sábado, septiembre 7, 2024

Fernando Zappia, de River para el mundo

Por Ivan Heidenreich

Fernando Zappia es un futbolista retirado que se desempeñaba como marcador central. Nació el 22 de febrero de 1955 en Villa Luzuriaga. Cuando tenía dos años, en 1957, River conseguía el primer tricampeonato de su historia de la mano de José María Minella como entrenador y de grandes jugadores como Amadeo Carrizo, Ángel Labruna, Néstor Rossi, entre otros. Ni el hincha más pesimista de River, ni el más optimista de Boca, podían imaginar que a aquella histórica consagración le seguirian 18 años de sequía de títulos.

Es en este contexto en el que Fernando creció. Fanático del Millonario gracias a uno de sus hermanos mayores, sufrió todas las veces que a su equipo se le escapaban campeonatos inexplicables.

-¿Cómo era el día a día del hincha de River de aquella época?

-Era bancarse a las hinchadas contrarias. Me acuerdo cuando aparece el apodo de Gallina luego de perder la final de la Copa Libertadores contra Peñarol. Es muy meritorio lo de la gente en esa época porque River siempre fue grande, nunca perdió hinchas y la cancha era una cosa infernal todos los domingos.

Zappia llegó a River a los 14 años y no le tomó mucho tiempo destacar en las divisiones inferiores. Su debut como profesional se produjo en el Nacional 1974, cuando ingresó en el segundo tiempo ante Altos Hornos Zapla, en lo que terminó siendo victoria 4-1 del equipo dirigido en aquel momento por Enrique Omar Sívori. Disputó algunos partidos más en ese torneo, pero para 1975 se limitaba a ser titular en la Reserva.

Con la llegada de Labruna al banco de suplentes, River realizó una primera vuelta del Metropolitano 1975 casi perfecta, finalizando con 8 unidades de ventaja sobre su más inmediato perseguidor. Ya en la segunda rueda, el equipo comenzó a tener un andar irregular, lo que provocó que llegara al final del campeonato con Huracán y Boca a pocos puntos.

A falta de dos partidos, el Millonario le sacaba una ventaja de tres al Globo, por lo que una victoria ante Argentinos Juniors le aseguraría el tan deseado título. El lunes previo al partido, Futbolistas Argentinos Agremiados declaró una huelga de profesionales y por eso el encuentro del 14 de agosto se disputó con jugadores de inferiores. Aquel fue el partido de la vida de Fernando.

-¿Cómo fue el momento en el que te enteraste que ibas a jugar?

– Ese dia todo me pasó muy rápido. Cuando llegamos a entrenar estaba Ángel junto a Federico Vairo, que era el técnico de la Reserva, y empezaron a seleccionar jugadores. Nos enviaron a la concentración y allí nos pusieron al tanto de toda la situación con Agremiados y AFA, que decidieron que se jugara la jornada.

-¿Cómo manejabas la presión ese día?

-Hoy creo que si pienso en todas las cosas que podían llegar a pasar no entro a la cancha. Además, algunos profesionales vinieron a la concentración para decirnos que estaba mal visto que nosotros jugáramos, lo cual significó una presión extra porque no eran barrabravas, eran jugadores que nosotros teníamos como ídolos. Yo creo que eso fue puro egoísmo, no pensaron en River. Ellos solo pensaron que si ganábamos éramos nosotros quienes salíamos en la foto.

El equipo que le ganó a Argentinos: Jometón, Ponce, Raffaelli, Vivalda, Zappia (parados); Bargas, Labonia, Cabrera, Gómez, Bruno y Groppa.

Al ser de los pocos jugadores con experiencia en Primera, tuvo el honor de portar la cinta de capitán. 40 mil hinchas de River colmaron el estadio del Fortín y fueron testigos de la victoria millonaria por 1-0 gracias al tanto de Rubén Bruno, el gol que rompió la sequía más larga de la historia del club. Apenas el árbitro marcó el final, Fernando arrancó a caminar hacia el vestuario. Durante ese trayecto le entregó su camiseta a Gonzalo Iturbe, periodista de la Revista “River”, el cual la guardó y cuidó como un tesoro hasta hace pocos años, cuando surgió la posibilidad de exhibirla en el museo del club. Esa camiseta es lo que vuelve a Fernando parte de la historia de River.

