Por Thiago Corvalán y Pedro Finat
Iván Matías Eidelson es, junto a Liliana Cucut, uno de los dueños de Estación Ping Pong, un espacio ubicado en Villa del Parque y dedicado al disfrute y aprendizaje del tenis de mesa. El club está inscrito tanto en la Federación Nacional de Tenis de Mesa como en el Circuito TMT (Tenis de Mesa para Todos), creado para los más de 2000 jugadores amateurs que compiten en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.
Hace algunos años Iván se dedicaba a la producción audiovisual, más específicamente a la fotografía. Y si bien ha dejado de ser su profesión, aún lo mantiene como hobbie, ya que lo apasiona como el primer día. De hecho, todos los retratos que pueden verse al visitar la Estación son de su autoría. Además, dedicó una parte de su vida a entrenarse y a participar en competencias de Tenis de Mesa, aun cuando en ese momento era visto como un juego y no como un deporte.
Cuando todavía se dedicaba a sacar fotos de manera independiente, comenzó a entrenarse en el Club AG de Villa Martelli, luego en el TopMINC de Caballito y finalmente en el Club Alvear de Parque Avellaneda, uno de los más reconocidos del país en cuanto a resultados. Sin embargo, su trayectoria como jugador empezó más tarde de lo recomendado (se cree que para poder dedicarse al tenis de mesa lo ideal es iniciar alrededor de los ocho años), y no logró tener un desempeño destacado.
De esta manera es que profundizó en la disciplina pero desde otro lado, pensando proyectos más cercanos a un costado dirigencial o de gestor. Así es que surge la Estación Ping Pong, que si bien no rechaza a quienes llegan en búsqueda del alto rendimiento, está enfocada en la iniciación deportiva y en los principiantes. Debido a su transformación y haber demostrado capacidades para el rol, es convocado por la Federación de Tenis de Mesa para dirigir el Circuito TMT, organizarlo y ocuparse de su administración.
-¿Cuál es el enfoque del club y qué busca de cara a un futuro?
-Somos un club federado, así que todos los jugadores que nos representan acceden a todo el calendario de competencias oficiales, de modo que desde acá podrían llegar, por ejemplo, a un Juego Olímpico o a una Copa del Mundo. Sin embargo, el enfoque está en que la gente que le gusta jugar tome contacto y lo logre visualizar y experimentar como una actividad deportiva más que como un juego. Aquellos que tienen un poco de nivel, pueden competir desde séptima a segunda división.
-¿Cómo funciona el sistema en cuanto a los horarios de las canchas y los entrenamientos?
-Acá damos clases y entrenamientos para todos los niveles y edades, entonces cada uno tiene la posibilidad de elegir si prefiere participar de los horarios grupales o individuales. También existe la posibilidad de asignar un profesor para que se dedique exclusivamente a un jugador. Además contamos con momentos de juego recreativo, se puede alquilar una mesa o participar de la modalidad de juego libre, en la que participa gente que no se conoce y entre todos integran un grupo.
-¿Qué es lo más lejos que llegó un jugador representando al club?
-Acá hemos tenido jugadores de División de Honor, mayoritariamente veteranos. Son jugadores que ya vinieron formados, algunos llegaron a la máxima categoría del circuito federado, que arranca en séptima. La División de Honor la suelen jugar los 25 o 30 mejores jugadores argentinos de Capital Federal y Gran Buenos Aires, o sea que estarán entre los 50 o 100 mejores del país. Y tal vez ese ranking hoy está un poco debilitado porque hay muchos jugadores que no están activos o están, por suerte, jugando afuera y haciendo experiencias en el exterior.
-Si un jugador formado acá compite contra los mejores del mundo, ¿qué pasaría?
-Existe mucha diferencia. Para que te hagas una idea, el representante argentino en los Juegos Olímpicos compitió contra el quince del mundo y perdió por bastante. Es difícil porque los chicos que entrenan en el seleccionado practican entre sí, tal vez con algún entrenador experimentado, pero no tienen el nivel de sparrings acorde a lo que necesitan para ponerse a tono internacionalmente. Por eso es que a los 16 o 17 años quienes muestran condiciones ya intentan emigrar a Europa.
-La Estación abre en 2019 y comenzando el 2020 se decreta la pandemia por covid-19, ¿Qué medidas tomaron?
-Nuestro club cerró y cumplió a rajatabla lo que indicaba el gobierno independientemente de que estemos de acuerdo o no. Era entendible que la gente no podía venir a practicar, nosotros somos un caso especial porque abarcamos únicamente una disciplina, la actividad del club se basa en un solo deporte. Cumplimos y nos aferramos a la ley, pero a la vez desde un principio sabíamos que teníamos que volver cuanto antes, porque era una necesidad tanto para nosotros como para la gente que venía a entrenarse.
-¿Cómo se prepararon para volver a abrir el lugar?
-Nos teníamos que preparar para hacerlo bien, entonces organizamos una mesa de trabajo. Inventamos protocolos y la burbuja cuando todavía no estaba normalizada, aunque seguro en el paralelo ya estaba inventada. Entonces del techo se bajaron 4 cortinas de plástico que generaban 5 perímetros distintos de juego. Durante un mes los deportistas se reunían a practicar siempre con la misma persona, las cortinas estaban separadas cada dos metros, por lo que en teoría se reducían los contactos estrechos únicamente a tu compañero de entrenamiento.
-¿Qué protocolos tomaron?
-Organizamos una mesa de trabajo con otros clubes, otros entrenadores, pero sobre todo profesionales de la salud, psicólogos, deportólogos, epidemiólogos, infectólogos y construimos uno de los primeros protocolos deportivos que hubo acá. Estaba bastante desarrollado, no solamente con el comportamiento y la circulación de la gente sino con las normas de limpieza y los procedimientos. Un documento casi científico, incluso tuvo el aval de los profesionales que participaron y en el club se practicó con cierta normalidad.
-Por último, ¿las firmas en la ventana y los trofeos en la repisa de qué son?
-Están acá porque los jugadores sienten al espacio como una casa, ellos traen las copas y las donan para que queden acá. Las firmas son de los torneos que organizamos nosotros, es parte de la ceremonia de premiación, se entregan trofeos, medallas y culmina con las firmas de la ventana. Es algo que los jugadores vienen a buscar, un sello distintivo del circuito de tenis de mesa para todos, algo icónico y deseado.