sábado, abril 27, 2024

Apuestas deportivas: el creciente juego que atenta contra la salud

Por Pedro Di Fabio Roca, Miguel Souto, Bordón y Caram

El juego alrededor del deporte ha crecido notablemente en los últimos años. En el mundo, en Latinoamérica y, particularmente en Argentina. Luego de la legalización de las casas de apuestas deportivas online a fines de la última década, aparecieron más jugadores, se disparó el volumen de dinero que manejan y se multiplicó la cantidad de plataformas que conforman esta gran red de empresas. 

Pero, ¿cómo impactó este considerable desarrollo e incremento del rubro en la vida de los usuarios y en su psiquis? Nada tiene que ver la típica ruleta, los jackpots del Hipódromo de Palermo o el Bingo de cualquier localidad del conurbano bonaerense con el casino virtual que ofrecen las plataformas como BetWarrior, Codere o bplay, por mencionar algunas. ¿Previenen acaso estas firmas el juego responsable y seguro de sus clientes?

Primeramente, para entender todo lo que engloba a los millones de jugadores que hay actualmente en el país (más de 19 millones en todo tipo de apuestas, no solo deportivas, según Global Online Gambling Markets) es necesario explicar y entender a qué nos referimos cuando hablamos de apuestas deportivas. Hace muchos años era exclusivamente el “ProDe”, cuyo nombre proviene de Pronósticos Deportivos. En su primera fecha participaron 152.000 personas, 6 fechas después alcanzaron los 2 millones. 

El Prode fue un cimiento que fundó un gran abanico de apuestas deportivas que creció al punto de que -con ayuda de la globalización y los avances tecnológicos-, hoy es posible apostar en cualquier lugar del mundo y de muchas maneras más que simplemente atinar el resultado. Para continuar con el fútbol como ejemplo, se puede acertar al máximo goleador, asistidor, valla invicta, cantidad de tiros de esquina, amarillas, prácticamente todo lo que sea mensurable. En 2010 el Prode fue eliminado, cuando, luego de varios intentos de revivirlo, finalmente fue cancelado ya que “no permitía generar los fondos necesarios para solventar las erogaciones que demandaba su estructura y funcionamiento” (Decreto 95/2018); es decir, la apuesta fue cancelada por generar más gastos que ingresos. Entonces ¿qué es lo que verdaderamente importa a la hora de legalizar, o no, el juego? ¿La probable recaudación es más que los problemas en los jugadores que a veces pierden hasta lo último que tienen?

Mediante el expediente 2018-30374703-MGEYA-LOTBA se aprobó el proyecto para la coordinación de la regulación y explotación de juegos desarrollados bajo la modalidad “online” en la Capital Federal, en otras palabras a partir  del 6 de noviembre de 2018 se legalizaron las apuestas digitales. Al año siguiente también se aprobó en la Provincia de Buenos Aires el decreto 181/2019 que reglamenta el otorgamiento de licencias para el juego online.  

La votación en la Legislatura porteña finalizó con 34 votos positivos y 22 en contra, lo que demuestra que es un tema que no tiene una aceptación total y aún genera muchas controversias en gran parte de la sociedad. Entre los argumentos de los legisladores que se expresaron por la negativa, como Gabriel Solano del Partido Obrero o Paula Penacca del bloque kirchnerista, el que más se repitió y que generaba más resistencia fue el que esta actividad “puede desarrollar ludopatía en quienes utilicen estas plataformas”.

Un claro ejemplo de la controversia que origina este tema fue el documento de la Iglesia Católica local a través de la Comisión Episcopal Argentina donde expresaba sus temores. El mismo decía: “cada casa puede convertirse en un casino” y también advertía que las familias más vulnerables podrían encontrar en estas plataformas una “solución mágica” para resolver su situación económica.

En la vereda opuesta, la reglamentación indicaba que “regula una actividad existente, dada por infinidad de sitios de Internet no autorizados”. Esta legislación sienta -sin dudas- un precedente.

