jueves, noviembre 21, 2024

La maratón hacia la equidad en el fútbol de selección 

Por Eva Pietrantuono

No es la primera vez que Héctor Bellerín lo hace. Que sus declaraciones abren el foco y dejan ver que el fútbol sobrepasa los límites de la cancha y del espectáculo. 

El lateral español –ex Arsenal y Barcelona– no dudó por ejemplo en apoyar la denuncia de su compatriota Jenni Hermoso hacia el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, cuando el último la besó sin consentimiento mientras ella y sus compañeras eran coronadas campeonas del Mundial Australia-Nueva Zelanda 2023. 

Tampoco le tembló el pulso para hablar sobre lo que lo volvió noticia esta vez: la disparidad salarial entre el fútbol masculino y femenino de selección.

Fue el pasado 21 de julio en el podcast En clave de Rhodes, de la Cadena Ser: “Lo que deseo y lo que es justo es que todos ganemos lo mismo, que seamos igual de profesionales, que tengamos los mismos derechos y que exista igualdad. ¿Cómo hacemos eso? Aún no sé. Lo que sí sé es que desde el fútbol masculino tenemos que ser los primeros en ayudar”. Una semana más tarde, en la conferencia de prensa previa al amistoso de pretemporada entre su Real Betis de España –equipo del cual será uno de los capitanes– y el Manchester United, defendió esas palabras ante un batallón de medios que amplificaron sus dichos frente a millones: “Si lo hacen en otros sitios, aquí es cuestión de hacerlo”.

Uno de esos otros sitios es Dinamarca. 

El 14 de junio la selección de fútbol danesa arrancaba el sueño hacia la deseada Eurocopa 2024. Pero también dio inicio a algo más duradero que una aspiración que desvanece al abrir los ojos en la mañana: un proyecto, más profundo que cualquier título o campeonato. Ese mismo día, la Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales (FIFPro) anunció que seis estrellas del máximo equipo —Andreas Christensen, Thomas Delaney, Christian Eriksen, Pierre-Emile Hojbjerg, Simon Kjaer y Kasper Schmeichel— habían firmado un acuerdo de cuatro años con la Asociación Danesa de Fútbol (DBU), en nombre de sus compañeros de selección y con el apoyo del sindicato de jugadores de su país —Spillerforeningen—. La búsqueda más importante: “Ayudar a arreglar condiciones laborales igualitarias para el equipo nacional femenino”. 

La DBU —la “AFA” danesa, pero con casi un tercio de su ganancia (un total de 13 millones de dólares según la página RocketReach)— ya había confesado el deseo de igualar los salarios de sus dos conjuntos mayores, aunque su idea era recortar el presupuesto del masculino para levantar el piso de las mujeres. Ninguna de las dos selecciones estaba conforme y sentenciaron que “así no se crea la equidad”, según contó Michael Sahl Hansen, el director del gremio de fútbol de Dinamarca. Como resultado de la negociación, los jugadores se rehusaron a aceptar un aumento de sus propios salarios para alcanzar esa equiparación, por lo que ambas selecciones cobrarán la misma remuneración básica, sin contar premios y bonificaciones. Además, se mejoraron las coberturas de los seguros y se fijó la creación de una casa común para los equipos y la de un fondo de desarrollo, financiado en conjunto por la asociación y por los jugadores de la selección masculina. 

Pero no es una filosofía que surgió de la nada. El máximo organismo danés trabaja en planes integrales y a largo plazo desde hace años, como así lo refleja en su web principal. Su lema lo condensa: “DBU, parte de algo más grande”. Así, más allá de la información tradicional que suele encontrarse en este tipo de páginas, relacionada a torneos, estatutos y formalidades, el espacio cuenta con distintos apartados que profundizan sobre la “responsabilidad social” que el mismo organismo alza como bandera. 


“El fútbol es mucho más que un juego con una pelota. Puede ayudar a marcar la diferencia, crear comunidades y unidad, y el fútbol puede unir a la gente y entusiasmarla. Sobre esta base DBU asumirá su responsabilidad y contribuirá positivamente a la sociedad. El juego puede ayudar a fortalecer la salud, la integración, la inclusión y la diversidad en Dinamarca, porque creemos que el fútbol es un lenguaje universal. El fútbol es y debe ser para todos, independientemente de quién seas y de dónde vengas.”

 

Dos semanas después del anuncio, el sábado 29 de junio a las cuatro de la tarde, gran parte de la patria futbolera argentina se amuchó frente al televisor para atender cómo daneses y germanos se rifaban el pase a los Cuartos de Final de la Eurocopa 2024, torneo que junto a la Copa América se turnó para acaparar las miradas del público durante un mes. Dinamarca luchó pero cayó por 2-0 en el Signal Iduna Park —estadio de la mítica hinchada del Borussia Dortmund— y la aspiración a un título se esfumó para los escandinavos, pero no así su proyecto a futuro, que entraba en rigor al terminar la competencia. 

