Matías Paez
Abogado, cordobés, político, primer presidente de Belgrano de Córdoba y docente. Algunas ocupaciones del también escritor Arturo Orgaz. Alguien que, en estas horas argentinas que ubican a la educación pública y a la universidad en el centro de la escena, simboliza el lazo del deporte con estas cuestiones: fue, en 1918, un actor preponderante en la Reforma Universitaria, que, con Córdoba como geografía clave, estableció derechos sociales para siempre.
Orgaz y sus compañeros de militancia, fuertemente críticos al dogmatismo y al elitismo que signaban la vida universitaria, fundaron la Asociación Córdoba Libre. Y desde allí se contaron entre los motores de la decisiva Reforma Universitaria. ¿Qué fue y qué es la Reforma Universitaria? Muchas cosas: la apertura de las aulas a un número más grande de estudiantes, la participación de quienes estudiaban en la dirección de las casas de estudio, la aproximación de las universidades a los conflictos del país, la libertad de cátedra, la autonomía de la universidad y, la transformación de los programas de estudio.
Su vida fue agitada pero reconocida, ya que resultó relevante en todo lugar del cual fue partícipe, partiendo desde un club de fútbol hasta la política de su provincia y, más tarde, en el país. Si Rodrigo hace de guía para Alberdi, es posible encontrar a los celestes del pirata cordobés y su estadio, ubicado sobre la calle Arturo Orgaz al 510, ya que fue uno de los fundadores del Club Atlético Belgrano de Córdoba, el 19 de marzo de 1915, y pieza fundamental para la elección del nombre.
El 19 de junio de 1903 su padre, Eleodoro Orgaz, le dijo: “¿Y por qué no le ponen Belgrano? Mañana es el Día de la Bandera”, en honor al prócer Manuel Belgrano y adoptando los colores del símbolo patrio. Y así fue, tal designación permanece vigente.
Orgaz siempre se destacó en lo deportivo: el primer presidente que tuvo la institución y el estatuto inicial que regulaba al club tiene su autoría. Su sobrino Gustavo Orgaz, en una entrevista, expresó: “Era un romántico del fútbol. Lo ejerció como futbolista. Lo llevó a cabo en la posición de back derecho, hoy el marcador central por derecha. Sin embargo, en algunos reportes periodísticos de la época, se registró que estuvo convocado como arquero en 3 o 4 partidos aproximadamente, algo que hoy puede sonar extraño pero ocurría seguido. Además conformó la presidencia de la Liga Cordobesa de Fútbol durante 5 años ininterrumpidos desde 1924“.
Por otra parte, lo que le dio más reconocimiento fue su participación en la política. Fiel al Georgismo, un concepto liderado por Henry George, desarrollaba la filosofía que manifiesta que los individuos son dueños de aquello que logren crear pero que todo lo proporcionado por la tierra pertenece a toda la humanidad. “No te des por vencido, aún vencido”, reiteraba, citando al poeta Almafuerte. Persona tenaz, valorado por sus familiares y alumnos como un opositor con argumentos, ejerció el derecho como profesión en la fiscalía de Córdoba como agente fiscal, presentando la renuncia, luego de ser amonestado por el Tribunal Superior de Justicia, por participar en actos y manifestaciones de estudiantes. “He recibido la sorpresa de conocer mi delito: es que pienso libremente y defiendo la justicia”, escribió Orgaz a la autoridad judicial.
Militó en la Unión Cívica Radical, precisamente en una rama denominada Radicalismo Rojo, aunque no duró mucho tiempo ya que, ante la caída de Hipólito Yrigoyen y la exclusión de las ideas Georgistas del partido, se unió al Partido Socialista en 1931 donde logró un alto relieve inmediato. Como repertorio político, llegó a ser senador provincial de 1932 a 1935, fue candidato a gobernador, y conformó la fórmula presidencial con Nicolás Repetto en 1937, en los comicios en los que, con fraude, fue encaramado Roberto Ortiz.
Un enamorado de la lectura, de la escritura y uno de los mejores oradores de la época, reconocido por ser el mayor exponente de la oratoria tribunicia en Córdoba. Desplegaba agudeza para la imaginación y gran versatilidad para escribir, práctica jamás abandonada. Escribió poesías como “La barca de ensueño”, ensayos “Las ideas sociales de Echeverría”, obra de teatro “Uno de tantos” y dos novelas llamadas “Cosas del amor” y “Novelas y comedias breves”. Además, publicó artículos como pensador y es autor del libro “Diccionario elemental de Derecho y Ciencias Sociales”, instaurado como material de estudio en la Facultad de Derecho donde fue docente. Su relación con la universidad, cimentada en aquella pujante Reforma Universitaria, no cesó nunca.
Fallecido en su ciudad natal el 16 de agosto de 1955, es recordado como un gran profesor, abogado, dirigente y político, pero también como la definición en persona de las palabras tenaz y entereza. Con una medalla de oro en su cuello por su tesis doctoral, siempre de Belgrano, siempre un referente de la Reforma Universitaria de 1918, lo honra la poesía que le dedicó su mejor amigo, Arturo Capdevila: “Varón cabal de la mirada pura, de redentoras causas peregrino. ¡Que miel del corazón das en tu vino, hermano dulce de sin par dulzura”.