Por Oriana Castro
Por miedo a la repercusión que pueda llegar a tener y por el pánico a no ser escuchadas, las jugadoras de hockey y víctimas que deciden denunciar los abusos de sus entrenadores no quieren que su identidad se difunda a través de los medios, pero sí su testimonio.
A excepción de otras que sí deciden hacer público su nombre, la jugadora prefiere esconder su identidad debido al trauma que le sigue generando hablar acerca del abuso que sufrió cuando era una adolescente. Su denuncia fue radicada en 2016 y es contra Pablo Pacu Fernández Garaygorta, ex preparador físico de la selección argentina de hockey juvenil femenino, Las Leoncitas, y el seleccionado mayor, Los Leones. El abuso sexual gravemente ultrajante por el que se lo acusa ocurrió en el Club Atlético y Progreso Brandsen, de la provincia de Buenos Aires, durante 2004 y 2006, cuando el victimario tenía 39 años y la víctima, 14.
“Cuando todo empezó fue muy extraño y difícil, porque había mucha invasión de mi cuerpo. Él solo me decía una y otra vez que estaba enamorado de mi”. Con una voz tímida y pausada, pero segura, la ex jugadora de Brandsen describió cómo vivió su calvario en una nota con Infobae, realizada vía audios de WhatsApp debido a que por más de que hayan pasado 12 años desde que ocurrió el abuso sexual, la víctima aún no se encuentra preparada para mostrar su identidad a los medios, pero sí ante la Justicia.
Además de ella, hay dos víctimas más que contaron sus historias de abuso que particularmente son muy similares entre sí. Aunque ninguna de ellas quiso denunciar a Fernández Garaygorta de manera individual, sí prestaron testimonio en el juicio contra su ex profesor mostrando su identidad para la justicia pero no para los medios. Las jóvenes que en ese momento eran consideradas “las preferidas” de Fernández Garaygorta asistían a la casa de su profesor de manera individual con la excusa de analizar videos de jugadas para poder mejorar. “Además del club, allí también ocurrieron varios hechos de abuso”, afirma Sofía Caravelos, abogada de la víctima y encargada de llevar su caso en la Justicia.
Para una adolescente vivir situaciones en las que un profesor abuse de su poder y se aproveche de su alumna para darle un beso y hasta penetrarla con sus dedos durante una cena en el club es algo muy duro de afrontar. A los 14 años muchas chicas apenas están en el proceso de forjar su personalidad. Los abusadores se aprovechan de la vulnerabilidad e ingenuidad para acosarlas y manipularlas. En algunas ocasiones las principales víctimas suelen tener problemas en sus casas, con su familia, en la escuela, o simplemente se encuentran solas y utilizan al hockey como manera de distracción, sin darse cuenta que se convierten en una presa fácil. En el caso de la víctima de Fernández Garaygorta, en el momento que sucedió el abuso sus padres estaban teniendo problemas matrimoniales que el acusado conocía y se aprovechó de esa tristeza, confusión y debilidad para ganarse cada vez más su confianza y poder manejarla.
“Pacu te tenía es su poder”, testificó la ex novia de la víctima en el juicio que se lleva a cabo en la ciudad de La Plata. Durante el tiempo que se dio el abuso, Fernández Garaygorta tenía un cargo muy importante en la Confederación Argentina de Hockey (CAH) como preparador físico del cuerpo técnico de Las Leoncitas y Los Leones. De tal manera que todas las jugadoras de Brandsen sabían que si querían llegar a jugar en el seleccionado argentino, él era el único que tenía los medios para hacerlo posible.
Las charlas a solas, el discurso de que para jugar deben mejorar su rendimiento, las clases particulares fuera del horario habitual de entrenamiento, el contacto físico desmedido, son los métodos que empleó para que las víctimas bajaran la guardia; y al momento de encontrarlas débiles y sin saber qué hacer, se aprovechó de ellas. Fue de menor a mayor: primero atacó la parte psicológica, y una vez que las vio frágiles, pasó a lo físico, teniendo a su favor que al ser adolescentes, por su ingenuidad y vulnerabilidad, no pudieron distinguir en ese momento que eran abusadas, sino que tardaron meses o hasta años en darse cuenta de lo sucedido. “Según estadísticas, los abusos ocurren en un 80% en el ámbito intrafamiliar y relacionándolo con el deporte. Cuando un adulto y profesor en el que la víctima confía y de la que espera protección termina abusando de ella, genera una confusión y malestar, sentimientos de culpa e inutilidad que le son barreras para contar lo que le está pasando”, dice la psicóloga y especialista en casos de abuso sexual Mayra Lafuente.
