Por Juan Cruz Tomasco
Una figura destacada en el vóley argentino, tanto por su carrera como jugador como por su trayectoria como entrenador. Su historia está marcada por la perseverancia, la disciplina y un amor profundo por este deporte, cualidades que lo llevaron a alcanzar altos niveles de éxito y reconocimiento.
Diego Scroca comenzó a jugar al voley desde una edad relativamente tardía. “Tenía casi 17 años, después de un par de intentos fallidos en Ferrocarril Oeste”, recuerda. Su comienzo a comparación con otros deportistas no fue un obstáculo para él, sino un desafío que enfrentó con determinación. En su carrera sentó las bases para un crecimiento sostenido, permitiéndole destacarse rápidamente en el ámbito del Voley.
Uno de los momentos más significativos de su carrera fue en la temporada 2004-2005 cuando compartió equipo con Hugo Conte en Monteros y pudieron ganar el campeonato en aquel año disputando la final ante Bolívar. “Con Conte, compartí una temporada en Swiss Medical Monteros. Fue un año muy intenso, quizás el que más me marcó en mi carrera junto a la temporada en Azul Voley”, afirma. Esta experiencia no solo le permitió mejorar como jugador, sino que también le dejó una profunda amistad con Conte y Waldo Kantor, con quienes más tarde compartió equipos como Ferro y GEBA. La relación con estos grandes del voleibol argentino fue una fuente constante de aprendizaje e inspiración para Scroca.
También se destacó en varios clubes importantes como Vélez y River Plate. “Mis mejores años fueron en Vélez con el campeonato logrado en 1994, que me llevó a participar en la formación de la selección nacional que ganó los Panamericanos del 95. Y luego llegué a mi pico de rendimiento como jugador entre los años 1998 y 2006 en equipos como Azul Voley, River Plate, Swiss Medical y Bolívar”, señala. Su desempeño en Vélez, en particular, fue un punto culminante que lo catapultó a la selección nacional y lo consolidó dado por su rendimiento llego a ser uno de los mejores bloqueadores de su tiempo.
Diego Gutiérrez, un compañero de equipo en River Plate, comparte algunos recuerdos sobre Scroca: “La primera vez que lo vi a Diego fue cuando él jugaba en Vélez a fines de los 90. Luego entre el 2001 y 2002 llegó a River, jugamos una liga argentina. Si mal no recuerdo, comenzó a estudiar educación física y en el 2011 nos cruzamos, él como entrenador en la UNTREF”. Gutiérrez destaca el carácter de Scroca como jugador: “Lo recuerdo muy aguerrido. Siempre tirando para adelante”. Este espíritu combativo y su constante empuje hacia adelante fueron características que definieron a Scroca en la cancha y que dejaron una impresión duradera en sus compañeros.
A lo largo de su carrera, Scroca se destacó por su disciplina y regularidad en el rendimiento, cualidades que él considera esenciales para el éxito en cualquier deporte profesional. “Creo que lo más importante fueron la disciplina para el entrenamiento que me llevó a tener regularidad en mi rendimiento. Me destacaba, básicamente en el bloqueo”, menciona. Esta mentalidad disciplinada no solo le permitió alcanzar grandes logros como jugador, sino que también le sirvió en su rol de entrenador, donde pudo inculcar estos valores en sus equipos.
Su madre Graciela cuenta con detalle cómo jugaba: “Era un muy buen central, la verdad que me gustaba mucho verlo jugar, tenía mucha visión sobre lo que era un partido por eso se hizo entrenador. Él hasta enfermo llegó a jugar, una vida de deportista. Tenía una memoria muy grande porque leía y se le quedaba. Nunca se llevó alguna materia. Luego fue profesor de educación física”.
La transición de Scroca como jugador para ser entrenador fue una evolución natural de su carrera. “Tenía en mente ser entrenador desde los 29 años. La carrera de jugador se me extendió hasta los 37 y mientras seguía jugando profesionalmente, dirigía inferiores. Luego, me dediqué más a los mayores”, explicó. Su enfoque en el entrenamiento y la formación de nuevos talentos fue una extensión de su pasión con el voley y por su deseo de transmitir sus conocimientos como también experiencias a las generaciones más jóvenes.
Entre sus logros como entrenador, Scroca dirigió equipos como UNTREF, Ferro, AFALP y Huracán de San Justo. Uno de sus mayores desafíos fue dirigir en UNTREF, una tarea que implicó no solo la formación del equipo sino también la gestión de toda la logística.
“El desafío más grande fue armar de la nada una franquicia con toda la logística y además ser el entrenador de un equipo femenino”.
Durante su tiempo como entrenador del club APAIB, Diego Scroca tuvo un impacto significativo en sus jugadores, incluyendo a Sabrina Blanco, jugadora y capitana del grupo. Ella comenta acerca de su experiencia en el equipo: “Él dirigiendo se mostraba tranquilo y mantenía la calma”. Además, relata cómo la ayudó a redefinir su posición en los partidos: “Cuando Diego asumió como DT, yo venía años de jugar como punta y en algunos partidos supe jugar como líbero tras una lesión en el hombro, con el correr de los entrenamientos y del tiempo me terminé consolidándome en esa posición. En aquel momento él me sugirió que fuera por ese camino y hoy por hoy creo que fue una buena decisión haber seguido su consejo”.
Sabrina también recuerda una anécdota muy especial que ilustra la humildad y el enfoque de Scroca: “El 4 de octubre tuvimos entrenamiento normal. Ninguna de nosotras sabía que ese día estaba cumpliendo años. Él no nos dijo nada y nos enteramos a los días de casualidad. Todas nos sentimos muy mal y para la siguiente preparación lo esperamos de sorpresa con una torta. Fue un lindo momento”. La relación de confianza y respeto mutuo entre Sabrina y Diego fue clave para su motivación en el equipo: “Yo confiaba mucho en Diego, en su criterio, en su conocimiento y la experiencia. Siempre sentí que él confiaba mucho en mí y esa confianza mutua fue la motivación en cada partido. Él creía más en mí que yo en mí misma”.
Además, Scroca siempre ha sido un aprendiz constante. “Fui tomando lo mejor de cada uno, algunos te suman más, pero de todos puedes aprender”, dice. Esta actitud de aprendizaje continuo y su capacidad para adaptarse y mejorar son parte fundamental de su éxito tanto dentro como fuera de la cancha.
Actualmente, Diego Scroca se dedica a la rehabilitación y entrenamiento funcional para personas mayores, aplicando su conocimiento y experiencia en el deporte para mejorar la calidad de vida. Su enfoque se centra en ayudar a las personas mayores a mantenerse activas y saludables, demostrando que su compromiso con el bienestar físico y el deporte va más allá de las canchas de voleibol.