sábado, abril 27, 2024

El arte de los vendajes deportivos

Por Guido Debenedetti

Todos los fines de semana se levanta a la madrugada y se toma su café. Se viste y agarra el bolso que dejó preparado el viernes por la noche antes de su pelea, el sábado. Su mano y tobillo le duelen, pero no dice nada. Menos de 24 horas pasaron desde su último entrenamiento, pegándole a la bolsa que simulaba ser un mortal. El recorrido es sencillo. Agarra el auto y en diez minutos ya está en el United Fight Club de Avenida Córdoba al 4000, lugar del combate. Siempre deseoso de competir en un lugar donde las peleas son
situaciones de todos los días.

―¿Cómo te sentís? ―le pregunta un compañero.
―Bien ―responde rápido y cortante, ajustándose las botas.

No se entendía la tranquilidad de alguien que en un sábado tan lindo iba a recibir una golpiza. Aunque Alexis Estevez siempre fue bueno ocultando las emociones, se notaba que estaba feliz. Ver el ring, las botas, los guantes y los jurados le provocaba una mini inyección de éxtasis en el cuerpo. Pero faltaba alguien fundamental en el combate y no se sabía cuándo iba a llegar.

El cutman o “el hombre de los cortes” es el experto más capacitado para vendar, coser y preparar a un peleador. En el caso de Alexis, su cutman es Nicolás Ruiperez, que ya tenía mucha experiencia en eventos de combate. El cutman sale únicamente en los combates pero su presencia es vital en un equipo de boxeo. Su habilidad y fuerte es la rapidez, dado que tiene que entrar y salir del ring en pocos segundos. Un cutman profesional de las artes combinadas mixtas, disciplina conocida como MMA, podría llegar a ganar en una noche aproximadamente 100 mil dólares dependiendo cuántas peleas haga y la importancia que tengan.

“Hay que tener en cuenta el perfil del peleador y, claro, los puntos débiles”, resalta Ruiperez. El peleador Estévez sentía un dolor en su mano izquierda, debido a un golpe mal ejecutado a la bolsa de entrenamiento. Sumado a ese dolor, su tobillo derecho había sufrido un esguince cuatro meses atrás por una patada que acabó en la rodilla de su compañero de entrenamiento doblándose la articulación.

El primer vendaje arrancó por la zona afectada de la parte superior de la muñeca izquierda. Una venda que contiene un elástico que se ajusta al dedo pulgar y hace de palanca para que la tela se mantenga tensa y ajustada en todo momento. Inicia con dos vueltas a la muñeca; luego el peleador abre la mano y la tela pasa por su pulgar formando una “X”. El proceso se repite dos veces más hasta que se decide pasar por la zona de los nudillos. En la zona fuerte de la mano se dan tres vueltas y se vuelve a la muñeca para completar el vendaje. El cutman logró una técnica milenaria en tan solo un minuto y treinta segundos. En total, vendar las manos le tardó tres minutos.

Conforme espera, al peleador se le llenan las manos de poder. Ya no tiene manos: tiene armas. Dos gemelos idénticos que se van a sincronizar en un desenfrenado ritmo y que van a terminar en la cara, pecho o piernas del contrincante. Pero lejos de terminar, el Chino, como muchos le dicen a Estevez, necesita mantenerse quieto. El cutman se movió a la parte inferior del peleador y le pidió que se acostara en la camilla. Es tiempo de vendar las partes más expuestas de un deportista profesional, los tobillos. En el combate, son los responsables de proporcionar patadas mortales a su rival dejándolo inconsciente por minutos. Un buen vendaje inferior le otorga al luchador estabilidad y confort para lanzar los golpes.

“El vendaje del tobillo se debe ajustar bien al pie del atleta, sin cortar la circulación”, recalca el doctor Marcelo Zenof, mientras toma unas vendas de su armario ubicado detrás de su escritorio. Y proporciona en su consultorio del sexto piso de Avenida Libertador, en el barrio de Recoleta, una masterclass de cómo vendarse el tobillo descalzándose.