“Fueron cuatro años de callar por miedo, por no entender muy bien qué había pasado”, explicó la víctima en una nota con Infobae. Ataques de pánico, ansiedad, estrés, falta de interés y depresión fueron algunos de los síntomas por los que tuvo que pasar años después de haber vivido la serie de abusos psicológicos y físicos por parte del entrenador Fernández Garaygorta. Al principio la denunciante no consideró ser víctima de abusos por parte de su profesor, ya que ella lo veía con el respeto que se merecía debido a su trayectoria como profesional y entrenador. Al ser parte del cuerpo técnico de “Las Leoncitas”, ningún padre, alumno, dirigente, familiar o allegado dudaba de su falta de profesionalismo. En la primera audiencia del juicio, que inició en septiembre de 2023, el padre de la víctima testificó que en una ciudad tan chica como Brandsen, donde todos se conocen, los abusos sexuales no son algo habitual, ya que se confía en las personas que viven allí.
La gota que rebalsó el vaso y pudo poner fin fue cuando Pacu Fernández Garaygorta abusó de la víctima en una cena que se llevó a cabo por el 2006 en el Club Atlético y Progreso Brandsen y en la que estaban presentes tanto jugadoras de hockey como jugadores de rugby. En un momento, relató la ex novia de la víctima, “Pacu” le dijo que lo acompañara a regar unas flores que estaban en una zona aislada en el club. Poco convencida y medio retraída, la víctima aceptó el pedido de su entrenador y se fueron solos de la cena. Al volver, la ex novia que entonces era su amiga la vio muy callada y con la mirada perdida.
-¿Qué pasó allá con “Pacu”?
Silencio.
Luego de casi más de un año, antes de que se produjera la denuncia, la víctima le confesó que en esa ocasión Fernández Garaygorta le había metido los dedos en la vagina, lo que le produjo un estado de shock del que no se podía siquiera mover, aunque no había sido la única vez en la que él había abusado de ella, sino que en otra circunstancia también la había besado sin su consentimiento. Así lo relató su ex pareja, con la voz casi rota y los ojos llenos de lágrimas.
Durante sus 39 años, Fernández Garaygorta fue un ciudadano de Brandsen muy querido y respetado por los padres de sus jugadoras que en muchas ocasiones permitían que su profesor compartiera con ellas momentos fuera de la cancha. “Desde la Confederación Argentina de Hockey siempre protegieron al victimario y hasta le ofrecieron un puesto de trabajo mientras cumplía prisión domiciliaria”, expresa la abogada Caravelos, y confirma que desde la CAH siempre protegieron a Pacu. Aunque desde que se produjo esta denuncia, los integrantes de la asociacion negaron por mucho tiempo el abuso sexual. Al momento de ser procesado por la justicia los mismos decidieron no seguir confiando en él. Posteriormente la solución que encontraron para desligarse fue la de correrlo del cargo que le habían ofrecido luego de que se produjera esta denuncia formal.
En la CAH, aun en 2023, no existe un protocolo abierto al público que diga de qué manera se tienen que manejar las autoridades de un club ante un abuso sexual, tanto de un profesor hacia una alumna, como de un jugador hacia una jugadora. Con la existencia de un protocolo que indique el paso a paso de cómo debe actuar el club y las autoridades ante el abuso de poder en el deporte, se pueden evitar estas situaciones, y de esta manera tanto los jugadores como las jugadoras en el caso de que lo necesiten pueden apoyarse legalmente.
El hockey pasó de ser su lugar de disfrute, en el que se divertía y pasaba grandes momentos con sus amigas, a ser una pesadilla. “Mi vida se detuvo diez años; en 2016 empecé terapia con una psicóloga que me hizo entender que la situación por la que había pasado debía sancionarse en la justicia”, declaró la víctima en la nota con Infobae, en la que dejó entrever que sin la ayuda de su terapeuta no podría haber dado su testimonio. Gracias a su abogada, terapeuta, amigos y en especial a su familia, la víctima pudo contar su historia.