Por Pedro Lujambio
Año 2010, Estudio Estadio de Telefe. Con un rap de fondo, acompañado de bailarines y vestido como salido del Bronx, un luchador sale al ring. La tribuna, repleta de niños, aplaude a uno de sus grandes ídolos, Hip Hop Man.
Año 2013. Misma música, mismo vestuario. Hip Hop Man sale al ring, pero la reacción del público, en su mayoría adulto, es casi nula. Claro, él es —o era, ya pasaron 3 años— una estrella en Argentina, pero en México (aún) no es nadie.
Daniel Garcilazo, Hip Hop Man en el ámbito de la lucha, alcanzó una gran popularidad en toda Argentina entre 2006 y 2010 gracias al programa de televisión 100% Lucha, bajo el personaje del rapero neoyorquino que no mucho tiene que ver con quien él es en realidad. Tras el final del programa, trabajó como extra y en escenas de riesgo en telenovelas, películas y comerciales, abrió su propia escuela de lucha, continuó haciendo shows, pero ya no era lo mismo. Para 2013, tomó una decisión: viajar por 6 semanas a México para vivir la experiencia de luchar allá.
“Yo venía por 6 semanas, tenía pasaje de vuelta para terminar la facultad, pero me convenció el hecho de que acá podía progresar en la lucha; allá en Argentina estaba bien económicamente pero era siempre hacer lo mismo, subiendo al ring contra el mismo luchador”, argumenta hoy Hip Hop Man su decisión de quedarse a vivir en México.

Sin embargo, ese progreso no iba a ser tan fácil. Era atractivo el desafío de adaptarse a un mundo totalmente diferente e ir creciendo en las carteleras, pero el ambiente de la lucha libre en el país norteamericano es mucho más grande que en casi cualquier otro lugar del planeta: “Acá caminás 5 minutos y aparece un gimnasio con un ring de lucha. Al principio era luchar todos los días con alguien nuevo para ir creciendo, eso me motivó”.
El proceso de adaptación fue enorme: no solo pasó por lo que debía hacer en el ring. En cuanto a ese tema, el estilo mexicano consta más de “llaveos”, más similar a la lucha grecorromana; en Argentina, la lucha se caracteriza por los vuelos y los duros golpes. “Acá te pegan con la mano abierta, pero en Argentina las trompadas y las patadas te dejan sin comer”, explicó entre risas Hip Hop Man. Por el lado físico, el cambio fue rotundo. De pesar 62kg pasó a alcanzar los 83. Además, debió llegar a un estado físico que le permitiera aguantar las contiendas de más de media hora que se dan allá, cuando en 100% Lucha el promedio rondaba los 10 minutos.
Toda esa evolución en él era con el objetivo de establecerse en el ámbito de la lucha en México y vivir de ello, algo que pocos pueden lograr en el corto plazo. “Miles de luchadores trabajan por la comida o por 5, 10 dólares”, señaló el argentino, y él no fue la excepción. Había viajado con unos ahorros para quedarse esas hipotéticas 6 semanas, pero, pese a luchar 4 o 5 veces por semana, no podía sostenerse. Al principio, se quedó en el departamento de una amiga pero, cuando el tiempo de la estadía se alargó, pasó a vivir como roomie con otros argentinos. Para eso le alcanzaba en sus inicios en la tierra de la lucha libre.
Mediados de 2014. Arena Naucalpan, México. Con el mismo personaje de siempre, sale Hip Hop Man al ring como reemplazo de un luchador que se ausentó. Los espectadores se sienten estafados: silbidos y abucheos por todos lados.
Una semana más tarde, otra vez Arena Naucalpan. En esta ocasión ya anunciado en la cartelera, aparece Hip Hop Man. De nuevo los abucheos, los silbidos… incluso algunos le arrojan cosas de la tribuna.
Ese fue el click en la carrera de Hip Hop Man. A partir de esa época, comenzó a trabajar como un personaje “rudo” o “malo”, tomando como punto de partida el odio de los mexicanos a los argentinos: “Ahí comencé a generar esa interacción con el público, que me abucheaba, y me fui para arriba”.
En simultáneo a su ascenso en la lucha, consiguió acomodarse económicamente por otra vía, ya que su pasión no era una buena fuente de ingresos. “Me tuve que meter en la televisión aprovechando la preparación actoral que tenía, primero como extra y después en papeles más importantes y en producción, porque se pagaba muchísimo más”, explicó Garcilazo. Lo actoral sirvió, primeramente, para mantenerse. El paso a la producción lo dio en 2016, durante la grabación de la serie Blue Demon: contratado como extra, debió resolver un problema de urgencia ante la baja de un productor y, tras eso, consiguió un trabajo fijo. En el medio, se veía amenazada su carrera luchística, que crecía y crecía pero no era suficiente para su bolsillo: “Era mucha, mucha guita, pero muy desgastante: trabajaba de lunes a sábado y el domingo luchaba. Eran muchos meses sin descansar ni entrenar bien”.
En el medio, el sueño mexicano se consolidaba cada vez más. Con su personaje que exageraba los estereotipos de argentino para hacerse odiar —totalmente fanfarrón, siempre vestido con la camiseta de fútbol de la Selección y, desde 2022, llevando una Copa del Mundo— alcanzó una popularidad que lo catapultó a participar de Triplemanía, uno de los eventos principales de la lucha mexicana, e incluso llegó a luchar en la Arena México, la más importante del mundo. Lo económico ya no era un problema, incluso se animó a regular la cantidad de trabajo para reducir el desgaste físico.
Finalizada su gira por los 20 años de carrera en 2022, que contó con shows en Argentina, un solo sueño le falta cumplir a Hip Hop Man. “Quiero ser el primer argentino en luchar en México, Japón y Estados Unidos”, anhela. Sólo le falta Estados Unidos. En Japón, donde en agosto hará su segunda gira, recibe el cariño del público cada vez que sale hacia el ring. Pero no fue fácil llegar a eso.
Año 2023. Osaka, Japón. Con un rap de fondo, camiseta de Argentina y la Copa del Mundo en mano, Hip Hop Man sale al ring. Los japoneses se miran. ¿Quién es este? ¿Hip Hop Man, rapero, pero es argentino y festeja el Mundial…? Claro, él es una estrella en México, pero en Japón (aún) no es nadie. Otra vez…