Por Giuliano Palma
Debutó en Platense a los 18 años en 2004. Actualmente juega en Atlanta y es el arquero titular. Fue figura en el equipo de Chicago que ascendió a primera en 2014. Padre de Melanie y Mateo. Utiliza sus aprendizajes de psicología para aconsejar a sus compañeros y a sus hijos.
Alejandro Sánchez terminó su clase de psicología, carrera que está cursando de manera virtual, se sentó en el living de su casa a tomar unos mates y comenzó a recordar sus inicios como arquero, y aseguró que, a diferencia de otros que juegan en su posición, nunca fue jugador de campo, ni siquiera en su niñez. “Desde los tres años que siempre estuve seguro de que quería atajar. Jamás lo dudé ni se me pasó por la cabeza otra cosa. Es así desde que tengo uso de razón. Nunca ocupé otra posición que no sea bajo los tres palos”, declaró el nacido en Saavedra.
Debutó a los 18 años en Platense, club que en ese entonces estaba en la B Metro, y fue parte del plantel que ascendió a la Primera B Nacional en 2006. Sánchez le guarda un cariño especial, y sostuvo que aquella consagración fue “algo maravilloso”. Además, agregó: “Platense fue mi primera casa, donde di mis primeros pasos. Llegué rápido a Primera, no hice muchas inferiores, y cuando empecé a tener más rodaje me fui rápido y volví en el 2022, pero no fue una vuelta muy linda ya que no pude jugar”.
Su experiencia en el campo de juego y sus años estudiando psicología le permitieron ser un gran consejero dentro del vestuario de Atlanta, institución a la que llegó a principios de año. “La psicología es una rama muy interesante en todos los deportes, y más en el fútbol porque hay muchas emociones y mucho estrés. Todo el tiempo trato de ayudar a los chicos de una forma positiva, porque si uno reacciona mal ante un error de ellos es algo que les puede quedar para siempre. Mi intención no es esa, es quedar en la memoria de todos como algo positivo”.
– ¿Te tocó tener que aconsejar a alguno con el tema de los salarios?
– Hace poco tuve una conversación con uno que estaba un poco preocupado porque creía que estaba cobrando poco, y el consejo que le di fue que haga bien las cosas en el campo de juego, que el resto iba a llegar solo, pero en líneas generales los chicos de Atlanta se manejan muy bien, los sigo a todos en las redes sociales y se manejan de la mejor manera: tienen los pies sobre la tierra, trabajan bien, entrenan espectacular, no viven en un mundo paralelo y son conscientes de todo.
El Oso jugó muchos años en Chile, país donde defendió los colores de Audax Italiano, club en el que más partidos jugó en su carrera (102), O´Higgins y Deportes Iquique. Según el exarquero, el fútbol chileno es muy distinto al argentino: “No son similares, en Chile es bastante dinámico y muy directo, muchas veces los partidos se parten y son ida y vuelta. Acá (en Argentina) los arqueros manejamos más los tiempos, y allá (en Chile), me obligaron a jugar rápido y a ser directo”, argumentó Sánchez.
Otros dos equipos de los que tiene muy buenos recuerdos son Chicago y Atlético Tucumán. Por un lado, en el Verdinegro vivió uno de los mejores momentos de su carrera deportiva: logró ascender a la Primera División siendo una de las figuras del equipo. También cumplió uno de sus sueños, que era disputar un partido en la Bombonera, algo que según Sánchez fue “un partido que, a nivel personal, fue extraordinario”, pese a que no pudieron llevarse la victoria, el Oso se consagró como la figura de aquella noche con tres grandes atajadas para mantener el 0 a 0. Sobre el Decano, el arquero de 37 años comentó: “Atlético Tucumán es un club con el que me saco el sombrero, jugué la final por Copa Argentina que lamentablemente perdimos con River, pero igualmente nos clasificamos a la Copa Libertadores y fueron experiencias brillantes”.
En cuanto a su vida personal, se define a sí mismo como alguien “tranquilo y solidario”. Es padre de Melanie y Mateo, a los que siempre trata de “acompañarlos y ayudarlos con las cosas que quizás los angustian”, además de que les da “mucha libertad en varias cosas”. Está casado con Analía desde hace 19 años y es alguien a quien ama “con el alma”.
Pero no sólo es un referente para sus compañeros de equipo y para sus familiares, también lo es para muchos chicos de la Villa 31, uno de los barrios más humildes de la Ciudad de Buenos Aires, donde hace una semana hizo una actividad recreativa junto a varios entrenadores del fútbol femenino de Atlanta y con Antonella Aquino, la arquera de la primera del Bohemio. “Me encantó haber ido, la pasé espectacular. Me encontré con gente muy humilde, muy trabajadora que me recibió muy bien y me hizo sentir como en mi casa. Hay miles de chicos necesitados que requieren de atención para poder hacer este deporte y lamentablemente no tienen el apoyo que tuve yo cuando era chico”, afirmó Sánchez.
– ¿Creés que los clubes deben ser un espacio de contención para esos chicos?
– Sí, por supuesto. Aunque los clubes no pueden abrirles las puertas a todos los niños, suelen ayudar bastante a los que están. Los equipos apuestan generalmente por los que son buenos jugadores y a esos chicos les dan una pensión, comida, elementos y es una gran contención. Obviamente los pibes se lo tienen que ganar, pero yo creo que los clubes van a seguir creciendo en ese aspecto, en ayudar a muchos que lo necesitan.