domingo, octubre 13, 2024

El día que nos cortaron las piernas

Por Pilar Scacciaferro y Candela Carabajal

El 27 de junio de 1994 la FIFA anunció el positivo de Diego Armando Maradona, en medio del Mundial de Estados Unidos. Dos días antes y sin saberlo, el ídolo argentino vistió por última vez la camiseta de la Selección Argentina en el triunfo por 2-1 ante Nigeria por la segunda fecha.

Argentina compartía el grupo D con Bulgaria, Grecia y Nigeria, y el 21 de junio, en la primera fecha ante los griegos, Maradona convirtió su último gol con el combinado nacional. Cuatro días después, dos enfermeras aparecieron dentro del campo de juego tras la victoria ante los africanos y se llevaron a Maradona y al exdefensor Sergio Vázquez para realizarles el control antidoping. Todavía en la cancha, el 10 declaró: “Me siento maravilloso, me sentí muy bien porque me sentí importante. El equipo necesitaba que yo tuviera la pelota y así lo hice. Esto es para todos los argentinos, los quiero mucho”. Diego tomó de la mano a la enfermera Sue Ellen Carpenter y se fue al vestuario. Dos días más tarde, esa imagen sería la postal más triste en la historia del fútbol argentino.

Era un lunes 27 de junio en Dallas. Grondona había lanzado una frase ante un grupo de periodistas: “Hay un positivo, es Vázquez o el pibe”. Todos los ojos del entrenamiento de la Selección y todos los ojos del país estaban sobre Maradona, que se mostraba contento ante sus compañeros. Había pasado dos meses en El Marito, La Pampa, preparándose para el Mundial junto a su preparador físico Fernando Signorini, y a la par luchaba con la abstinencia a las drogas. Había decidido alejarse de Buenos Aires y la “mala vida”. También necesitaba ponerse bien físicamente ya que en marzo se había quedado sin club.

Los acompañaba Daniel Cerrini, personal trainer y nutricionista, que le había entregado a Diego unas pastillas para adelgazar que generaban discusión entre él y Signorini porque insistía en dejarlo en 70 kilos, mientras que el Profe lo quería en 76. En medio de una discusión, Maradona soltó: “Cerrani, cerrá el orto que vos de esto no sabés nada”. Cerrini compró más de estos suplementos cuando viajaron a Estados Unidos, pero en ningún momento revisó los componentes.


El positivo fue de Diego Maradona en efedrina, norefedrina, pseudoefedrina, norpseudoefedrina y metaefedrina. Las pastillas que había comprado Cerrini contenían ‘ma huang’: efedrina.

El 10 pasó de sentirse pleno en el pasto a caer de un golpe seco en la tierra. La ira se transformó en la sangre de sus venas y los gritos de dolor reemplazaron las palabras, que no existían para explicar tal sufrimiento. Unos ojos que brillaban por una ilusión, ahora lo hacían por las lágrimas que corrían por su cara.

Te juro por mis hijas que no me drogué. Yo quiero correr, quiero volar, me preparé muy bien para este mundial, como nunca, hablan de la efedrina y después del partido corrí 10 kilómetros. Y me duele mucho porque me cortan las piernas, me dan por la cabeza cuando tenía la posibilidad de resurgir de un montón de cosas. El día que me drogué fui y le dije a la jueza: ‘Sí, me drogué, ¿qué hay que pagar?’, y lo pagué, fueron dos años durísimos de vida”, declaró en esas horas Maradona en una entrevista con su amigo y periodista Adrián Paenza en Canal 13. Y siguió: “No quiero dramatizar, pero me cortaron las piernas, a mí y a los que siguen al lado mío. Nos sacaron del Mundial, nos sacaron la ilusión y sobre todas las cosas a mí me sacaron del fútbol definitivamente. Tengo los brazos caídos y el alma destrozada. No corrí por la droga, corrí por el corazón y la camiseta”.


Diego fue dado de baja y desplazado de su capitanía y Argentina quedó afuera tras caer 3-2 contra Rumania en los octavos de final.

Aquel “cóctel” de drogas condenaron a una trayectoria inmensa al olvido, dejando a Maradona afuera de un Mundial por un doping que, según él, no era tal. El procedimiento debió haber sido anulado ya que el recipiente debía ser ciego, pero la AFA no apeló contra la falla y la justicia siguió un curso injusto y que solo ellos entendían. Fue así como Roberto Peidró, uno de los médicos de la selección argentina en Estados Unidos 1994, pidió la nulidad del procedimiento, pero Grondona decidió no interponerse en la decisión de la FIFA.

Aquel frasco tenía el nombre del contenido que era todo. También contenía los restos de política, traición, desprecio y mentiras.

 

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