El monto que ingresaría a la arcas del gobierno porteño no es un dato menor, según LOTBA (Lotería de la Ciudad de Buenos Aires) de cada apuesta deportiva el 93%de los que apuesta vuelve a premio. De esos 7% del net win, hay un 10% que va al Estado.   

El aspecto tributario y la cantidad de dinero que obtienen las casas de apuestas es para tener en cuenta. Las apuestas no se mantienen por el motivo lúdico sino que, como todo negocio, lo hacen si es rentable a costa de los apostadores y su salud, mental, física y económica. Por eso es interesante saber, ¿cuánto dinero mueve realmente las apuestas deportivas? Incluso antes de adentrarse en la búsqueda, el prejuicio de que mueven millones de pesos, existe. El negocio de las apuestas en general recauda 2.400 millones de dólares al año en Argentina, según PlayTech (una empresa de software para casinos y casas de apuestas).

De todas formas, hay mucho hermetismo en cuanto a todo lo que rodea a las apuestas deportivas, desde la incontable cantidad de jugadores que manejan, las formas que tienen de cuidarlos o de controlar que jueguen responsablemente.

Al consultar con Gonzalo Álvarez, Business Manager de BetWarrior (una de las empresas de apuestas online más grande del país y del mundo) prácticamente esquivó las preguntas con el “No” como respuesta. 

Según el ejecutivo, BetWarrior no maneja números sobre cuántos jugadores tienen, ni cuánto creció su mercado en el último tiempo. Ante las consultas acerca del control que utilizan para evitar tener a jugadores menores de 18 años, así como también asegurar el juego responsable, desde la empresa optaron por no brindar la información, sino dónde encontrarla, para la cual hay que llegar hasta el último párrafo de sus largas políticas. La no respuesta, a veces dice tanto o más que la respuesta en sí.

Algo similar ocurrió con Agustín Seijas, Coordinador de Comunicaciones Externas y Prensa de Codere, quien sencillamente optó por ignorar cualquier tipo de consulta.

El crecimiento exponencial del rubro depende exclusivamente de su contraparte, los usuarios. El incremento de su participación está directamente ligado a la difusión y multiplicación de aquellas. Si bien a nivel comercial esta es una relación a explotar, las empresas que manejan los hilos de este negocio probablemente no les interese dimensionar el nivel de perjuicio que pueden llegar a ocasionar en quien ellos ven como clientes. 

Félix Maggi, ex adicto a las apuestas deportivas, es un ejemplo visible de las consecuencias a las que pueden arribar por no hacer efectivo el eslogan que reza por un  “juego sano y responsable”.

“Llegó un momento en que organicé mis cuentas en base a lo que ganaba jugando. Utilizaba las ganancias que obtenía un día para volver a trabajarlas al día siguiente. Así, me sostuve económicamente para estudiar y vivir, lo que me llevó a descartar completamente la posibilidad de salir a laburar”, narra un mes después de su “desintoxicación”.

Para poder dimensionar el alcance nocivo que tiene la ludopatía en las personas, es posible comparar este comportamiento con otras adicciones que habitan en un plano más visibilizado. “Estamos hablando de una adicción donde no hay una sustancia sino que la persona es adicta a un comportamiento; sin embargo, la intoxicación de esa persona es tan alta y tan nociva como pueden serlo las drogas, la nicotina o el alcohol”, comenta la licenciada en psicología en la Universidad de Buenos Aires Débora Blanca, quien además agrega: “Es una afección crónica. No se cura, sino que se recupera, porque siempre queda un terreno resbaladizo. Afecta a muchísima gente y sin embargo no se habla de esto, es un tema silenciado”.

Según Blanca, la lógica del apostador reside en encontrar el placer en la propia apuesta y no en la potencial ganancia o en el dinero que se pueda obtener de la misma: “el ludópata no juega para ganar sino para perder, porque si pierde tiene la excusa perfecta para volver a jugar”. Además, existen claros agravantes que aparecen cuando la apuesta se realiza a través de plataformas digitales: “Al ludópata que asiste a un bingo o a un casino en algún momento se lo detecta. Pero cuando el jugador juega sin moverse de su casa, cuando puede jugar estando en el colectivo, el tren, el subte y hasta en su mismo trabajo, es mucho más difícil”. 

