lunes, marzo 31, 2025

Diego Armando Díaz y Susanense: un alma chaqueña detrás de los 47 goles

Por Agustín Paratcha

El futbolista sueña con el éxito, con ganar trofeos y cumplir todos sus objetivos establecidos. En el transcurso de la carrera, uno puede encontrar un lugar en el mundo, un equipo que lo defina como su zona de confort. Diego Armando Díaz lo encontró en Susanense, un club que pertenece a la Liga Departamental de San Martín, (Liga Amateur de Santa Fe) luego de convertir 47 goles en 43 partidos y que los hinchas le dedicaran canciones. “Jamás vi algo así en mi pueblo”, me cuenta Juan Saucedo, excompañero del club. Antes de detallar una píldora de su historia en 2024, se hace imposible no destacar a Elvio Acosta, captador de Díaz y hoy coordinador de Susanense y su particular anécdota para descubrirlo.

Era 2022. El club Unión Deportiva Arrufó contrató a Elvio Acosta (más conocido como “el profe Fale”), entrenador oriundo del mismo pueblo (Arrufó) que no quería abandonar este mundo sin dirigirlo. Necesitaba un nueve y un diez. Apareció el nombre de Gonzalo Santillán, que, según Acosta, lo tildó de crack, y el de Armando Díaz, quien no lo tenía registrado. Dio la casualidad que, Vía y Obras, uno de los primeros clubes del jugador chaqueño, jugaba la final de la Liga Saenzpeñense. “Fale” fue a verlo en carne y hueso. Viajó de Arrufó hasta Los Frentones (Chaco) en colectivo. El partido se jugó al día siguiente.

“Fale” quedó impresionado no solo por el golazo de tiro libre de Díaz en el empate 1-1 de Vía y Obras ante San Lorenzo de Roque Saenz Peña, sino por sus movimientos: “Aquella tarde, vi una mezcla entre Claudio “Bichi” Borghi, por su técnica, y de Juan Gilberto Funes, porque te amagaba por un lado y no le importaba si habían dos o tres defensores. Tiraba la pelota y no lo podían parar”, le contó a El Equipo. De allí en adelante, lo acompañó en gran parte de su carrera y fue el máximo responsable de su excepcional año.

El oriundo de Los Frentones, con 23 años, mostró una personalidad desapercibida en Susanense, un equipo ubicado en Santa Fe, María Susana, pueblo que cuenta con menos de 5.000 habitantes. Un chico muy callado, tímido, sencillo, humilde de corazón, que hablaba poco y que estaba muy vinculado a su esposa, Araceli Soria y su hijo, Bastian Díaz, quienes siempre figuraban en todos los partidos. Incluso, el delantero chaqueño, cuando quiere comunicarse con el profe “Fale”, muestra mucho respeto. No lo llama con un “che”, sino con un “usted” y arranca la conversación con la palabra “profe”. Pablo Jesús Mina, actual entrenador de Susanense y campeón de La Liga San Martín, también lo considera como una persona introvertida, pero, a su vez, en los entrenamientos, mostraba atención y siempre se comprometía.

Gran parte de su personalidad se observaba en los partidos del club del pueblo santafecino: “En la cancha no hablaba. Directamente no festejaba los goles. Definía y volvía al trote con la cabeza agachada porque sabía que los compañeros lo iban a abrazar. No lo vi hacer ninguna celebración alocada”, le expresó el profe “Fale” a “El Equipo”. Solo lo vio festejar uno solo en un partido clasificatorio de la Liga Ceresina después de que el oriundo de Los Frentones convirtiera un golazo de afuera del área y se acercara a abrazarlo.

El físico jugó un rol importante en su capacidad goleadora. Pablo Jesús Mina, que lo considera como el mejor jugador que dirigió por lo determinante y por la diferencia que marcaba, define que su combo de fuerza y velocidad es lo que le da la potencia. Un jugador muy fuerte, con un arranque explosivo y con una genética natural envidiable, pocas veces vista. Lo comparó con Ronaldo Nazario por la potencia en el arranque y con Gabriel Batistuta, que, si bien no intervenía mucho en el juego, no erraba al arco. Además, detalló que, sea donde estaba ubicado en la cancha, pensaba en rematar. En los partidos de liga, siempre le jugaban fuerte, pero Díaz jamás abría la boca, no reaccionaba y tampoco entraba en el juego de pelear ante los rivales.

Hay dos virtudes dignas de destacar en cada partido que jugaba en Susanense. “Fale” remarcó que Díaz, apodado como Diegote o Diegol, presentaba una gran eficacia en los remates. Siempre iban al arco. Convertía el gol o la atajaba el arquero. No hacía goles por accidente, sino de gran factura. Por otro lado, otro aspecto positivo y esencial, que le marcó su extécnico Juan Pablo Mina, es la confianza que plasmaba en la cancha ya que no sentía presión en los partidos. Mostraba un grado de inconsciencia.

Fuera de las canchas, los jugadores, como cualquier deportista, tienen una vida. El “carbonero” Díaz, nombrado así por su trabajo en la carbonería y por Alejandro Cabrera, quien fue el primer relator en gritar un gol suyo en la Liga Ceresina y en ponerle el apodo, era un gran cocinero. Le gustaba cocinar pizzas en un horno de barro en Arrufó y, cuando llegó a Susanense, se construyó uno. Además, en sus ratos libres, solía practicar pádel y otro de sus excompañeros, Juan Pablo Flores, apodado como “Juampi”, lo resalta como un jugador “completo”.

En el fútbol de San Martín, al ser amateur, era muy común que después de los partidos, los jugadores y los hinchas se juntaran y se sentaran a comer en la cantina del club un choripán y tomar una gaseosa. Eran todos simpatizantes y no existía la figura del barrabrava. “Profe, de acá no te vas”, le decía el goleador Díaz al “profe” Acosta, que no vivía en los Frentones, sino que debía viajar hacia Rafaela, su hogar.

Luego de permanecer más de 15 días sin su familia en Santa Fe (antes de quedar y firmar en Unión de Santa Fe) a la espera de recibir el llamado en Unión, se viralizó un video que generó mucho impacto por su peculiar forma de realizar un ejercicio con botellas vacías de fernet en lugar de utilizar conos. Pero todo tiene una explicación. Fue grabado en Los Frentones, su pueblo, en el mes de diciembre. Detrás de la casa de su suegro Daniel, quedaron varias botellas acumuladas debido a los tiempos de fiestas. Y, como no había conos, no le quedó otra opción. Él seguía con el entrenamiento para ponerse en forma.

Llegó el último día y la despedida del hombre que le devolvió la alegría a un pueblo al ganar la Liga de San Martín y romper una sequía de 26 años. Fue en la cena de campeones que se realizó en el club. Le hicieron un agasajo especial por lo realizado durante el año. “Vas a ser jugador profesional”, le decía Mina, su extécnico, en una noche especial y emotiva. Así fue. Más allá de haber vivido un breve paso por Lanús, donde no se quedó porque no le consiguieron vivienda, y de la posibilidad de probarse en Colón de Santa Fe, Atlético Rafaela o 9 de Julio (también de Rafaela), pasó la prueba en Unión, club que mostró más predisposición en contar con él, y firmó contrato por un año con cargo y opción de compra proveniente de Sportivo Las Parejas. Los 47 goles fueron una anécdota. La historia continúa.

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