Los jugadores daneses en los octavos de la Euro 2024|Foto:fútbol.dk

A unos 11.500 kilómetros, un partido se disputaba en simultáneo, en una cancha igual de glorificada por su gente y en un club que también mira a largo plazo. Era una tarde de historia para el deporte femenino argentino. Las gladiadoras —la primera división de Boca Juniors— dieron una función de juego en La Bombonera y vencieron a Rosario Central ante casi 20 mil almas, cifra inédita en la máxima categoría del fútbol de mujeres. Con ese triunfo, el Xeneize dio uno de los últimos pasos hacia el pentacampeonato, que consagró días después. 

De los 18 clubes que militan en la primera categoría del fútbol local femenino, solo Boca tiene a todas sus jugadoras contratadas este 2024. La página de la AFA –dividida en un índice de noticias, estadísticas, desarrollo y documentos– es donde se encuentra la normativa anual que regula dicho torneo, la cual nació en 2019 con la declaración de la semi profesionalización del fútbol femenino gracias al empuje de Macarena Sánchez y muchas más. Profesional porque obliga a las instituciones a contratar a sus futbolistas; semi porque demanda que un piso de 15 jugadoras tengan un acuerdo escrito de las 35 inscriptas en el plantel, con salarios que no siempre alcanzan para vivir solo del deporte.

Boca es de los que más se comprometió con la disciplina. Así lo declaró su directora técnica, Florencia Quiñones, luego de conseguir el pentacampeonato: “El secreto es el trabajo que hace un montón de gente detrás nuestro y que el club apuesta por nosotros. Ahí está la clave, más allá de que tenemos jugadoras de selección en la mayor y las juveniles. El club invierte, nos da comodidades, el poder entrenar y estar bien alimentadas. Algunas chicas tienen su sueldo, pero tampoco pueden vivir al 100. Es un camino largo”

Sin embargo, Lorena Benítez, Julieta Cruz, Eliana Stábile y Laurina Oliveros —cuatro de esas jugadoras que eran de selección hasta principios de este 2024— renunciaron a su convocatoria albiceleste para las fechas FIFA a fines de mayo, cuando el combinado argentino estaba por enfrentar a Costa Rica en dos amistosos en Buenos Aires. 

“El primer motivo, una situación que desde los 14 años cuando formaba parte del SUB 17 no me tocaba vivir, que fue no tener la posibilidad de un desayuno o almuerzo en las citaciones de entrenamiento con la preselección del día martes y miércoles pasado”. Benítez fue la que más se extendió en la explicación sobre la decisión tomada. Alegó que solo se les ofreció “una banana y un sánguche de jamón y queso” tras finalizar las dos prácticas en el predio Lionel Andrés Messi. También mencionó que el día de los amistosos no tendrían viáticos y que sus familias deberían pagar entradas, a lo que ironizó: “¿La respuesta de siempre? NO HAY PLATA”, una frase que hace eco en el país. La AFA no tardó en dar su versión: sostuvo que la vianda se entregó de manera excepcional porque había un evento FIFA en el campo de Ezeiza y estaba colapsado, que para ninguna selección se cubren los gastos de los partidos en el país y que las entradas siempre se entregan a las jugadoras para que asistan sus familiares. 

Pero el punto es que tanto ellas como “las que deciden luchar desde adentro” —como definió el entrenador de la mayor femenina Germán Portanova a las jugadoras que integran su convocatoria— lejos están de demandar paridad salarial con el equipo de los campeones del mundo. Las palabras de las cuatro futbolistas de Boca sonaron a desgaste, más allá de los avances alcanzados en la última década en el fútbol femenino. En el centro del reclamo descansa una lucha de años que permite abrir la calle a las muchas que —por suerte— caminan atrás. Oliveros —arquera con la valla menos vencida del Torneo Apertura argentino— resumió su sentir en pocas líneas: “Con el corazón partido y mil ilusiones que se esfuman de a poco… ¿Mi deseo para este año y los que siguen? Que las generaciones que vienen puedan disfrutar y ser felices corriendo atrás de la redonda, como quizás en algún momento lo fuimos nosotras”. 

Y es que cada vez son más las niñas que se ponen los botines y saltan a la cancha para dejar el puesto de espectadoras, potenciadas por la (semi) profesionalización de 2019 y por los efectos de Qatar 2022. Solo basta con entrar a cualquier club grande o de barrio para ver esta realidad, cruzarse a mujeres de todas las edades con la 10 o la 23 en la espalda, y que no sean solo los varones quienes puedan soñar que en esa celeste y blanca se lea algún día su nombre. 

 

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