lunes, marzo 31, 2025

Clubes con Memoria, por la Verdad y la Justicia

Por Conrado Maguna Martorell

A 49 años de la última dictadura cívico militar en Argentina llevada a cabo mediante un plan sistemático de represión, persecución y de terrorismo de Estado con múltiples, comprobados y juzgados delitos de lesa humanidad, es una obligación recuperar el rol que han tenido los clubes en más de cuatro décadas de democracia ininterrumpida a la hora de imponer la memoria como puente a conocer una historia con tal de no volver a repetirla. Este comportamiento de parte de las instituciones deportivas cobra mayor importancia en tiempos donde no solo las ideas negacionistas amenazan con hacerse de legitimidad, aprobación y ostentar una hegemonía, sino también las intenciones de separar a los clubes del espectro político hacen lo propio.  Suena irónico e hipócrita que esos refugios que se fundaron gracias a obreros, trabajadores de talleres ferroviarios, políticas migratorias, pibes que jugaban en la calle con el tranvía porteño en la nuca, que forman parte de la vida social argentina hace más de 120 años, que están intrínsecas en el ADN popular, rescatan chicos de la marginalidad, ayudan a la familia de un integrante de las inferiores, organizan una olla popular o se pone manos a la obra ante una catástrofe natural, no tenga relación con el orden político y las sendas de un país.

 Todo club es político, ya sea por su origen, por su historia, su esencia, quienes lo conforman, si se introdujo o no en aspectos de índole oficial nacionalmente hablando, y si lo hizo que consecuencias tuvo, que dice el voto popular del barrio donde pertenece, quienes fueron y son sus socios, por mencionar algunos aspectos.

Destacar y quedarse con esto último, la masa societaria: el motor de nuestros clubes, el sustento económico mensual más allá de alguna extraordinaria venta de activos, el dar amor y constancia en busca de la pasión.  

Cientos de los 30.000 desaparecidos durante 1976 y 1983 eran parte de decenas de clubes argentinos, quienes ante lo ocurrido en aquellos fatídicos 7 años también se vieron perjudicados al perder aportantes en calidad de socios, por lo que la restitución de ellos a los padrones no significa solo un homenaje o un reconocimiento, sino también recuperar a alguien más que hacía a las instituciones.

Ejemplo de ello son clubes como Banfield y Racing: en 2019 el Taladro mediante la campaña #Los11deMemoria restituyó 11 carnets de socios desaparecidos, a través de un acto en el estadio Florencio Sola en el que participaron Abuelas de Plaza de Mayo como Delia Giovanola, Taty Almeida y Norita Cortiñas; en 2022, la Academia inmortalizó entre las puertas 19 y 21 del Cilindro de Avellaneda un cartel con la leyenda “El 22 de febrero de 1977 la dictadura cívico militar fusiló a 4 hombres y 2 mujeres en las inmediaciones de este estadio, sus cuerpos aún no han sido identificados. ´Presentes ahora y siempre¨”. Con respecto a éste último caso, el 22 de marzo se realizó un acto conmemorativo para las víctimas de aquella jornada.

Por lo contrario pero en vías de reclamar Memoria, Verdad y Justicia, River Plate tomó la decisión en 1997 de expulsar como socios honorarios a los represores Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, quienes habían obtenido dicha condición en 1978 y que en 1983 fueron condenados por “bestias de aquel infierno”.

No dejar de olvidar a una de las mayores pérdidas que sufrió el fútbol argentino por la función social de los clubes: el Gasómetro, expropiado en 1979 a un San Lorenzo que dos años atrás había recibido a las Madres de Plaza de Mayo en una de sus primeras apariciones públicas. Los terrenos volvieron a pertenecer al Ciclón el 1 de julio de 2019.

Estas iniciativas se trasladan a las calles. Es menester destacar la invitación a reflexionar y movilizar en este día por parte de las instituciones deportivas mediante el uso efectivo de las redes sociales. Cada vez es más común ver en los 24 de marzo presentes a comisiones de derechos humanos representando a los distintos escudos que saltan al campo de juego los fines de semana.

Son ellos, los clubes; es ella, la pelota, quienes así como le deben al pueblo su existencia, salieron a defenderlo y resguardarlo en tiempos de amateurismo marrón, tablones, gobiernos de factos, guerra, corralitos, e intentan hacerlo en los corrientes, porque entienden que, citando a León Gieco, todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia, y que como pueblo hay que dejarla vivir libre como el viento.

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