―Es fácil ―arranca el doctor―. Hay que poner el tobillo en una silla tratando
de mantenerlo en 90 grados y luego se le dan tres vueltas a la planta del pie.

―¿Solo eso hay que hacer?

―No―responde el doctor, kinesiólogo y cirujano―. Después tenés que subir
a la parte superior del tobillo formando una “X”, darle dos vueltas más sin
ajustar, y repetís el proceso hasta que se te acabe la venda.

Si bien los movimientos del doctor Zenof no son como los del cutman por la rapidez de las manos, se nota que hay mucha práctica y años de experiencias en sus vendajes. Se los llama “vendajes funcionales” ya que no reducen por completo la movilidad de la articulación. Su propósito es prevenir y establecer una fuerte unión para que el deportista se sienta cómodo.

El blog de la Clínica de Fisioterapia Bailío de la provincia de Córdoba en España destaca que los vendajes existen prácticamente desde siempre, y que, en la prehistoria, el ser humano hacía uso de ellos para contener hemorragias y taponar heridas rudimentariamente. El primer vendaje del que se tiene registro es de Egipto, hace más de 5000 años. Gracias a las escrituras en las ruinas dentro de las pirámides, se conoce a Athotis como el primer médico entre los egipcios, al que veneraban como un Dios. Las vendas que usaban eran tiras de lino remojadas con el agua del río Nilo. A su vez, civilizaciones igual de antiguas como los babilonios demostraron en sus manuscritos la importancia de crear apósitos protectores contra enfermedades y lesiones.

En la línea histórica, los romanos contaron con Claudio Galeno, quien es considerado un padre de la medicina antigua. Gracias a sus descubrimientos e investigaciones, Galeno describió la importancia de la estabilidad de las

articulaciones. Propuso técnicas de inmovilización con el vendaje, que ayudó al tratamiento de lesiones y fracturas de la época. Como coincidencia, se conoce que Galeano completó sus estudios en Alejandría, Egipto, país donde se registró el vendaje más antiguo del mundo. En su paso por la ciudad egipcia, escribió Methodo medendi, su principal libro sobre el arte de la curación, que ejerció una enorme importancia en la medicina durante 15
siglos.

Pero si bien los vendajes acompañan cada día a los deportistas profesionales en sus prácticas hay situaciones en las que el vendaje tiene otro uso: ser cábala. Es el caso del chileno Iván Zamorano, que en el Mundial de Francia 1998 se vendaba la muñeca derecha dado que la primera vez que se vendó por precaución anotó tres goles. Una situación similar le ocurría a Juan Sebastián Verón, referente del club Estudiantes de La Plata, que se vendaba su rodilla derecha luego de haber superado una lesión y convertir un gol en su regreso. Tal es la seguridad del vendaje que Luis Suárez, delantero del seleccionado uruguayo, confesó: “En el Liverpool me hice un esguince en el dedo, pero no iba a dejar de jugar. Agarré y le dije a uno que me hiciera un vendaje: tres goles contra el West Bromwich con la venda”. A partir de ese partido, Suárez no volvería a jugar ni un amistoso sin su vendaje de muñeca.

Hoy las innovaciones en el campo del vendaje deportivo apuntan al kinesiotaping o vendaje neuromuscular. Que se pueden identificar por sus colores llamativos a la hora de colocarlos. Estos vendajes se utilizan para solucionar lesiones y dolores musculares sin restringir los movimientos como ocurre en algunos vendajes. También brinda alivio del dolor, mejora la circulación, corrige problemas articulares como posturales y disminuye la inflamación. Por lo general se utilizan en articulaciones difíciles de vendar, como la rodilla o los hombros.

Muchas son las razones para vendarse, pero aun así hay un porcentaje de deportistas principalmente amateurs que optan por no hacerlo. El vendaje en el deporte desempeña un papel crucial a lo largo de la historia y continúa siendo una práctica esencial en la actualidad, tanto en la prevención como en el tratamiento de lesiones, lo que permite competir y entrenar de manera segura y efectiva.

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