Por Lourdes Fernández
La llegada de Franco Colapinto a la Fórmula 1 trajo consigo la lógica emoción que implica
para un país tener un piloto en lo más alto del automovilismo mundial. Tras 23 años, un
argentino volvió a subirse a un monoplaza de la máxima categoría y Argentina pareció
recordar sus raíces fierreras; esas que forjaron Fangio, el ídolo balcarceño cinco veces campeón del mundo, y al chico de Pilar que corre para Williams.
Sin embargo, las repercusiones no sólo implicaron que gran parte del país madrugara el
domingo pasado para ver el Gran Premio de Singapur, sino que también se evidenciaron en lo político. La semana pasada, el secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Daniel Scioli, afirmó que se va a ocupar de traer la Fórmula 1 nuevamente a Argentina. Para intentar lograr su cometido, en noviembre viajará a Brasil a presenciar el GP de San Pablo y hablar con las autoridades de la competencia.
El calendario para 2025 ya está establecido, por lo que no se tienen certezas respecto a en qué año Scioli planea su proyecto, ni en dónde. “Me tenés que terminar el Autódromo (Óscar y Juan Gálvez)”, le pidió a Jorge Macri, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ya que si bien el circuito se repavimentó el año pasado, este aún no cumple con las medidas requeridas.
Otra de las opciones es utilizar el trazado de las Termas de Río Hondo, que recibe anualmente al MotoGP (en 2024 se suspendió debido a los recortes del gobierno nacional ya que la organización del GP de Argentina se financiaba en buena medida con fondos públicos; volverá en 2025). También se contempló la organización de un circuito callejero y se volvió a hablar de Mar del Plata, cuyo nombre había sonado en 2012, cuando la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, anunció que el Gran Premio de Argentina volvería al calendario de la F1 en 2013, lo que finalmente no se dio por móviles políticos y, principalmente, económicos. La última vez que la Máxima visitó el país fue en 1998, cuando la Ferrari de Michael Schumacher se coronó en el Gálvez, y el alemán no sólo recorrió las calles porteñas, sino que además se tomó el tiempo de jugar al fútbol con la Selección Argentina de fútbol que viajaría al Mundial de Francia.
La financiación estaría, en su mayor parte, a cargo de empresas privadas que decidan invertir en el proyecto. Scioli aseguró que ya conversó al respecto con el presidente Javier Milei y que desde que Colapinto es parte del Gran Circo, “están dadas todas las condiciones en el país para que pensemos en grande, porque también Argentina volvió a ser un destino”.