jueves, noviembre 21, 2024

Los Juegos de la revolución

Por Tobías Gallardo

A lo largo de los años, los Juegos Olímpicos no solo han sido un espacio de competencia deportiva, sino un escenario global para que deportistas y naciones expresen sus posturas políticas y sociales. Estas manifestaciones, muchas veces controversiales, han marcado hitos en la historia del evento deportivo más importante del mundo, al mostrar cómo el deporte y la política se entrelazan de manera inevitable.

El Black Power en México 1968: 56 años de una protesta icónica

El 16 de octubre se cumplirán 56 años de una de las protestas más emblemáticas en la historia de los Juegos Olímpicos: la manifestación de Tommie Smith y John Carlos en los Juegos Olímpicos de México 1968. Durante la ceremonia de premiación de los 200 metros, donde Smith obtuvo la medalla de oro y Carlos la de bronce, ambos atletas decidieron subir al podio descalzos y, antes de que sonara el himno de Estados Unidos, bajaron la cabeza y levantaron sus puños, cada uno cubierto con un guante negro. Este gesto simbólico fue un apoyo directo al movimiento Black Power, que luchaba por los derechos civiles de la comunidad afroamericana en un país profundamente dividido por el racismo. 

La imagen de los dos atletas se convirtió en un ícono de la resistencia política y social en el deporte, y tuvo repercusiones inmediatas. Ambos fueron expulsados de los Juegos y enfrentaron críticas severas, pero ese gesto marcó un antes y un después en la historia de las protestas deportivas.

Jesse Owens en Berlín 1936: la victoria sobre el racismo

Mucho antes de la protesta de Smith y Carlos, los Juegos Olímpicos ya habían sido testigos de un enfrentamiento simbólico contra la discriminación racial. En los Juegos de Berlín 1936, organizados bajo el régimen nazi de Adolf Hitler, el atleta afroamericano Jesse Owens ganó cuatro medallas de oro, mientras enfrentaba la ideología racista de la supremacía aria que promovía el Tercer Reich. Aunque no hubo una protesta abierta por parte de Owens, sus victorias fueron vistas como un golpe al orgullo nazi y una reivindicación de la igualdad racial en un escenario global.

La Masacre de Tlatelolco y los Juegos Olímpicos de 1968

El contexto político y social que rodeó los Juegos Olímpicos de México 1968 estuvo marcado por un episodio trágico que dejó una huella profunda en la sociedad local: la Masacre de Tlatelolco. Pocos días antes de la inauguración de los Juegos, el 2 de octubre, el gobierno mexicano reprimió violentamente una manifestación estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas, que derivo en cientos de muertos. Aunque los Juegos se llevaron a cabo como si nada hubiera sucedido, la represión puso en evidencia las tensiones políticas que atravesaba el país y cómo la celebración de un evento deportivo global puede coincidir con momentos de crisis social.

El boicot a los Juegos de Moscú 1980 y Los Ángeles 1984

En el ámbito de las protestas olímpicas, el boicot de los Juegos de Moscú 1980 fue otro de los episodios más significativos. Más de 60 países, liderados por Estados Unidos, decidieron no participar como protesta por la invasión soviética a Afganistán en 1979. Este boicot, aunque no fue protagonizado directamente por los atletas, tuvo un impacto considerable en el desarrollo de las competiciones, al subrayar cómo los conflictos internacionales pueden afectar el espíritu olímpico.

Cuatro años después, en los Juegos de Los Ángeles 1984, la Unión Soviética y varios países del bloque comunista decidieron responder con su propio boicot, en una suerte de “contraprotesta” frente a la política de Estados Unidos. Este enfrentamiento político a través de los Juegos Olímpicos puso de manifiesto la tensión de la Guerra Fría, al evidenciar cómo los Juegos, más allá de lo deportivo, son también un espacio de disputa geopolítica.

A lo largo de la historia, los Juegos Olímpicos han sido mucho más que un evento deportivo. Desde los puños en alto de Smith y Carlos en 1968, hasta los boicots en Moscú y Los Ángeles, las protestas en los Juegos Olímpicos han servido para visibilizar luchas políticas, sociales y culturales que trascendieron las fronteras del deporte. Estos gestos, simbólicos o directos, demuestran que los atletas y las naciones han utilizado este escenario global no solo para competir, sino también para alzar la voz en favor de causas que consideran justas.

Más notas