lunes, septiembre 16, 2024

La niñez de Faustino Oro y su pasión por el ajedrez 

Por Martina Espada

A los diez años, aún con la esencia de la niñez en su mirada, conquistó más récords en ajedrez que jugadores de toda una vida. Lleva apenas cuatro años y meses de carrera. Como un prodigio del tablero, tejió su camino entre reyes y reinas con una precisión digna de un maestro, mostrando que a veces la grandeza no solo se alcanza con la edad. Jorge Rosito, su entrenador, muestra un libro de Garry Kasparov, gran maestro de ajedrez croata, y expresa con felicidad: “Todo lo que hace es una locura. Lo felicitó Javier Milei, Manuel Adorni y Kasparov -que es mi ídolo máximo-. Cuando vi el tweet de él felicitándolo dije: ‘realmente es un sueño’”. 

En el tablero de ajedrez Faustino Oro es como un general que desarrolla tácticas con la exactitud de un relojero. Imagina un gran maestro cuya mente es un vasto océano de cálculo y previsión, donde cada jugada es una ola que acaricia las orillas de la victoria. Su estilo es un elegante ballet de movimientos calculados y sorprendentes, donde cada pieza despliega su arsenal con la gracia de un bailarín en el escenario. 

Jorge, que ahora se encarga de las piezas blancas, pero que lo acompaña desde sus principios en el ajedrez, a partir de las primeras clases advirtió un don natural en él. “Un día juega una partida casi teórica hasta la movida 15, y entonces le digo, ¿cómo sabías toda esa teoría? Yo esto no te lo enseñe ¿lo viste en algún video? Todas las jugadas que había hecho estaban correctas, son todas del libro. Él no sabía nada, fue toda intuición y lectura del juego. Ahí me di cuenta de que es de otro planeta”. 

-¿Crees que nació con el don? 

– Nació con el don y yo con los entrenadores estamos puliendo ese diamante. Jorge narra que el don lo tiene, pero lo más importante es que los padres están juntos, que “lo acompañan” y que dejaron sus trabajos para irse a España. “Son dos contadores, ganaban muy bien y trabajaban en empresas muy buenas -el papá tenía 25 años ahí- y renunciaron a todo eso para apostar al talento de Fausti. Ahora me dice que lo que cobra solo le sirve para pagar el alquiler y nada más. Salieron de su zona de confort para apostar todo por él”, señala. 

El 5 de diciembre de 2023 los padres de Faustino, Romina Simondi y Alejandro Oro -a quien no le gusta dar muchas notas-, dejaron su casa en el barrio porteño de San Cristóbal; a sus familiares y amigos, y se marcharon rumbo a España, Barcelona. Todo esto lo hicieron para poder cumplir el sueño de su único hijo. Cursaba el cuarto grado en la escuela San José de Calasanz. Ahora no está yendo al colegio. El ciclo escolar en Cataluña empieza en septiembre por eso es por lo que no ha podido empezar. Los papás están intentando que acceda a un instituto por la mañana así puede dedicarle el mismo tiempo a esta actividad. 

Aunque se haya ido a España para potenciar su talento y jugar con grandes figuras, le sigue prestando atención al fútbol. Es del club Vélez Sarsfield. Pese a los miles de kilómetros, sigue de cerca al Fortín. En España aún no se decidió por ningún club, sólo mira partidos. 

Sus abuelos paternos: Elda Nuñez y Luis Oro, también son ajedrecistas. Don Luis representó al Club Vélez Sarsfield en los torneos por equipos de la Copa AFA, en los 70. Elda, con menor fuerza en el juego, estuvo animando en varias ediciones de los campeonatos argentinos femeninos. Radicados hace ya varios años en Santa Fe, los abuelos de Faustino Oro se dedican a la enseñanza y a la promoción del ajedrez en el Club Atlético Rafaela. 

