viernes, octubre 11, 2024

Manuel Fernández, un obrero de la fábrica de Vélez

Por Román Pedersen

Manuel Fernández es un extremo habilidoso e integrante de la Reserva de Vélez campeona luego de 28 años, ese selecto grupo de chicos que volvieron a poner al Fortín en el mapa de las divisiones inferiores tras conseguir primero el Torneo Proyección 2023 y luego el Trofeo de Campeones del mismo año. Ambos, por idéntico resultado: 1 a 0 y a otra cosa. Uno, en Mendoza. Otro, en La Plata; pero La Fábrica, a pesar de la distancia, siempre está presente allá donde juegue.

     El 8 de octubre de 2004 en Santa Rosa, capital de La Pampa, Argentina, fue el lugar que vio nacer a Manucho, un joven que, así como amaga rivales en el campo de juego, también amagó los miedos de la vida. Con 14 años y forjado en el club La Barranca ya tenía nuevo destino y la V azulada lo esperaba, por lo que dejó su barrio natal para perseguir su sueño de ser futbolista profesional y con ello pasó a vivir en Liniers, a más de 600 kilómetros de la tierra donde creció. Allí, completamente solo y lejos de su familia, habitaría la pensión del Club Atlético Vélez Sarsfield, equipo que quedó atrapado por sus cualidades futbolísticas y “se lo ganó a los rivales”. 

     “Me buscaron desde Boca, Vélez y Racing. Todos me vieron en un torneo de Selección de La Pampa y sólo me probé en los dos primeros, Racing ya quería contar conmigo por lo que vieron en esos partidos. No hacía falta prueba. Los tres me ofrecieron la pensión, poder vivir y estudiar en el club. Todos eran lo mismo, pero Boca no me convencía el tema de la zona y el colegio. Además, en ese momento no muchos chicos debutaban en primera. Por eso a mis papás les interesó todo lo que era Vélez. El colegio, polideportivo, club. Todo en general. La idea que hay, la de La Fábrica, hace ver que no me equivoqué para nada en la elección”, reafirma orgulloso el pampeano que ahora reside en CABA.

     Sin embargo, su llegada y estadía no fue sencilla, a pesar de que con el correr del tiempo se convertiría en su segunda casa, ya que con una notoria brillantez en sus ojos, agrega: “Al principio quería volver, en especial el primer mes. Lo más duro era llegar a la habitación después de entrenar, apoyar la cabeza en la almohada y llorar sin parar. Extrañaba mucho. Mi mamá me llamaba y era esperar ver quien lloraba primero. Fue una etapa dura. Me perdí muchas cosas de la adolescencia, como los cumpleaños de quince. Cuando iba una semana de visita le decía a mis viejos que no quería volver, que me quería quedar con ellos. Fue un trabajo duro. Laburé mucho la cabeza”.

Sábado Vélez on X: "🤝 La Reserva empató y sigue invicta en la Pretemporada: #Vélez igualó 2-2 con Lanús en la Villa Olímpica. ⚽️ Manuel Fernández. ⚽️ Máximo Mamani. 📋 Ramil Sauer;

    Los padres, Pablo Fernández y Lorena Rodríguez, son eje fundamental en la vida de Manu, sus principales soportes y quienes lo apoyan, como también sus hermanos Thomas y Santiago. Una familia muy unida, trabajadora y estudiosa. Los hermanos más grandes, son estudiantes de contaduría. El primero ya recibido y el segundo en curso. Ellos lo ayudan con el tema contrato y “números”, algo que al jugador del Fortín no le gusta, porque asegura que no es lo suyo y que nunca lo tuvo como una posibilidad concreta. No obstante, un caso distinto es la abogacía, carrera la cual sí tuvo en cuenta y le interesaba, aunque la descartó por demandarle mucho tiempo y ser en formato de cursada presencial. 

     Nuevamente, la distancia está presente en la vida del wing de 19 años, quien en 2023 levantó sus primeros trofeos en Reserva y ambos, por casualidades de la vida, lejos de su nueva casa; pero que a pesar de eso recuerda con mucho cariño: “Lo hablé con mi papá. Cuando salí campeón me dijo que eso me quedaría para la eternidad, que me voy a acordar del primero siempre. Los momentos buenos del fútbol son muy pocos y hay que saber disfrutarlos. Viví un proceso de crecimiento y aprendizaje muy positivo”.

