jueves, noviembre 21, 2024

Diseño gráfico, distribuidora de bebidas y centros de entrenamiento: maneras de subsistir en la B Metropolitana y Primera C

Por Francisco Fiore

Enzo Fernández, Lucas Beltrán y Julián Álvarez, grandes jugadores argentinos de fútbol reconocidos a nivel mundial. Con todos ellos compartía día a día. A sus 10 años atajaba en Lima Fútbol Club, equipo de Zárate, su ciudad natal en la provincia de Buenos Aires. En 2014 inició su formación en Villa Dálmine y en 2017 escaló a una institución de la Primera División, algo que suponía una mayor responsabilidad. Jugar en River es uno de los mayores sueños de cualquier futbolista y Francisco Salerno estaba a nada de lograrlo. Pasar de ser un “arquerito” de 16 años que descolgaba pelotas en Villa Dálmine a entrenar con algunas de las máximas figuras de la selección campeona del mundo en Qatar 2022 requiere no solo de una mejora física o técnica sino también de un crecimiento psicológico y mental. “Fue una experiencia hermosa y aprendí un montón, pero siento que podría haberme llevado mucho más. La inexperiencia y el salto abrupto a otra realidad te hacen perder un poco el objetivo principal, que es llegar a Primera. Terminé el colegio ahí mismo en River y llegué a entrenar con Reserva”, recordó con algo de nostalgia Salerno.

Fue Ubaldo Fillol, uno de los mejores arqueros de la historia del fútbol argentino y que trabajaba en el desarrollo de los jóvenes del equipo Millonario, quien le notificó que su sueño de ser profesional no se haría realidad en River, por lo que tuvo que volver a Dálmine a préstamo, pero esta vez para integrar el plantel de primera. Arrancó como cuarto arquero, llegó a ser suplente y cuando estaba en un buen momento, sufrió una lesión de meniscos. La frustración e impotencia fue tremenda. Supo recomponerse y la temporada 2021, con 20 años y ya asentado en El Viola, fue el “1” suplente toda la Primera Nacional. Esta situación perduró hasta el 2023 donde en los últimos partidos de dicha categoría y con un equipo ya descendido, le tocó su tan ansiado debut en Primera.

Su lesión le hizo pensar en el futuro. Salerno tenía un contrato mínimo en Dálmine que no le alcanzaba por lo cual empezó a estudiar el profesorado de Educación Física en la escuela Dante Alighieri de Campana. Se recibió en 2022 y como tenía tiempo libre fundó el Centro de Entrenamiento de Arqueros Lima (CEAL). “Nuestro puesto es completamente distinto al de un futbolista de campo y creo que la importancia de mejorar desde que uno es un nene es clave para después en un futuro ya llegar formado a un club”, dice Salerno.

El campo deportivo Las Moras es la casa del CEAL. Son 22 chicos que trabajan en grupos divididos por edades. A las 17 inician aquellos mayores de 17 años y a las 18 practican de 6 años en adelante. “Lo que más tengo son arqueros chiquitos por el fenómeno Dibu Martínez. Hoy, después de Messi, todos quieren ser el Dibu y eso hizo que la escuela tenga un crecimiento exponencial, teniendo en cuenta también que arrancamos después de haber ganado el mundial Qatar 2022”, explica Francisco Salerno. En los entrenamientos, abunda la remera verde del ídolo y siempre que hay una buena atajada se escucha: “¡Tapó el Dibu!”.

Ser arquero de Villa Dálmine y tener un centro de entretenimiento no es suficiente para Salerno, quien también da clases personalizadas a arqueros y es el entrenador de arqueros de todos los equipos del barrio privado Haras Santa María de Escobar. Fuera del ámbito laboral, a principios de 2024, inició la Licenciatura en Gestión Deportiva en la Universidad Abierta De la Empresa (UADE). “Decidí meterme en este camino ya que planeo en base al fútbol. Mi gran sueño una vez que cuelgue los guantes es poder fundar un club en Lima”, cierra Salerno.


“Si hubiese jugado en los tiempos de hoy, capaz que habría hecho más plata, bah, ¿quién sabe? Pero amo el fútbol y por eso es que día a día lo sigo eligiendo”.

 

Rodrigo Bilbao jugó 16 años profesionalmente como defensor en clubes como Vélez, Tigre, Huracán, Instituto, Tigres de México y Mineros de Guayana de Venezuela. La pelota le ayudó a recorrer y conocer diferentes lugares y, según él, fue clave para formarse como persona.

A los 28 años, cuando estaba en Sarmiento de Junín, Bilbao empezó a hacer el curso de director técnico y, a los 30, se recibió. El primer proyecto presentado fue en Talleres de Remedios de Escalada en 2011. Ese intento inicial quedó en la nada, pero no desalentó a Bilbao: “Era esperable. Mi presentación quedó dentro de un cajón. Nunca la miraron. Pero dos años después me llamó un dirigente fuerte del club, me aclaró que Talleres no venía bien y me ofrecieron agarrar”. El equipo jugaba la Primera C y llevaba seis partidos perdidos además de 700 minutos sin convertir. Ese fue el panorama para el debut de Bilbao como entrenador profesional. Dirigió un año y medio, desde 2013 hasta mediados de 2015 con un exitoso rendimiento. Lo dejó primero en la tabla de la C y llegó en ambas temporadas a la Ronda Intermedia de la Copa Argentina.

