domingo, abril 28, 2024

Rotura de ligamentos cruzados, ¿final o punto de partida?

Por ​​Ezequiel Galitó

Los jugadores de fútbol conviven con el riesgo latente de tener una lesión severa y complicada como es la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla. Se produce por distintos mecanismos, el 80% de las veces sin que exista contacto con otro jugador, el más común es un giro brusco acompañado de una flexión de la rodilla. Ese movimiento incoordinado puede ocurrir porque el pie se traba en el piso, pero también puede haber factores que hagan que la rodilla esté más vulnerable a romperse. La lesión de ligamento cruzado anterior puede alejarlos de las canchas por un lapso de entre seis y ocho meses que les afecta en la parte física pero también repercute en lo anímico y mental. Pasa por múltiples emociones: la primera cuando se produce el shock de la rotura, ya que de forma instantánea el futbolista se da cuenta de lo duro que le sobrevendrá porque conoce la profunda gravedad de lo que le aconteció y que la recuperación, seguro, será larga.

La rotura del ligamento cruzado anterior de rodilla es la lesión principal y más recurrente en la Primera División del fútbol argentino. Alejandro Cabrera, mediocampista de Banfield que en julio de 2023 la sufrió en su rodilla derecha, dice: “Estoy viviendo este momento dentro de todo bien, metiéndole ganas”. A su vez, en relación a su día a día en el predio de Luis Guillón, Cabrera, de 31 años, agrega: “La rutina es más o menos parecida a la de siempre, entrenamiento por la mañana y ya después tengo el día libre”. En cuanto a la rehabilitación, el oriundo de Los Cóndores, provincia de Córdoba, señala: “La recuperación es un poco fastidiosa pero hay que meterle para quedar bien y seguir jugando”.

Con respecto a la misma lesión hace 30 o 40 años, Julio Olarticoechea, futbolista campeón del mundo con Argentina en México 1986, dice que “el tiempo para volver era de ocho meses porque te ponían yeso y la recuperación era más lenta”. Respecto a la parte física, el Vasco expresa algunas similitudes y diferencias entre las décadas de 1980, 1990 y la actualidad: “Cambió muchísimo, antes nos íbamos de pretemporada y estábamos casi un mes en Mar del Plata o Necochea; eran largas las pretemporadas, mucha arena, te potenciaba mucho pero te quitaba velocidad, no era bueno tanta potencia”. Y sobre las rutinas de aquellos tiempos, especifica: “Poca pelota teníamos, agarrábamos el balón a la tarde pero ya estábamos fusilados de la paliza que nos pegaban en la mañana en los médanos”. En comparativa con la forma de entrenar en la actualidad, Olarticoechea remarca: “Las pretemporadas son mucho más cortas, dinámicas, y se trabaja muchísimo más con pelota, que es lo que el día del partido tenés que tratar de manejar”.

En los 80 y 90, con menos recursos o herramientas desde lo tecnológico para los problemas físicos, la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla podía significar el final de la carrera futbolística para los profesionales del fútbol. Al respecto, Fernando Signorini, histórico preparador físico de Diego Maradona, se refiere a este fenómeno de lesiones ligamentarias: “En los años 80 no eran tan comunes; creo que a partir del 2000, con el nuevo milenio, los entrenamientos comenzaron a ser mucho más intensos, casi despiadados, a veces irracionales, con demasiados trabajos de fuerza”. También Signorini manifiesta: “Cuando uno entrena, la prevención en realidad pasa por el hecho de que el contenido de los entrenamientos tiene que ser racional; sin embargo, hay una tendencia todavía instalada en Argentina en creer que más es mejor”.