Desde mayo tiene un mecenas, que quiere guardar el anonimato. Los sustenta económicamente con los viajes. Antes cuando no contaban con ese apoyo, tenían que dejar oportunidades de lado. No podían sufragar todos los gastos que implican esos viajes: hospedaje, pasajes, comida, entre otras cosas. Hoy en día cuentan con esa ayuda económica; les cubre todo. También cuenta con el apoyo y seguimiento de cuatro entrenadores (además de Rosito -encargado de la preparación de las aperturas con piezas blancas- y Villanueva -aperturas piezas negras-), trabaja de manera presencial con el GM Tomás Sosa para la táctica y con el GM peruano Jorge Cori en los finales. Una vez por semana practica con el IM Leandro Perdomo. “Conmigo tiene muy buena relación, nos vemos en persona. Con Mario hace chistes y con Jorge es como su papá. Todos los entrenadores aportan su grano de arena que construyen un castillo”, indica Tomás. 

-¿Qué crees que tiene que no poseen otros ajedrecistas? 

– Evidentemente es un chico especial. Ha logrado ya mucho más que otros jugadores en toda su vida. 

Mientras caminaba por la peatonal de Barcelona con sus auriculares puestos Tomás dice que Faustino hace todo bien. “No me parece el mejor del mundo en una cosa específica, pero es que todas las facetas que tiene son buenas. Es muy difícil ganarle a alguien así, por eso no pierde casi nunca”, observa. Se destaca en: la concentración, la actitud, la disciplina, las aperturas, la táctica, la velocidad, la reacción, uso del tiempo y los finales. 

Jorge en las primeras clases notó que era un genio. Mario Villanueva, otro entrenador de Faustino también percibió algo: “El gran don que yo le veo es la colocación de las piezas. Tiene un instinto para situar las piezas en los lugares correctos -parece una cosa tan simple pero no lo es-. Para hacerlo bien necesitas mucha experiencia. Eso es increíble, no tiene información previa y lo hace bien. Hay jugadores que con práctica e investigación previa lo hacen mal. Tiene un sentido natural increíble. En general no coloca mal las piezas nunca, no tiene errores o muy pocos”. 

-¿Qué ves en él? 

–Veo lo anormal como normal. Ya a esta altura tengo normalizado todo. 

Aunque ubica bien las piezas, a veces, le cuesta tener paciencia a la hora del movimiento. Mario dice que a lo largo del tiempo lo “mejoró” mucho. “Quizás cuando la posición requiere muchísima profundidad, se puede desorientar un poco más. Él en general hace la primera jugada que se le ocurre porque es buena. Los defectos no son tan evidentes”, profundizó. 

Al principio en los primeros torneos era muy gracioso porque no tenía el comportamiento que tiene ahora y Mario expresa que a todos les causaba mucha gracia. “Estaba en un ambiente con clima de silencio corriendo por toda la sala o mirando las partidas muy de cerca -con la cabeza dentro del tablero-”, cuenta. 

Era muy eléctrico; describe Jorge. “En el campeonato cuando no le tocaba empezaba a correr por la sala”, puntualizó. Juega ese certamen, le va tan bien que logra un puntaje que lo ubica en el mejor sub-8 del mundo. Después con 8 el mejor sub-9, con 9 mejor sub-10 y ahora con 10 y ocho meses es el mejor sub-12. Con 9 años y medio consigue ser el maestro Fide más joven de todos los tiempos. Además, fue el jugador más joven de la historia en alcanzar un ELO de 2300. 

Cada victoria de Faustino Oro es como un poema épico, un relato de ingenio y destreza que resuena en el ecosistema del ajedrez, dejando una estela de admiración y respeto en aquellos que tienen el honor de competir con él. Su legado en el tablero no es solo un testimonio de habilidad, sino una celebración del arte del ajedrez en su forma más pura y sublime. 10 años de vida, pero en este deporte solo tiene cuatro y unos meses batiendo récords. “Yo jugaba a los Rasti con mis amigos”, dice Jorge -admirado de Faustino-. 

