Por Milagros De Stéfano
Monza fue un regalo caído del centro del cielo, inesperado. Algunos expertos dicen que el choque de Sargeant en Zandvoort aceleró todo. Otros culpan al techo presupuestario y los costos cada vez más inflados que producía el piloto norteamericano, rebasando los 4 millones de dólares en reparaciones por choques solo en 2023. En medio del torbellino, emergió alguien que hizo todo bien, estando en el lugar correcto y en el momento indicado cuando se lo necesitó.
James Vowles ya había dado algunos indicios de los planes que estaban tomando forma en su cabeza: si Carlos Sainz no aceptaba ser piloto titular de Williams, tendría que ir con su segunda opción. En un repentino giro de eventos, su segunda opción se volvió la primera de manera anticipada y Franco Colapinto debutó en el Gran Premio de Italia arriba el Williams. Contra todo pronóstico y lógica un argentino halló su lugar en la mayor categoría del automovilismo. El bautismo fue un éxito, consiguiendo un puesto número 12° entre 20 corredores. Esa misma tarde la Fórmula 1 exhibía en su Instagram que Colapinto se convirtió en el piloto que más posiciones ganó en su debut con 6, superando a Nico Rosberg por uno, quien había conseguido el récord allá por 2006.
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Arrojado ante un entorno completamente distinto en la vorágine de 72 horas, con un carisma y humildad característico de un argentino logró empezar la relación con sus nuevos mecánicos, técnicos y superiores con el pie derecho; su ingeniero de pista, Gaetan Jego, abrió la radio unos minutos antes de que ondeara la bandera a cuadros el domingo y le comunicó sus buenos deseos: “Sabes lo que estás haciendo, lo hiciste toda tu vida. Solo es gente diferente, una carrera diferente. Yo te guiaré, diez segundos, que te vaya bien, amigo”. Una historia diferente fue cuando una vez acabada la carrera, su jefe de equipo Vowles le preguntó qué tal se sentía y Franco respondió, abatido, que estaba “muy feliz”, pero que le “dolía todo el cuerpo”. Declaraciones similares había dado Oliver Bearman luego de debutar en Arabia Saudita este mismo año, cuando Carlos Sainz, piloto titular de Ferrari, tuvo que ser operado de urgencia por apendicitis y el piloto británico debió abandonar su fin de semana en la Fórmula 2 en circunstancias parecidas a las de Colapinto.
Franco tuvo otra introducción a las riñas clásicas del deporte, cuando tuvo que salir a aclarar los dichos erróneos del afamado periodista y relator español Antonio Lobato, quien afirmaba que había nacido en Italia y por eso posee doble nacionalidad: “Díganle a Lobato que anda por ahí diciendo que soy ítalo-argentino, que soy argentino solo. De Italia, solo el pasaporte y nada más”. Lobato mismo luego pidió disculpas por el error en su canal de YouTube, SoyMotor: “El error fue mío, Franco. Mis felicitaciones por tu gran carrera debut. Bienvenido a la Fórmula 1”.
Pero esta categoría no perdona, y la verdadera prueba de fuego aún está por venir: Colapinto no corrió en ninguno de los ocho circuitos que siguen en el calendario. Los verdaderos filtros serán el Gran Premio de Azerbaiyán, en Bakú, un circuito callejero que podría describirse como un primo hermano del mítico circuito de Mónaco, con curvas angostas y un entramado que requiere de una concentración casi sobrehumana por parte de los pilotos; por otro lado el Gran Premio de Singapur demostrará por qué tiene el título de la carrera más tortuosa de año, con vueltas muy largas y una humedad sofocante que la convierten en la instancia más ardua del campeonato. Franco deberá tomárselo con mucha calma; pese a las condiciones adversas, está en el ADN de los argentinos triunfar en medio de ellas.