     Crecimiento es lo que también vivió su cuerpo. En La Pampa él afirma que “el nivel es otro y hay mucha diferencia”, por lo que, desde su arribo a Capital Federal, tuvo que trabajar su físico para estar a la par del resto y comenzó una estricta rutina de entrenamiento que hasta el día de hoy mantiene: cuando salía del colegio, a las seis de la tarde, iba directo al gimnasio para luego regresar a la pensión y cenar. Ahora lo repite. Se levanta siempre a la misma hora, va temprano al club para hacer preventivo y trabajo corporal, que son dos cosas que le gustan, realiza masajes de kinesiología y desayuna allá con sus compañeros. Ya para el almuerzo vuelve a casa, duerme una siesta y después otra vez al gimnasio. Todo muy establecido, estructurado y con pleno control. Así es su vida.

     A su vez, Pampa, llamado así por el plantel, se autodefine como una persona “muy estructurada”. Y no está errado: le gusta tener todo en orden, una grilla horaria perfecta y sin ninguna falla, por el hecho de que si algún plan se cancela, a él “se le desarma todo y le arruina el día”. Lo mismo aplica para el estudio, ya que actualmente está estudiando marketing en la Universidad Abierta Interamericana (UAI) y siempre que tiene un rato libre lo utiliza para los deberes escolares. Otra vez, lo estudioso de la familia está presente. 

     Además, Manuel, categoría 2004,  argumenta que para ser un buen jugador hay que estar preparado a nivel académico: “En Vélez nos han dado clases de finanzas, economía, para manejarnos con tema contrato y plata, y charlas de redes sociales; están muy encima no solo del jugador sino también de la persona. Todo eso sirvió. Con las redes me cuido mucho desde chico. Las manejo yo y me preocupo en qué subir: publicaciones, historias, todo lo pienso. Trato de cuidarme para que no se vea algo desafortunado. Para mí es una herramienta de trabajo. Es mi currículum, mi imagen”. 

     Su imagen por ahora viene a la perfección, lo que para él es estar en todos los puntos, tanto físicos como psicológicos. Así, el pampeano, el primero de julio de 2024, firmó su primer contrato profesional y todo el trabajo se vio reflejado en un papel, el cual le daba la bienvenida al mundo de mayores. A pesar de ese logro, todavía le falta debutar con el primer equipo, pero el extremo confía en sí mismo y, con rasgos de emoción en su cara, sostiene que pronto le llegará la oportunidad: “Estoy en las vísperas de lograrlo. Mi ilusión es debutar en Vélez y sé que lo voy a lograr. Desde que llegué que tengo esa idea. Todo se da en su debido momento. Hay que saber esperar”.

Un momento inmejorable para esta firma” / Vélez Sarsfield

     Sin embargo un partido que lo certifique como debutante no lo es todo, si bien traerá reconocimiento, sponsors y una mejor calidad de vida, el trabajo que hace el futbolista es de admirar. Siempre con la dedicación, el estudio, estructura y confianza en sí mismo como mayores pilares de su carrera, el futbolista oriundo de Santa Rosa declara: “Soy muy positivo, con 14 años y con mucha inocencia me mudé solo. Al principio no pensaba, `ché, voy a vivir de esto´, tenía ganas de jugar a la pelota y dije listo, me voy de casa. No lo pensé dos veces”. 

     La música es otro factor fundamental para Manucho, al punto de confirmar que es su mejor compañera en momentos de soledad y la que le otorga calma en épocas de tormenta, en esas donde todo parece perdido. Por esto, uno de los cantantes que más suele escuchar es el argentino Duki, que en uno de los temas favoritos de Pampa dice: “Mi vida parece muy fácil ante los ojos de un extraño, pero las presiones se vuelven más grandes y los miedos toman más tamaño. Una carrera que mantuve con altibajos más de cinco años… Cada vez más fuerte, cada vez más fuerte. Después de tantos años, yo no le diría Suerte”. 

     Si bien los caminos de la música y el deporte parecen distantes, Manu se encarga de unirlos y hacerlos convivir, ya que cuando tiene tiempo (es decir no está entrenando o estudiando) toca la guitarra y se inspira en dos Andrés referentes del rock albiceleste como lo son Ciro Martínez, de la banda Ciro y los Persas, y Calamaro. A pesar de hacerlo por pasatiempo, lo utiliza como método de relajación y para alejarse, por un rato, de la redonda.

     Formado en el club La Barranca de su ciudad, llevado al máximo en La Fábrica y con entrenamientos con el plantel mayor de Vélez, Manuel Fernández se emociona cada vez que habla de su familia, amigos y el deporte que ama. El fútbol. Con una gran sonrisa, finaliza la nota confirmando: “Sé que voy a vivir de esto. Tengo la certeza y seguridad de que así será. Estoy tranquilo. Es mi gran objetivo y lo voy a cumplir”.

 

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