Por Paola Villán
Es un martes cálido, sentada en las escaleras del Club Atletico Longchamps, aquel lugar donde los espectadores se sientan a ver cómo se expande la pasión de una mujer llena de movimientos que hacen brillar a las nuevas generaciones, la misma que sigue intacta y que recorre su cuerpo desde la niñez. A partir del regalo de su padrino, unos patines de chapa, la historia de Rita Forneri toma un rumbo que hace que vuele a lo más alto en su vida, con el aliento de su madre, a empezar a llevar la práctica del deporte que le trae nuevos sueños Ella con tan solo 5 años llega al Club de Jose Marmol, arranca su carrera, luego pasa por Calzada con 9 años y sigue en el Club Podestá, allí es cuando comienza todo.
Rita Forneri nació el 14 de Septiembre del año 1980, quien diría que en ella tendríamos a nuestro país representado en el ambiente del patinaje, quién diría que ese día estaría llegando al mundo una mujer con tanto para dar al futuro. Los mundiales son parte de su vida, son experiencias que siguen en su memoria, resonando en cada paso que enseña a sus alumnas, en cada coreografía que implementa en las niñas que hoy la admiran y sueñan con ser como ella. A pesar de todo lo que le tocó pasar, nunca le faltó el apoyo de su familia, de sus compañeros de clase que la acompañaban en todo momento para que pudiera estar al frente de los jurados levantando bandera por cada ciudadano, representando al lugar que la vio nacer.
Participó en la primera categoría junior a nivel mundial (antes era sólo senior) y de 50 puestos llegó a quedar 12º, era algo inesperado, a pesar que la parte económica costó hasta último momento. Estaba cumpliendo 15 años, en ese entonces llegó una decisión importante que tomar, era el cumpleaños o ir al Mundial, su respuesta fue clara: “El Mundial”. A todo esto lo que se pagase no tenía devolución (con respecto al viaje), pero “se hizo la vaquita”, expresa Rita. Su familia, sus primos, todos colaboraron. Por primera vez viaja sola. Siendo que la compañía de su madre siempre estuvo presente, en esta ocasión algo nuevo llegó, una experiencia que le toca atravesar, un viaje a Colombia, Bucaramanga, una meta fija, un objetivo que anhelo desde sus inicios, en su niñez. “Pese a todo fue lindo”, recuerda.
Ya son más de las 16:45, el reloj sigue su curso, pero la historia de Rita se pone cada vez más atrapante. Con una sonrisa en su rostro recuerda la frase de su madre: “Si lo vamos a hacer, hagámoslo bien, sino nos quedamos acá en casa y nos dedicamos a otra cosa”, pero con 9 años ya sabía lo que quería, era ir a los Nacionales de Patín, llegar a Profesional, que el día de mañana pudiera transmitir sus saberes a otros. Todo se fue dando de a poco. Actualmente, con 43 años, la idea tan clara que quería se cumplió, ese saber hoy lo desempeña con tanta eficacia en el Club Atletico Longchamps, donde ya siendo las 17:00 de este cálido martes, se comienzan a escuchar los pasos de los alumnos que van llegando a la clase.
La música empieza a sonar de fondo mientras ella, con la sonrisa intacta, continúa contando su historia, llegar a los mundiales es algo que no se imaginaba, aunque el sueño estaba ahí, y que a sus 15 años lo viviera fue algo inesperado. Llegó a competir lesionada, nunca nada la frenó, con la cercanía de sus seres queridos y el “Dale que vos podes” la mantuvieron adelante.
Una anécdota que aunque un poco bizarra para ella, lleva un buen resultado. En Brasil les tocó patinar en una pista que se abría, algo que nunca habían experimentado, en ningún momento les paso patinar sobre una plataforma igual, pero lo hizo de todas formas, con varios resultados buenos, hasta el largo que tuvo que realizar, lo cual la sorprendió con el 1° puesto, saliendo campeona.
Todo lo que adquirió en este deporte, a lo largo de su trayectoria lo implementa con éxito, el “no puedo, no existe” siempre hay que ir por más y ese es su lema. El gran amor al deporte es lo que la impulsa cada día y hace alentar a quienes enseña. La perseverancia, el no bajar los brazos ante nada es lo que les inculca para que resplandezcan en la pista, en cada movimiento, en cada coreografía.
Sus alumnas están muy felices con su profesora, admiran su manera de ser, cómo las acompaña en cada situación, en su crecimiento, reciben de lo que ella vivió, aman verla arriba de los patines, se asombran mientras la miran. “Te transmite todo desde su conocimiento, te entiende mucho”, es lo que expresa una alumna. Con satisfacción en su voz dicen Ingrid, su alumna: “La vemos y sentimos ¡WOW! queremos ser como vos”.
Rita Forneri logró todo lo que soñó desde aquel día en que sus primeros patines de chapa fueron puestos en sus manos, y aún su camino no termina aquí, no hay límite en su carrera.