El tiempo que lleva es curioso porque para avanzar en el ajedrez se necesita mucho trabajo y a veces no se asimila ese esfuerzo de manera lineal. “Yo te lo digo así sencillo: para mí es impresionante, él aprendió a mover las piezas en la pandemia. No tiene una explicación. Hay jugadores que llevan formándose 10 años y no saltan de nivel”, expresa Mario. 

Es un chico como cualquier otro chico. Se divierte, se ríe y hace chistes. Así lo cuenta su entrenador Mario. Lo entrena desde hace un año y dos meses aproximadamente y se encarga de la defensa. “Tiene una capacidad extraordinaria para el ajedrez. De hecho, puede estar cantando en una clase o haciendo cualquier cosa e igual decirte cual es la jugada buena -eso es increíble-. Pero claro cuando juega o compite, ha tenido esa competencia hace ya varios años, ya es un jugador profesional”, explica. 

Para algunos es algo complejo dar el mate en dos minutos. Para Faustino no lo es. Tiene una cognición -de tan chico- que pocos la tienen, casi nadie. “Muchos grandes maestros no han podido dar ese mate. Es algo que se aprende cuando ya estás en primera categoría, a los diez años de mover las piezas. Él en la segunda clase me dice ´…yo puedo dar el mate de alfil-caballo en menos de dos minutos…´”, recuerda Jorge todavía sin poder creerlo. Lo hizo en el primer intento y en menos de dos minutos como dijo. 

Estuvo en Medellín, Colombia para batallar un torneo en el que estaban los mejores juveniles del mundo. No le fue del todo bien. De los 10 era el número 8 clasificado y salió en el último puesto. Jugó un torneo tremendo porque estaban los mejores chicos de 17/18 años del mundo. Con la ayuda de la computadora Jorge se fijó dónde estaban esos errores técnicos -muy finos- y le armó una base de treinta ejemplos y los resolvió a los treinta. 

Después de eso el cambio fue tremendo. 

Aparecieron todos los torneos exitosos. El torneo de Medellín que lo que hizo ahí fue increíble; juegan los mejores del continente y maestros con experiencia (gente adulta). Termina compartiendo la segunda ubicación, del segundo al undécimo hacen 8 puntos sobre 11. Después hay un sistema y sale que termina en el puesto octavo. En la última ronda le ganó a un alemán -que ahora juega bajo bandera uruguaya- en una partida magistral que dio vuelta al mundo porque son esos jugadores que no pierden nunca. Lo destroza. Había sido campeón la edición anterior. “Un amigo que estaba jugando en Medellín me dice ‘es de otro planeta, no se puede creer’”, comenta -con asombro- Jorge. 

Cuando Faustino se enfrenta a un adversario, su presencia es tan imponente como un sol que se alza en el horizonte, iluminando cada rincón del tablero con su sabiduría estratégica. Cada movimiento es una pincelada en un lienzo complejo, una mezcla perfecta de audacia y prudencia que desafía a los rivales a descifrar sus intenciones antes de que se materialicen. 

“La mamá me dice: ‘En la última Navidad estaba esperando a Papá Noel. Entonces es rarísimo, como un nene que espera a Papá Noel juega a ese nivel’”, expresa su entrenador. Y es cierto, resulta fascinante cómo un pequeño que anhela la llegada del venerado barbudito de rojo pueda, al mismo tiempo, dominar el tablero de ajedrez con una destreza asombrosa. Fuera de los juegos y estrategias, sigue siendo un chiquillo en toda su esencia. 

Dormir abrazado a una multitud de peluches y tenerlos siempre a su lado durante las clases con su profesor Jorge, son su refugio y su alegría. Uno se llama Lolo Pepe. -Con unos ojos gigantescos-, así lo describe Jorge. “Cuando no encuentra la jugada le digo llamemos a Lolo a ver si nos ayuda con esos ojazos, pero al mismo tiempo hace jugadas de genio total. Es único en la historia”, acota. Es un ser cuya mente navega entre las complejidades del ajedrez y la inocencia de su infancia, demostrando que, aunque sus movimientos en el tablero sean de un gran maestro, su corazón sigue siendo el de un niño que cree en la magia y en los sueños. 