Sin embargo, como tratamos en otros apartados, las apuestas online están legalizadas y son parte de la realidad. Cabe preguntarse entonces qué acciones gubernamentales se pueden tomar como paliativos. “El gobierno de la provincia de Buenos Aires reglamentó, mediante el decreto 181, publicado en el Boletín Oficial, la legalización del juego online. El juego es un gran negocio, el Estado gana mucho dinero. Entonces hay un interés por sostener los espacios de juego. Las empresas de juego obligatoriamente tienen que desarrollar un programa de juego responsable”, sentenció Blanca.

A contracorriente, lo que sucede en la práctica, dista mucho del accionar esperado de las entidades que manejan los sitios de apuestas. En una encuesta realizada en 2022 por Playtech dió como resultado que 8 de cada 10 argentinos que apuestan online dicen nunca haber recibido una advertencia sobre los problemas que puede ocasionar el juego compulsivo.

Hoy en día, si visitamos dichas páginas, en Betwarrior la advertencia sobre las consecuencias del juego compulsivo se encuentra literalmente en el último renglón de la página. En Betway, en el anteúltimo. En Bplay no hay advertencia alguna, solo un apartado en que la empresa se jacta de cumplir con las regulaciones para “apostar de un forma saludable y divertida”. En Betsson, además del mensaje de advertencia en la parte más baja del sitio, hay un número de ayuda. En todos los casos hay que scrollear entre 5 y 10 veces para llegar a ver esos mensajes.

Las apuestas deportivas han encontrado en los clubes y asociaciones de fútbol socios estratégicos para aumentar su expansión. Así lo confirmó Ronni Hertvig, director comercial del Grupo Betsson, al momento de firmar el convenio con Racing, primer equipo argentino con el que se aliaron. Actualmente, ya son siete los clubes locales patrocinados por distintas casas de apuestas (Racing, River, Boca, Vélez, Estudiantes, Rosario Central y Newell’s). Los patrocinios no solo se hacen a clubes o torneos. Por ejemplo, AFA recibe el auspicio de las casas de apuestas (Bet Warrior). El principal objetivo es buscar visibilidad para sus negocios.

Actualmente el 66% de publicidad en canales de televisión deportivos corresponde a este nuevo rubro en crecimiento, según los resultados del estudio realizado por Seenka Argentina. En base a información de aquella investigación en Argentina son 16 marcas las que publicitan en los canales de televisión, siendo Betsson, BetWarrior y BPlay las de mayor presencia. Por otro lado, el estudio Kantar Ibope Media determinó que durante el 2022 el rubro de juegos de azar fue el que más creció en inversión publicitaria multimedia (281% más que en 2021).

Gracias a esta “invasión” el número de personas registradas para jugar crece permanentemente. Para Betsson el crecimiento se ha dado de forma sostenida desde el 2021 cuando realizó su primer convenio comercial con Conmebol para ser auspiciante de la Copa América de aquel año. En el último reporte la empresa sueca registra un crecimiento interanual del 22% en la cantidad de usuarios registrados.

Hoy el negocio de las apuestas deportivas online está muy lejos de ser, justamente, una apuesta. Es, por el contrario, una certeza de ganancia para quienes tienen intereses creados a su alrededor. Crece a un ritmo acelerado y, según el informe denominado “Global Online Gambling Markets-Previsiones de 2022 a 2027”, este ritmo va a seguir en aumento, ya que se calcula un crecimiento anual del 10% en el número de apostadores deportivos hasta 2027. 

La contracara son las miles de personas perjudicadas financiera y psicológicamente por el incremento exponencial de estas nuevas plataformas. Y mientras que el negocio continúe siendo rentable, las inversiones apoyaran su visibilización mientras que los damnificados, continuarán en las sombras. 

 

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