Por Leticia Villagra y Tobías Saiz
Son las 6 de la tarde en “La Quemita”, el Polideportivo del Club Atlético Huracán, en Bajo Flores. El sol cae por el oeste, y se alargan las sombras de los chicos que corren de un lado a otro con una pelota entre los pies. El complejo es amplio, y al fondo en la cancha de césped sintético entrena el primer equipo de fútbol femenino. Tres chicos de inferiores se apoyan contra las rejas desde afuera y charlan entre ellos.
“¿Estas son las de la Reserva o la Primera?”, se preguntaban, y hacían una visera con sus manos para cubrir los ojos y ver bien. Las chicas recién terminan de entrenar y se van a un costado a hacer sus estiramientos, mientras liberan el campo por el cambio de turno. Pero una se queda en el centro, haciendo juegos y peloteando. Karol Contreras, mexicana de 21 años, es la arquera titular en la Primera Femenina de Huracán. Luego de haber estado a préstamo en Santos Laguna, fue fichada por el DT Gastón Camargo para salir de Chivas y emprender unnuevo reto en el club de Parque Patricios.
Su llegada a la Argentina fue fácil, dado que el Asesor Deportivo del Quemero, Antonio “Tano” Spinelli, fue entrenador en la institución de Guadalajara. Al haber compartido dupla con Camargo, fue rápida la transferencia de la jugadora para dar un salto internacional. “Salir del país es un crecimiento personal y futbolístico. Es algo diferente, más aguerrido y técnico” aseguró Karol. Además, mencionó la presión como una característica distintiva del fútbol argentino: “Es algo diferente, y poco a poco me voy adaptando. En México es más de ‘tener el balón’, pero aquí la intensidad y la presión se notan mucho”. Salió junto a otras tres chicas del vestuario. Llevaba una vincha negra y el
pelo recogido bien peinado. Sus ojos marrón oscuros tenían un destello que
reflejaba ante la luz del atardecer. Entre las razones que la llevaron a interesarse en
venir enfatizó el carácter futbolero del país: “Por algo son campeones del mundo.
Además, me gustó mucho el crecimiento que está teniendo el fútbol femenino”.
Contreras alegó sentirse muy cómoda con el trato que recibe de parte del club y de sus
compañeras: “Todos son muy atentos, me dan comida, hospedaje, y las chicas se
han comportado muy bien”. De la misma manera, el técnico del plantel femenino de
San Lorenzo, Franco Bertera, opinó sobre la “conveniencia” de traer jugadoras
extranjeras: “Suelen arreglar por un departamento y comida. Quizás la argentina
pide cobrar mucho más”.
La llave que destrabó el candado para la llegada de promesas foráneas fue la
profesionalización del fútbol femenino. Comenzó el 16 de marzo de 2019, y abrió las
puertas a que los clubes opten por fichar jugadoras y negociar contratos
convenientes para ambas partes, si así lo desean.
Detrás de Karol salió Ashley Dozier (foto), de 28 años, junto al entrenador. Su pelo
rubio y ojos celestes delataban sus rasgos americanos. Ashley nació en Texas,
Estados Unidos, pero desde que llegó a Huracán tomó aspectos argentinizados.
Tenía una vincha rosa, sus piernas estaban llenas de caucho tras correr dos horas
sobre el césped, y llevaba las medias bajas, una marca registrada de René
Houseman, que hizo historia con sus gambetas en la Selección Argentina y dejó su
huella en la historia del Globo. Al igual que él, Ashley es extremo en el equipo que
dirige Camargo. El DT la acompañaba, haciendo el trabajo de traductor para que ella pudiese entender lo que le decían. A veces, incluso, giraba la cabeza hacia él para que
formulara preguntas con un vocabulario de “nivel más básico”. Eso sí, los conceptos
“gambetear”, “dribbling”, “conducir”, “centrar” tuvo que aprenderlos en seguida para
interpretar el juego.
Llegó al país en agosto, proveniente de Caribbean Stars, un reconocido club
puertorriqueño. Desde ese momento, reconoció lo difícil que fue adaptarse al
idioma: “No entendía nada la primera vez. Ahora, más o menos me sale, mucha
práctica todos los días con el profe y mis compañeras”. Gastón acotó, entre risas:
“Ella entiende cuando le hablamos despacito. En Puerto Rico era una mezcla de
español e inglés, así que más o menos está familiarizada”.
Al día de hoy, unas 45 futbolistas fueron inscritas para el torneo argentino,
procedentes de Japón, Francia, Estados Unidos, México y Colombia, entre otros
países. Los 18 equipos participantes pueden incorporar hasta 6 jugadoras con
diferente nacionalidad. San Luis Futbol Club, una institución que debutó este año en Primera División A, es uno de los equipos con más extranjeras: la venezolana
Kimberly Campos, la arquera Ivette Alvarado de México, Crisely Pavón de Estados
Unidos, y Nikol Laurnaga de Uruguay.
Presionar, presionar, presionar. Así definió Ashley al choque cultural cuando
llegó desde Centroamérica a mediados de este año: “El juego es como en Praga, es
mucho fuerte”. Camargo coincidió, y agregó que las diferencias en el fútbol y en la
forma de ser son determinantes: “La jugadora de Estados Unidos es más
estructurada, acá es más flexible. Hablamos con ella, que al principio iba a costar,
que iba a tener minutos de a poco. En los entrenamientos empezó a chocar, a
entender que el juego va por otro lado, que a veces tiene que gambetear y jugar a
un toque, dos toques, todo se fue haciendo más fácil”. Su adaptación al juego fue
basándose en sus características para aplicarlas al estilo quemero: “Tratamos meter
al juego sus características, el buen golpe, el entender cuándo debe jugar a uno o
dos toques, el buen pase. No sacárselo, porque está bueno lo que tiene”.
