Por Franco Minervini
Al cruzar la vía del tren que atraviesa Belgrano R, una seguidilla de casas modernas indican la cercanía con Colegiales. Sobre estas cuadras, un paredón gris al lado de un portón del mismo color parece desentonar con la esencia del barrio. En realidad, lo enriquece. El club Juventud de Belgrano no destaca por su apariencia, sino por la cantidad de historias que siembra.
Una vez superado el portón, hay dos opciones para conocer el club: continuar derecho tres metros para visitar el bar o girar a la derecha y abrir una puerta blanca y sencilla. Tan simple como especial, porque esa puerta -situada sobre el corner- invita a pasar hacia la única cancha donde se desarrolla el futsal y el voley del club. Detrás del arco, cuatro filas de gradas negras y de un ancho que respeta las líneas laterales reciben a los espectadores cada fin de semana. Sobre el costado opuesto a la entrada, la pared -mitad celeste arriba y mitad azul abajo- cuenta con una hilera de bancos que recorre todo el recinto. La pintura celeste luce desgastada y, en algunos sectores, las sombras impregnadas de pelotas reflejan las prácticas de los deportistas.
Martes a las 11 de la mañana y el club está vacío, ya que todavía no abrió sus puertas. Sin embargo José, encargado del bar, me invitó gentilmente a pasar mientras prepara tres o cuatro platos simples que componen el menú y, gracias a sus 25 años de experiencia, conoce perfectamente los gustos de los socios: “Pizza para los adultos y sandwiches para los chicos que terminan de jugar muertos de hambre”, explica con una sonrisa. Sin conocerlo, puedo notar el cariño que les tiene a esos jóvenes “muertos de hambre”.
Encima suyo, un cartel enorme y desactualizado dice “50 Aniversario – Juventud de Belgrano”. En realidad, el 1° de noviembre del 2023 se celebraron los 80 años de existencia de la institución social y deportiva que, aunque el nombre señala al barrio vecino, se ubica en Colegiales: Virrey Avilés entre Freire y Conde. “En sus inicios, nuestro básquet estaba en un nivel altísimo”, me comenta José, mientras se dirige a la entrada, donde un panel repleto de fotos resume la historia del club. Inmediatamente apunta a un recorte de diario -que parecía muy antiguo- sobre dos jugadores disputando la pelota en el aire al comienzo de un partido de básquet.
“Da comienzo al partido”, se titula en la nota. En ella, también se incluye una imagen con jóvenes deportistas en musculosa que rodean a un hombre de traje que -asumo- sería su entrenador. El epígrafe es poco legible por su tamaño y la pérdida de color propia de un material antiguo. Sin embargo, en su inicio se deja leer: “Equipo de Juventud de Belgrano que en brillante forma logró adjudicarse el Campeonato de Básquetbol ‘Juan Perón’ para no federados”.
Entonces, en busca de más información valiosa, vuelvo a la imágen anterior que dice en su epígrafe quién lanzaba la pelota al aire para iniciar aquel encuentro: Juan Domingo Perón, presidente de Argentina en esos años. La nota había sido publicada en 1953, ya que los campeonatos amateurs se realizaron cerca del Mundial de básquet de 1950 organizado y obtenido por el país. Además de su importancia, destaca por ser la única en blanco y negro, porque alrededor lucen adolescentes en patines -disciplina que tampoco se practica actualmente- y equipos de futsal y vóley, tanto femeninos como masculinos.
Mientras llegan los primeros miembros al club a las 11:30 de la mañana con sus bolsos, sólo las fotos me acompañan cerca de la entrada. El señor -de unos sesenta años- encargado del bar había regresado a la cocina. Los ingresantes son niños de entre 8 y 12 años que se dirigen directamente a la cancha. Algunos ya preparados para el entrenamiento y otros aún sin los botines, pero todos reaccionaron de la misma forma cuando el dueño de la pelota dispuso sacarla del bolso y empezaron a correr. Ahora sí, Juventud de Belgrano cobraba vida y el silencio se convertía en gritos de gol.