El médico Daniel Galcerán, especialista en traumatología, se refiere a la intervención quirúrgica por rotura de ligamento cruzado: “La cirugía ha avanzado muchísimo; antes se hacía a cielo abierto, había que abrirle la rodilla, se buscaba hacer la reparación del ligamento mediante plásticas, y en general lo que se usaba era una parte del tendón rotuliano para reemplazarlo. Ahora es todo por artroscopia, se hacen pequeños orificios y se trabaja por ahí con cámaras de televisión para reemplazar el ligamento que se rompió con este tendón del semitendinoso. El no abrir la rodilla implica que la apertura de la articulación en vez de ser una gran incisión son tajos chiquitos, con lo cual la cicatrización es de estructuras mucho menores”. Galcerán aclara: “Antes no había cirugía de ligamentos cruzados; la artroscopia comenzó en los 80 pero era más para meniscos. Cuando tenías que hacer una reparación de ligamentos cruzados había que abrir la rodilla al medio como un libro y ver lo que estaba roto y tratar de repararlo. Implicaba grandes procesos de cicatrización y las chances de secuela eran rigideces, se hacían yesos para que no se mueva. Ahora se opera y por ahí le ponen una valva para los primeros siete días pero que se la saque un par de veces para empezar a moverse. En el Mundial 1978 vas a ver tipos que tienen unos muslos que parecen toros y arriba el tórax y los hombros son chiquitos, porque los hacían correr ocho horas por día y pegarle a la pelota todo el tiempo. En cambio hoy hacen un entrenamiento mucho más completo, con una dieta especial, los cuidan en un montón de sentidos para que el jugador físicamente esté perfecto”.

En 2023, en la Liga Profesional del fútbol argentino, hay 17 futbolistas que sufrieron la rotura del ligamento cruzado en una de sus rodillas. Supera ampliamente en número a otras dolencias como desgarros, distensiones y fracturas. El 10 de octubre, Exequiel Zeballos, extremo de Boca, sufrió esta lesión en un partido ante Belgrano por la Copa de la Liga. Es una cifra alta de futbolistas con esa ruptura pero hace cuatro años, desde la Superliga 2017/2018 hasta marzo de 2019, hubo 39 jugadores con la tan temida lesión, una alarmante estadística ya que había un promedio de una rotura de ligamentos cada 19 días. Los futbolistas de Primera disputan la Liga Profesional y la Copa de la Liga, sumados a la Copa Argentina y algunos clubes juegan torneos internacionales como Libertadores y Sudamericana. Un calendario estrecho y profesionales que compiten al máximo. No hay tanto tiempo de descanso y no se invierte tanto en prevención. Al jugador se le abren interrogantes en el proceso en el que está lesionado, sin poder realizar su trabajo ni hacer lo que tanto le apasiona.

Uno de los ejemplos trascendentes en el fútbol argentino sobre rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha es el de Martín Palermo, máximo goleador histórico de Boca, que tuvo la lesión a mediados de noviembre de 1999, anotando su gol 100 en el profesionalismo, ante Colón en Santa Fe, y volvió a jugar el 24 de mayo del 2000, cuando le marcó un gol a River en su vuelta. En total estuvo 191 días fuera de las canchas, poco más de seis meses de inactividad, el período mínimo para una lesión tan significativa, de estas características. En 2008, Palermo volvió a tener la misma lesión mientras jugaba contra Lanús en La Bombonera. En comparación con décadas pasadas, lleva un tiempo prudencialmente menor de recuperación, ya que Roberto Baggio, uno de los futbolistas italianos más destacados de los 80 y 90, sufrió en 1985 la rotura del cruzado y estuvo casi un año y medio para volver al campo de juego, un verdadero calvario para el histórico mediocampista, que confesó que llegó a pedirle a su madre que lo matara debido a tamaño sufrimiento y padecimiento físico.

Hay muchas veces ansiedad y premura por retornar al campo de juego luego de una lesión, tanto por parte del cuerpo técnico para volver a tener al jugador, como desde el futbolista, porque sabe que si está afuera de la cancha mucho tiempo pierde el ritmo de juego y, de alguna manera, se va desvalorizando porque su cotización bajará notoriamente. Sin embargo, puede ocurrir en algunas ocasiones que el retorno antes de tiempo, es decir sin cumplir el proceso de recuperación, conlleve una nueva lesión y se prolongue así la inactividad del futbolista.

Hoy los clubes tienen un personal de salud amplio que incluye médicos, masajistas, kinesiólogos, psicólogos, nutricionistas y preparadores físicos. La nutrición adecuada para el futbolista le permite disminuir la incidencia de lesiones, acelerar la recuperación y, sobre todo, conservar la salud general. En la actualidad hay muchas más posibilidades para los futbolistas que atraviesan una rotura de ligamento cruzado de volver a un rendimiento similar al que tenían previamente a la lesión, con la esperanza de seguir compitiendo al máximo nivel.

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