Esa fue su carta de presentación al frente de un club detrás de la línea de cal, pero no resultó ser lo primero que hizo apenas se retiró en el año 2010. En ese pasaje complejo para el futbolista en el que pasa de una rutina a de repente colgar los botines, Bilbao cumplió el sueño del joven Salerno y fundó el club Sportivo Escobar junto a Leonel Martens, ex compañero suyo en Sarmiento de Junín. Dicha institución ubicada en el municipio de Escobar funciona como escuelita para chicos y tiene fútbol femenino. A la noche, con un ayudante y un preparador físico, Bilbao se encargaba de entrenar a los más grandes. Permaneció ligado a Sportivo Escobar tres años hasta el 2015, período en el que inició su segunda experiencia como entrenador en Mitre de Santiago del Estero en el Federal A. “Me tuve que mudar a Santiago y no me quedó otra que dejar el club”, comentó Bilbao.

A partir de Mitre, Bilbao se asentó durante un tiempo prolongado en el ascenso argentino y se dedicó de manera exclusiva a la dirección técnica. Pasó por Midland, Deportivo Merlo y Deportivo Español. Tras esta seguidilla en el fútbol profesional, Bilbao tuvo un bache de casi dos años sin dirigir entre el 2020 y 2022, tiempo que coincidió con algunos meses de pandemia por Covid-19. Se le abrieron puertas a nuevos destinos, alejados de la redonda. Un amigo lo ayudó e hicieron un negocio, “Distribuidora ROBI”, una distribuidora de bebidas situada en Berazategui donde trabaja todos los días a partir de las 13.30 hasta las 20. Además de vender Coca-Cola y bebidas alcohólicas, con el correr del tiempo sumó yerba, papel higiénico e incluso comestibles.

En 2023 le surgió la propuesta de entrenar a Lamadrid, equipo que sigue dirigiendo hasta el momento y donde en el año 2024 se proclamó campeón de la Primera C. “Esto es lo que me gusta a mí, yo respiro fútbol y que encima se den los resultados, creo que no hay nada mejor. No me importa la plata, esto es por pasión”, sentenció Bilbao.

“Arranqué de grande a jugar. Mi viejo nunca me llevó a probar a ningún lado”. Había terminado el colegio en 2005 y un amigo lo había llamado para que haga pruebas en Ferrocarril Urquiza, con posibilidad concreta de fichar por el club. Esto era Primera D. Como siempre le gustó el fútbol y le hacía ilusión poder dedicarse a eso, no dudó y se presentó en dicha institución. Al mismo tiempo, con 18 años, estudiaba Medicina, justamente en la Facultad de Medicina y trabajaba en una librería. Así inició el camino de Ezequiel “Eche” Vidal. Una carrera futbolística de más de 15 años en la que se convirtió en el máximo goleador y el jugador con más presencias en la historia del hoy Club Deportivo UAI Urquiza.

Ya con 19 años Eche iba a la mañana a entrenar, salía e iba derecho a la librería, ubicada en Ecuador y Corrientes, y a la noche cursaba en la facultad. Fue un ciclo que repitió durante seis meses hasta que decidió cambiarse de carrera y pasar a estudiar Diseño Industrial. Después de un buen segundo año en Urquiza, en 2008, pasó a préstamo al Club Atlético Lugano, también de la Primera D. Allí percibió el primer sueldo de toda su trayectoria. “En Ferrocarril Urquiza no cobraba nada. Me daban unos viáticos que me resultaban insignificantes”, dice Vidal. En Lugano si bien no había contrato porque no era profesional, ya tenía un sueldo que sumado al de su otro empleo, le permitían sustentarse.

La identificación con la UAI es clave en el desarrollo de Vidal. Arribó al club en 2009, momento que coincide con la fusión entre el Club Deportivo UAI y Ferrocarril Urquiza. El propio jugador define esta etapa de su trayectoria como su profesionalización como futbolista: “Yo cuento mi carrera desde que llegué a la UAI”. En el año 2013 con la UAI recién ascendida y jugando en la B Metropolitana, Eche decidió “pasarse”, justamente, a la Universidad Abierta Interamericana a estudiar Diseño Gráfico. Después de dos temporadas consecutivas en B Metro junto al club de sus amores, pasó a jugar en Talleres de Remedio de Escalada, en 2016. Fue en su estadía en El Tallarín donde realizó sus primeros trabajos de diseño debido a una mala experiencia en la que le debían tres meses de salario y se las rebuscó para poder vivir. Tras un paso por Acassuso, volvió a la UAI y allí lo becaron en el curso de entrenador de fútbol. A la par de ello, realizó también el curso de dirección deportiva.

Eche se retiró en 2023 ascendiendo a la B Metropolitana con Laferrere en lo que significó el verdadero cambio de su vida. Aunque su economía se vio afectada por dejar de jugar, siempre dijo que se consideraba un afortunado de poder perseguir sus pasiones. Hoy su mayor fuente de ingreso es gracias al diseño gráfico, pero aún continúa ligado de lleno al deporte. Con el nacimiento de su hija Olivia, su panorama cambió de forma rotunda y por eso Vidal también trabaja como director técnico de la categoría principal del equipo de intercountry de Haras Santa María, barrio privado donde comparte empleo con Salerno. “En Haras estoy feliz, es un lugar de desconexión total para mí”, confesó el ídolo de la UAI. Las edades de sus dirigidos son muy similares a las de un plantel profesional: los más jóvenes de 17 o 18 años, así como también compañeros de hasta casi 40. Los entrenamientos son los martes y jueves por la noche de 20 a 21:30.

El 17 de julio de 2024 después de haber afrontado su primera experiencia al mando de un equipo (Haras Santa María) donde además logró el ascenso de categoría, le surgió la posibilidad de volver a su casa y firmó contrato en su UAI querida como director técnico de la Primera del Femenino. Por el momento el conjunto de Las Guerreras lleva disputados 13 encuentros y con 24 puntos se ubica en la 4ta posición del torneo Clausura por detrás de San Lorenzo, Racing y Gimnasia LP.

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