lunes, septiembre 16, 2024

Yamila Benitez: karate y psicología para vivir mejor

Santiago Gutiérrez y Joaquín Arias

 El 2001 para muchos países es solamente un año más, pero para Argentina fue un punto de crisis estructural, económica, política y social. La familia de la karateca Yamila Benítez, que tenía ocho años en aquel entonces, lo padeció. Alquilaban un gimnasio de karate en San Justo, aunque no pudieron sostenerlo más, por lo que trajeron la esencia del gimnasio a la terraza de su casa también en la localidad de San Justo. “Fue de a poco, pero ahora estamos bien”, cuenta la medallista de bronce en los últimos Juegos Panamericanos de Santiago 2023. La cuota mensual vale 16 mil pesos.

El gimnasio llamado “Itosu Gym” está techado con madera lisa. Se impone una especie de lógica japonesa donde se aprovecha cada espacio. Existen dos tarimas elevadas a un metro del suelo, en una están las caminadoras y en otra las bicicletas fijas, ambas casi rozando el techo. Hay una clara división entre la zona donde se acumulan estas máquinas, de color rojo y negro, y un tatami liberado de aparatos. Yamila reconoce que “nadie debería pisarlo con zapatillas, pero después se limpia con una aspiradora”. Dentro del gimnasio predomina el color rojo, e incluso ella está vestida con una campera de ese tono. Según las creencias niponas, significa vida, pasión y energía.

Ese tatami no solo lo pisa ella sino varios chicos y chicas que quieren aprender y disfrutar del karate. Están organizados en tres categorías: de 6 a 8 años, de 9 a 12, y mayores de 12. Yamila enseña a los más pequeños y su padre Carlos, a los restantes. Hace un mes fue el Panamericano de karate en Punta del Este, Uruguay. Benítez terminó séptima y con una lesión: tendinitis en el aductor izquierdo.

Karate: YAMILA BENÍTEZ Y SU EXPERIENCIA EN MARRUECOS - Deporte Argentino Plus

-¿Cómo pasó?

-Estaba entrenando, tiré una patada y me tiró toda la pierna. Igual pude competir bien.

Fuiste infiltrada.

-Claro.

En el gimnasio entrena para recuperarse junto a su personal trainer, pareja y también karateca Julio Ichiki. “¿Desde cuándo la conozco? Ya perdí la cuenta”, menciona. La rutina consiste en estiramientos y ejercicios con las máquinas, mientras que de fondo se escucha música de boliche.

Yamila Benítez ganó la medalla de bronce en karate de los Panamericanos | Diario Norte

La frase “no hay plata” es la base fundacional dentro del CENARD: “Durante esta época se nota el apoyo a los deportes que van a los Juegos Olímpicos y a los que no. En Tokio 2020 el karate entró por primera vez a los juegos como deporte de invitado: “Es algo que siempre esperábamos, pero lo veíamos muy lejano”. Argentina no tuvo participantes, pero la emoción y la esperanza de poder competir se instaló. En París 2024, el karate no fue incluido nuevamente por el Comité Olímpico. Se decidió optar por otros deportes que puedan traer público juvenil y actividad en las redes sociales como el skate, surf o escalada deportiva. No obstante, la ilusión de Yamila y sus compañeros y compañeras sigue. “¿Será que en los próximos vuelve a entrar?”. Esa pregunta los motiva a entrenar y recuperarse con más energías.

Para Benítez, al karate “le falta un poco de atención del periodismo porque no se conoce, y al no ser olímpico es peor”. Aunque destacó la función del canal DEPORTV que televisa el torneo Open de Buenos Aires: “Sirve para visibilizar cómo es el karate”.

Fuera del tatami y sin el cinturón, Yamila Benítez es psicóloga clínica y deportiva desde hace tres años. Sus nueve clientes son chicos y chicas entre 14 a 19 años del interior del país, que practican karate: “Cada charla es super personalizada, cada uno tiene lo suyo, no todos tenemos las mismas dificultades y virtudes”. Benítez tiene una psicóloga dispuesta por el CENARD desde hace 10 años.

También trabaja con la selección femenina de Beach Handball, “Las Kamikazes”, que terminaron subcampeonas en el reciente Mundial de China. Fue la mejor campaña en su historia. Benítez, cada mes, les presenta talleres presenciales, ya que no pueden contratarla como una psicóloga fija. Cerca del tatami, hay una bandera vertical titulada en negrita: “Sentires del Guerrero”. Debajo dice que “el guerrero respeta el mundo no por su imposición moral, sino por humildad. Sabe de su finitud, de su pequeñez y sus limitaciones”. Los valores que impregna el “gimnasio de barrio”, como lo describe Yamila, lo practica en su vida y en la psicología: “Con las chicas charlamos de qué valores tiene el equipo y con qué se sienten identificadas”. El beach handball es deporte de exhibición en París 2024.

Invaden el gimnasio 24 trofeos, medallas, diplomas, pósters del bronce en los Panamericanos, de la medalla de oro en los Juegos Suramericanos de Cochabamba, su primera victoria en el Nacional de Mar del Plata y una nota de Clarín en 2008 donde con 15 años y su cinturón negro estaba junto a Paula Pareto. “Ya naturalicé que estaban ahí”, admite. Mientras hace su rutina de recuperación piensa por qué su papá puso tantas fotos y pósters y reflexiona: “Siento que los carteles están para motivar a las chicas y chicos. Demostrar que en este gimnasio alguien pudo llegar a la Selección Nacional”. Alguien que luchó, con y sin cinturón, abandonó salidas y cumples de 15, estudió, viajó, enseñó y triunfó. Eso es lo que el gimnasio Itosu quiere explicarle a los jóvenes, que son el futuro que necesita el karate argentino.

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