“Las extranjeras dan vida al grupo. Se integra muy bien con los argentinos, se
juntan a cocinar. Es muy nutritivo porque conocen una cultura nueva”, aseguró el DT
Bertera. También, Dozier enumeró distintos lugares que pudo conocer junto a sus
compañeras: “Visité el Barrio de China (refiriéndose al Barrio Chino), comí asado,
conocí Puerto Madero. Mucho divertido”.
Gastón Camargo no se sorprende por la migración de extranjeras al país.
Junto a “Tano” Spinelli, su dupla técnica en Chivas de México, contó emocionado
sobre la curiosidad de sus jugadoras con el deporte argentino: “Me preguntaban de
todo, la locura que se vive en los estadios, los nenes que juegan a la pelota desde
chiquito. Es eso lo que atrae a muchas a jugar. La cultura futbolística, Messi,
Maradona, ser campeones del Mundo. Quieren vivir la experiencia”.
Ichika Egashira(foto) jugadora en River Plate con paso en Excursionistas, destacó
que la diferencia que vió entre el fútbol de Japón y el argentino fue la comunicación
entre jugadoras: “En mi país las más chicas no están a la misma altura que las
mayores, existe un estilo de ‘derecho de antiguedad’. En cambio, acá pueden hablar
con la misma importancia tanto las de menos edad como las más grandes”.
Además, la volante de 21 años habló de por qué decidió quedarse más tiempo
jugando en Argentina: “Es divertido jugar al fútbol acá, sinceramente amo a este país. Me divierto mucho jugando al fútbol acá, y fue muy lindo compartir el deporte
con las jugadoras de Excursionistas”.
Sin embargo, no todo es tan lindo como lo pintan. La realidad es que el fútbol
femenino aún está muy lejos de parecerse a los estándares que los planteles
masculinos manejan. Hay clubes que les deben sus sueldos desde hace meses y no
solo a ellas, sino también a los cuerpos técnicos. Incluso, las instituciones ya ni
siquiera informan qué jugadoras tienen contratos o no, por lo que es imposible saber
si verdaderamente cumplen con el mínimo establecido por reglamento. “Me dijeron
que no me pagarían”, escribió Eponine Howarth, la primera jugadora francesa en el
fútbol argentino, del club Ferro Carril Oeste. Ella había llegado a principios de 2024,
y sólo siete meses después publicó en sus redes de Instagram sobre su finalización
de contrato en la institución de Caballito. “Cuando el club anunció el 8 de enero que
ya había firmado un contrato con ellos todo parecía prometedor. Sin embargo, más
tarde me dijeron que no firmaría ningún contrato, y unos días antes del cierre de las
transferencias, me cambiaron las condiciones laborales dejándome sin salario pero
exigiéndome como jugadora profesional”, aseguró. Al concluir el Torneo Apertura a
mediados de año, la futbolista tomó acciones legales contra Ferro.
Según indica el reglamento 2024 “es condición obligatoria que los clubes
participantes cuenten con al menos quince jugadoras profesionales con contrato
registrado”. En la actualidad, el sueldo neto de una jugadora en la Primera División de Argentina es de $165.800, un monto que está muy por debajo de una canasta básica, que a noviembre de 2024 es de $386.978. En el caso de las pocas
instituciones que “más invierten” en el Femenino, una futbolista alcanzaría un sueldo
básico de $203.500. También, pueden recibir premios por objetivos, goles, partidos
ganados o posición en la tabla, que rondan entre los 6 mil y 10 mil pesos. Siempre y
cuando tengan contrato. Es decir, quienes no estén registradas ganan mucho
menos. “Una jugadora sin contrato debe estar ganando, entre sueldo y premio, 130 o 140 mil pesos con toda la furia”, aseguró Eponine.
Esta problemática también se extiende a las jugadoras de gran trayectoria
que eligen emigrar para potenciarse en otros países, ante la imposibilidad de
visualizar un futuro en Argentina. La marplatense Milagros Menéndez, actualmente
en el Santos de Brasil y exjugadora de Racing, comentó que se iba del club de
Avellaneda ya que tenía que vivir en un mismo departamento con otras chicas para compartir los gastos, además de la necesidad de buscar otro trabajo porque ni
siquiera le alcanzaba: “A veces tenía que faltar por los partidos, me era imposible
mantener esa rutina si no cobraba lo suficiente por el fútbol”. Que una jugadora que
tuvo participación de Selección haya optado por irse del país es una clara muestra
de lo poco redituable económicamente que es el deporte para muchas.
Evidentemente, los manejos irresponsables de muchos dirigentes con sus
planteles exceden la nacionalidad de una u otra jugadora. Por fuera del agrado que
implica que muchas profesionales migren a nuestro país para desarrollarse, no hay
que minimizar que aún no tienen acceso a las mismas instalaciones que el plantel
masculino, no poseen los mismos horarios de entrenamiento, cuidados y
tratamientos, ni hay una exigencia similar acorde al monto y pago de salarios. Ojo, no sólo se vive en Argentina. “Me he enfrentado a retos similares en Europa”, detalló
Eponine. Es una lucha constante en el mundo, que la globalización y la inclusión de
negocios en el fútbol profesional aún no pueden solucionar.