Faustino está todo el día jugando. Se acuesta y a las ocho de la mañana del otro día se levanta. Jorge dice que es de las cosas que más le “sorprende” porque es un nene de 10 años pero que parece un adulto de 40. Tiene esos hábitos y esa responsabilidad que lo caracterizan de esa forma. Él quiere ser campeón mundial. 

En el tablero, donde las piezas se mueven con la claridad de una manera inexplicable, brilla como un astro solitario. Cada movimiento es una sinfonía estratégica, una mezcla sublime de talento y dedicación. Sin embargo, fuera de ese reino, no relumbra de igual modo debido a las complicaciones que se le ostentan. El inglés, se le presenta como un laberinto intrincado e impenetrable. Cuando se sienta frente a un tablero se transforma; parece que tiene poderes. Mario exterioriza: “Una cosa es ver en un chico de la edad de él que tiene habilidad o potencial, -mira que bien que hace esto para la edad- pero Faustino hace bastante bien todo digamos. Parece un jugador maduro, formado”. 

En un clima de risas, Mario dice que Faustino tiene prácticamente el mismo ranking internacional que él que se dedica hace 20 años. “Entonces es muy poco tiempo -no sabe cómo explicarlo- pensar que no movía las piezas hace unos años y ahora está entre los 20 mejores jugadores argentinos con 10 años”. 

-¿Cómo es la preparación cuando le toca jugar? 

– No solo cuando le toca con las piezas negras. También buscamos ideas para aplique a futuro o posiciones que le gusten, siempre de la perspectiva del negro. 

Con Tomas Sosa (gran maestro) quien lo entrena presencial desde marzo de este año, depende del torneo hay ocasiones que lo prepara él y a veces otros profesores. “Él me llama antes de la partida. Incluso aunque esté con otro profe me cuenta cómo está, cómo se siente; cosas sencillas pero que a lo mejor lo ayudan para sentir que hay alguien más con él”, exterioriza.

Faustino, Fausti -así lo apodan familia y amigos- o Chessi (por Lionel Messi), como lo bautizó Kasparov. Fue en un posteo de Twitter donde lo felicitó luego de haberse convertido en el Maestro Internacional más joven de la historia. Lo consiguió con 10 años 8 meses y 16 días. Desde 2019 que estaba en dominio del niño Abhimanyu Mishra De Nueva Jersey, Estados Unidos. Tenía que empatar con un español y lo logró. Con ese empate se convirtió en el maestro internacional más joven de toda la historia de esta actividad. El domingo a las 10 de la mañana de España (5 de la madrugada Argentina) la partida se transmitió por YouTube. “Gente que se levantó a las cinco de la mañana, había canales en portugués transmitiendo en vivo. Todo el mundo pendiente”, dice Jorge. 

Le dedica seis horas diarias al ajedrez. Creó su canal de YouTube “FaustiChess” y ahí hace vivos. También transmite partidas como si comentase un partido de fútbol. Le ganó a Magnus Carlsen, el mejor del mundo a sus 33 años. Carlsen a la edad de Faustino había vencido a un maestro Fide, él lleva más de uno. “Esto es increíble porque le gana al mejor del mundo, pero lo más impresionante es que él comenta la partida”, recuerda Jorge. 

Nació el 14 de octubre de 2013. Pero todo comenzó durante la pandemia de covid-19. Un 30 de mayo de 2020 cuando el papá decide crearle una cuenta en la plataforma “Chess.com”. Antes de la pandemia Faustino no sabía cómo jugar al ajedrez. Jorge, que está desde que empezó todo, piensa: “Esto es de peli, estoy convencido que esto termina en un guion de película. Si Gambito de dama tuvo éxito, esto tiene que arrasar porque es una locura lo que está pasando”.

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