sábado, diciembre 7, 2024

La primera gran final entre Argentina y Brasil: suspensiones, caos y goles agónicos

Por Federico Zbogar

La histórica rivalidad sudamericana cuenta con su primer gran escenario en la Copa América de 1937 con un evento de más de tres horas de duración, a raíz de la cantidad de problemas en el desarrollo.

En 1937 se jugó por decimocuarta vez la Copa América, por ese entonces denominada “Campeonato Sudamericano”. Durante las ediciones más tempraneras, al haber tan pocas selecciones, el torneo se jugaba en formato liguilla todos contra todos, con la particularidad de que, en caso de empate de puntos entre dos equipos, se jugaría un partido desempate que, contextualmente, sería una final (si eran más de dos equipos los empatados se realizaba otra liguilla entre los involucrados).

Esta excepción había ocurrido un par de veces (1919 y 1922), pero nunca entre Brasil y Argentina. Fue así que luego de una victoria argentina 1 a 0 con gol del “Chueco” García por la última fecha ante una “Verdeamarelha” que le servía el empate situó en tablas a ambas selecciones que se vieron obligadas a jugar una “revancha” 48 horas después para determinar quién dejaba en jaque a quién. Fue la primera gran final entre Argentina y Brasil en torneos de máxima reputación y prestigio. 

La odisea inició desde la previa cuando el conjunto brasileño se quejó del arbitraje de quien por reglamento debería haber sido el referí del encuentro, el uruguayo Aníbal Tejada. Cambió el colegiado y dirigió el partido el oriental Luis Ángel Mirabel, quien a fin de cuentas no se libraría de la vorágine. Todos los Argentina-Brasil eran revoltosos, un juego físico, intenso, donde el afán de ganar se traducía en violencia. La tensión se liberó exhaustivamente por primera vez a los 36 minutos del primer tiempo cuando Francisco Varallo, delantero rioplatense, lanzó dos patadas desde atrás al defensor rival, Carnera. El motivo varía por donde se busque, por un lado, “El Gráfico” alude a que Afonsinho (volante brasileño) lo embistió previamente y Varallo apenas se levantó generó la trifulca. Por el otro, el medio “Jornal dos Sports” de Rio de Janeiro culpa por completo a los jugadores argentinos que ese día “se dispusieron a jugar con una violencia desmedida”. 

La policía tuvo que intervenir dentro del campo para calmar las aguas sin éxito alguno y el partido se suspendió por cuarenta minutos donde varios de la visita volvieron a los vestuarios con cero intenciones de reanudar. No obstante, los jugadores volvieron al terreno de juego, luego de una charla entre dirigentes de ambas delegaciones donde, según Jornal dos Sports, “se garantizará a las visitas que se jugaría el partido sin mayores incidentes”.

El fuego que parecía apaciguado ardió nuevamente en el Viejo Gasómetro cuando se desarrolló un segundo alboroto con varias versiones. El Gráfico contó que Zozaya, volante argentino estaba tirado en el piso y que con la pelota en posesión rival, Roberto Cerro hizo una falta táctica para frenar a Luisinho lo que desencadenó en una represalia del jugador en una patada que sostuvo el argentino mientras le agarraba el pie. Esto generó que Britto, jugador visitante inicie una nueva pelea en el estadio de San Lorenzo. En la otra cara de la moneda, el Jornal Dos Sports alegó que Cerro “carga” contra Luisinho y luego comenzó a repartir puntapiés a diestra y siniestra contra Britto y otros jugadores vecinos. Nuevamente el reinado del caos hizo presencia, con la policía y dirigentes de mediadores. A las duchas y a organizar cómo seguir.

Lo que debía ser una gran jornada deportiva parecía serlo, pero en formato de velada de boxeo. Por suerte, durante la segunda suspensión del partido, ambos equipos hicieron “las paces” pese a que el delegado brasileño Castello Branco quería finalizar el partido. A partir de allí, las patadas se transformaron en disparos mientras que los puñetazos y tumultos en gambetas. El respeto fue vital sobre el campo y se convirtió en el nuevo norte del juego. Si bien Brasil dominaba con su poder ofensivo en su temido tridente de Cardeal, Tim y Patesko, Argentina no se quedaba atrás transformando a Jurandyr, arquero paulista, como figura y ambas selecciones brindaron un gran partido donde no pudieron sacarse diferencias en los primeros 90 minutos por lo que el alargue –de dos tiempos de diez minutos– iba a ser la solución en tal rocambolesco evento.

Britto, mediocampista brasileño, en el piso a raíz de los enfrentamientos.

Para un encuentro que inició a las 21:47, la prórroga se comenzó a jugar cuarenta minutos pasadas las doce de la noche. No solo los jugadores sino que también el público estaba extenuado, pero con hambre de victoria. Luego de una tranquila primera mitad, lo mejor quedó para la última parte. Apenas dos minutos pasaron cuando el cuero, mal rechazado por el central brasileño Jahú y Jurandyr, quedó flotando en el área, listo para que un jovencísimo Vicente De la Mata de 18 años remate cruzado y ponga el primer gol en el marcador.

 

Tan solo diez minutos después, la frutilla del postre llegaría tras un cabezazo donde el mítico Bernabé Ferreyra peina la pelota, y nuevamente De la Mata arremete para sellar el resultado final y clavarle la daga a Brasil. Se inundó el ambiente a quejas, algo ya recurrente en el evento, porque jugadores y dirigentes brasileños reclamaban un fuera de juego que según El Gráfico, “por lo menos dudoso pareció en el palco de periodistas”, pero que de todas maneras el juez Mirabal decidió proseguir con el gol. Argentina había ganado su quinto campeonato sudamericano, en una final contra Brasil, que quedó para la historia.

Bernabé Ferreyra y De la Mata.

Cuatro son las finales disputadas entre una de las rivalidades más gloriosas y memorables del fútbol de selecciones. La recién mencionada de 1937 como primer antecedente y las otras tres disputadas en los últimos 20 años: Perú 2004 con victoria de Brasil por penales, Venezuela 2007 con aquella fatídica goleada por 3 a 0 de parte de la Verdeamarelha y la más reciente en 2021 con el gol de Di María que no solo cortó una sequía de 28 años sin títulos para la albiceleste, sino que también significó el primer gran trofeo levantado por Lionel Andrés Messi. ¿Y quién sabe? Quizá en Estados Unidos pueda repetirse la historia…

 

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