donde es el jugador con más minutos del ciclo Toto Lorenzo, irrumpió en la élite europea con cuatro goles y cinco asistencias en su primer temporada en Premier y donde comparte con otro colombiano, Jefferson Lerma. Nacido en Amalfi (Antioquia), ciudad donde Pablo Emilio Escobar Gaviria —al que Muñoz tiene tatuado en su antebrazo izquierdo— construyó el histórico Cartel de Medellín, el 4 del conjunto rojiazul fue barra brava del Atlético Nacional mientras era juvenil en Águilas Doradas y atravesaba un duro cuadro vinculado a su sueño de llegar a primera.
“No era fácil llegar a un lugar y jugar con chicos menores que tú y sabiendo que los otros compañeros ya eran profesionales. Ahí es donde debes tener humildad y me decía a mí mismo ‘vas a ser el más grande’”. Cansado de que lo rechazaran en todos los equipos en que se había probado, decidió no jugar más al fútbol e irse a trabajar a Estados Unidos en lo que saliera para ayudar a su familia. Dios le dio un mensaje claro cuando le negaron la visa.
Muñoz puso un centro milimétrico al pie de Eberechi Eze, que este año se desveló como la figura central del proyecto del equipo londinense, al que contribuyó con 13 goles y 11 asistencias en los 40 partidos que disputó a lo largo del año. Entre ellos, el más importante: el golazo al Manchester City en Wembley, con una celebración dedicada a la religión que le integraron sus padres: Cristo y su cruz.
Eze comenzó en el Arsenal, donde lo liberaron a los 13 años y lo dejaron en la incertidumbre de cómo sería su futuro. En lo cercano, el 10 inglés sería rechazado por la academia juvenil de 6 clubes distintos en un solo año, y sin volver a ver la luz hasta que el QPR le diese un lugar y lo apoye en su desarrollo hasta el debut en primera división. Luego de anotar un gol al Leeds y señalar los botines, dijo: “La bota dice mucho de mí como persona y de mi carácter. Superar todas las adversidades y llegar al punto donde estoy ahora. He tenido que pagar mis propias botas, he hablado con marcas y no les interesaba. El hecho de que he salido de una situación difícil y he salido adelante, y estoy brillando con luz propia”.
El golazo de Eze selló la final, pero luego había que defender como lo hizo Maxence Lacroix, el francés nacido en Villeneuve-Saint-Georges y crecido en Thenon. Del seno de padres médicos, y descubierto por Oliver Glasner —actual DT del Palace—, que apostó por él en su Wolfsburgo de 2019 cuando todavía jugaba en tercera división, el zaguero francés recibió el apoyo de su familia en todo momento para que persiguiera su sueño: haciendo malabarismos entre sus profesiones y su floreciente carrera como futbolista juvenil, dejó su hogar a los 13 años para estudiar en Burdeos.
El pueblo en el que creció jugando a la pelota con sus amigos, siempre con un sueño de que se edifique una plaza donde patear a un arco metálico, inauguró un estadio el 21 de mayo de 2022 en presencia del jugador y su madre para el disfrute de los niños que viven en ese pequeño pueblo francés, que lleva el nombre del zaguero que hace la reverencia a Dios luego de cada gol y previo al partido, tratando a ese momento sagrado cual misa de los domingos.
El título, la gloria, la levantó Marc Guehi, símbolo y capitán del equipo. De padres marfileños que emigraron a Inglaterra en búsqueda de una oportunidad de crecimiento que la África de los 2000 no permitía, Guéhi respondió cuando le preguntaron qué es lo que más le gusta de su herencia africana: “Diría que el trabajo duro. Estoy seguro de que se inculca en todos, pero diría que la mayoría de los niños africanos, cuando sus padres llegan a un país europeo desde un país africano, ven el esfuerzo que están realizando”.
Jhon Guéhi se convirtió en Ministro de la parroquia de Lewisham e integró a su hijo a los cantos en lo que fue el primer acercamiento del inglés a la religión. “Amo a Jesús y Jesús te ama” son dos mensajes por los que el plano mundial tornó los ojos al brazalete del capitán del Palace, arriba de la bandera LGBT, un mensaje religioso que fue interpretado como ofensa, y no como lo que buscaba Marc. “Creo que el mensaje fue bastante claro, para ser honesto, fue un mensaje de amor, de verdad también. Un mensaje de inclusión, así que creo que habla por sí solo”, aclaró el 6 londinense. Una invitación de amor que a la Iglesia se le dificulta reconocer, y dejando el mensaje de que el abrazo de Dios es para “todos”, como dijo Francisco.
Desde el banco y la tribuna festejan los que ya no están: Trevoh Chalobah, al que el Chelsea recuperó interrumpiendo su cesión en el club; Joel Ward, que este año se despide del club luego de 13 temporadas, o Adam Wharton, por el que el Real Madrid, el Liverpool y el Tottenham Hotspur mostraron interés. También gritan Dean Henderson –El cual perdio a su padre al inicio de la temporada y le detuvo un penal a Marmoush en la final– Richards, Mitchell, Kamada y el entrenador, Glasner, que algo conoce de ganarle a equipos de la estirpe del de Pep Guardiola. En 2022 eliminó al Barcelona en los cuartos de la Europa League con aquel gol de Borré a 35 metros, y que luego llevaría al título del Eintracht Frankfurt contra el Rangers. Hoy, el entrenador austriaco acompaña a este plantel que ya cambió la historia de un club que nunca jugó en Europa, reinventa el sueño de Selhurst Park, ahora aspira a más que la salvación, y empieza a escribir un sueño de grandeza a partir de lo logrado en Wembley.