-¿Qué te genera haber sido parte de ese histórico momento?

-Increíblemente en esa época parecía que River no era un equipo grande porque siempre en los partidos decisivos se veía perjudicado. Entonces cuando yo veo todo eso que tuvo que pasar River, más valoro lo que hicimos ese partido, porque fue cortar el maleficio.

-¿Cómo fue tu estadía en River después de ese día?

-Labruna me dijo que veía en mí condiciones, pero que mi puesto estaba muy cubierto con Passarella, Pena, Perfumo, Ártico y Palito Lonardi, y me dio la opción de jugar sobre la banda derecha. Yo no sentía el puesto, pero igual por estar en River me quedé y firmé contrato. Cometí el error de prestar mi carnet de jugador a un amigo para que fuera a la cancha y me suspendieron cinco fechas, por lo que no hice pretemporada. Por eso cuando me tocó jugar no estaba en las mejores condiciones y mi carrera en el club no prosperó.

Zappia continuó un año más en River hasta que quedó libre a finales de 1976. Tuvo un breve paso por Lanús y luego comenzó su travesía europea. Viajó a Austria para jugar en el SSW Innsbruck, donde ganó la Copa de ese país. Luego recaló en Francia para jugar en el Nancy y posteriormente en el Metz. Allí viviría otra de las grandes noches de su carrera.

En su primer año en Les Grenats ganó la Copa de Francia en 1984. Dicho título los habilitó para jugar la Recopa de Europa y en la primera ronda les tocó el Barcelona. La ida en Francia terminó 4-2 a favor del equipo español, por lo que para el partido de vuelta estos eran los claros favoritos. Para sorpresa de todos, el Metz logró la hazaña y eliminó al Barca en el Camp Nou, sellando así una de las remontadas más sorprendentes del fútbol europeo.

-¿Cómo viviste aquella noche contra el Barcelona?

-Comenzamos perdiendo 1-0, pero de a poco empezamos a remontar y nos fuimos al entretiempo 2-1. Entramos al vestuario pensando que teníamos chances. Además nosotros estábamos liberados, la presión la tenían ellos. En el segundo tiempo nos pusimos 3-1 y faltando tres minutos hicimos el cuarto. En ese momento sentí lo mismo que contra Argentinos. Son dos noches que van a quedar grabadas en mi vida. Yo salí de Argentina siendo un don nadie, y tener cierto reconocimiento en Europa es muy satisfactorio para mi.

Luego de un paso por el Lille y un breve regreso a Nancy, puso punto final a su recorrido en el fútbol europeo y volvió a Argentina en 1990. Llegó a Atlanta y tuvo su primera experiencia como entrenador siendo a la vez también jugador debido a los problemas financieros que atravesaba el Bohemio en esos años. Finalmente se retiró en 1992.

El equipo modesto que humilló al Barcelona, con un argentino que quiere ser recordado

-¿Creés que en otro momento hubieras tenido más oportunidades?

-Yo creo que en esta época hubiera tenido más suerte, porque ahora transmiten todos los partidos. Hubiesen transmitido la final de la Copa de Francia, la Recopa contra el Barca y tal vez hubiera sido más conocido y más tomado en cuenta para la selección. En cuanto a River creo que también, porque en mi época tenía grandes jugadores en mi puesto y hoy el único con buen nivel es el chileno Paulo Diaz.

En la actualidad es propietario de varias canchas de fútbol en Mataderos y Villa Luzuriaga, pero sin dudas su lugar en el mundo está en ese rincón en el Museo River, que guarda aquella gloriosa camiseta y une por siempre el nombre de Fernando Zappia a la historia del club.

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