Por Santiago Rubio Laucella
En el DRV PNK Stadium, un lesionado y atónito Lionel Messi observaba desde la grada, junto a su esposa, Antonella Rocuzzo, la derrota de su equipo. El Inter Miami había caído ante el Houston Dynamo en la final de la Lamar Hunt US Open Cup y el astro rosarino no había podido sumar el título número 44 de su carrera. Emocionados, los jugadores de Houston levantaron la copa del torneo que se disputa ininterrumpidamente desde 1914 y que -desde 1999- recibe su nombre en honor a un poderoso empresario de los Estados Unidos. Un hombre, que no sólo promovió el fútbol en el país anglosajón, sino que también supo codearse con altas esferas del poder y las mafias: lo que lo llevó a estar involucrado en la muerte del presidente John Kennedy y ser investigado por el Estado americano.
¿Quién fue Lamar Hunt?
Nacido el 2 de agosto de 1932, criado en el Estado de Texas y heredero de Haroldson Hunt -magnate de petróleo-, utilizó su influencia y riqueza para invertir en el mercado deportivo.
Cuando aún el béisbol monopolizaba como entretenimiento deportivo los televisores de las familias americanas semana tras semana, incursionó en el por entonces poco popular fútbol americano, en 1959. Hunt trató de crear su propia franquicia dentro de la National Football League, pero su propuesta fue rechazada por los directivos de la liga. No conforme, intentó comprar a los Chicago Cardinals con el objetivo de mudarlos a Dallas, su tierra natal; pero otra vez su propuesta fue declinada.
Frente a la imposibilidad, se juntó con otros siete grandes empresarios para conformar “El Club de los Tontos” – denominado así por sus competidores – y fundó un circuito de competencia paralelo llamado American Football League. En la AFL, Hunt por fin tuvo su tan ansiada franquicia: los Dallas Texans, luego reconvertidos en los Kansas Chiefs. El proyecto fue un éxito financiero y de popularidad, por lo que los dirigentes acordaron con el comisionado de la NFL Pete Rozelle la realización de un torneo anual a partido único entre las dos asociaciones. Aquella competencia culminó siendo el Super Bowl, que fue bautizada luego de una recomendación de L.Hunt. Al magnate se le ocurrió el nombre tras ver jugar a su hija con una pelota de hule llamada “Super Ball”.
Años más tarde, la AFL finalmente se fusionó con la NFL y los Kansas Chiefs llegaron a ganar tres veces el “Super Tazón”, que terminó transformándose en el evento deportivo más visto de los Estados Unidos hasta la actualidad.
Tenis y fútbol: el mito de un “Super” Dirigente
Ya con fama de ser un exitoso dirigente, Hunt se enamoró del fútbol luego de ver la Copa del Mundo de 1966 y presenciar un partido del Dundee United en Irlanda. Promovió el balompié y fue uno de los padres fundadores de la NASL, donde jugarían Pelé y Cruyff, y luego de la MLS. Creador de 3 franquicias (Dallas Tornado, Columbus Crew y Kansas City Wizards), el texano también fue uno de los promotores y principales inversionistas del Mundial 1994, que se disputó en EE.UU.
A su vez, creó el Campeonato Mundial de Tenis y dio inició a la profesional “Era Abierta” del deporte blanco. Por todos sus logros cosechados, fue incluido en el Salón de la Fama del Tenis, del “Soccer” y del Fútbol Americano. Con estatus de leyenda directiva, y siendo la única persona en formar parte del “Hall of Fame” de tres diversos deportes en Estados Unidos, falleció el 13 de diciembre de 2006; llevándose consigo varios secretos a la tumba.
La Familia Hunt y la “Conspiración” contra John F.Kennedy
12:31 horas del 22 de noviembre de 1963; Dallas, Texas. Del Fusil Carcano M91 sale eyectada la tercera bala, disparada por Lee Harvey Oswald, que impacta en el cráneo del entonces presidente de los Estados Unidos John Kennedy. El auto presidencial se tiñe color sangre y el jefe de Estado muere en el acto. Había ocurrido uno de los magnicidios más importantes de la historia en la tierra de los Hunt.
El asesinato impactó a todo la nación y una pregunta invadió la opinión pública: ¿quién y por qué mató a Kennedy? Lyndon B. Johnson, hasta entonces vicepresidente del joven de 46 años, asumió la presidencia y armó la Comisión Warren para investigar el homicidio. Tras miles de entrevistas y testimonios, la investigación dio una única respuesta y cerró el caso: Lee Harvey Oswald había actuado en soledad. Sin embargo, con el paso de las décadas y la publicación de nueva información, el 70% de la población estadounidense comenzó a descreer de la versión oficial y a opinar que Kennedy había sido víctima de un complot, según una encuesta de la cadena ABC.
La interna demócrata y la traición de Kennedy al “poder”:
Luego de una feroz interna partidaria, John F.Kennedy -línea interna progresista del Partido Demócrata- inesperadamente venció a Lyndon B. Johnson, quien para 1960 tenía 52 años y por más de una década había liderado el sector conservador demócrata y al bloque opositor del congreso. Tras la derrota, Johnson acompañó a Kennedy como compañero de fórmula; y juntos derrotaron a Richard Nixon en las elecciones de 1960.
Con apoyo del movimiento de los derechos civiles y una clase media acomplejada por una economía recesiva, Kennedy asumió con una agenda reformista y un masivo sostén popular. No obstante, a las espaldas del público, también había acordado con los sectores de poder: Joe Kennedy, su padre, tenía una cercana relación con la mafia de Chicago y banqueros de Wall Street, que financiaron la campaña de su hijo.
El político oriundo de Massachusetts, rápidamente se opuso a las “estructuras” que le aseguraban su gobernabilidad:
Primero, criticó internamente el accionar de la CIA y después, públicamente, el método del Complejo Militar Industrial y su influencia para incentivar invasiones a países extranjeros. Luego, con su hermano Robert, rompió su relación con las mafias y encarceló a más de 288 personas relacionadas con el crimen organizado, en cuestión de meses. Y para finalizar, con el objetivo de poner fin a las crisis económicas, propuso una reforma -posteriormente rechazada por el Capitolio- de reducción de impuestos para gente de ingresos bajos, estímulo fiscal y aumento del gasto social. Por lo que, para financiar estas políticas, le retiraría subsidios y cobraría impuestos mayores al sector petrolero. El cual era principalmente conformado por texanos y miembros de la red política denominada “Grupo Suite 8-F”, de la que el vicepresidente Johnson y ricos empresarios conservadores formaban parte.
Uno de esos poderosos magnates perjudicados era el octavo hombre más rico de Estados Unidos y padre de Lamar Hunt, Harodlson Hunt. Quien no solo era opositor a Kennedy por su afinidad con Johnson y por la posibilidad de ser perjudicado financieramente, sino también por sus posturas sociales. Ya que, según varios periodistas y el mismo Malcolm X, el petrolero había financiado múltiples veces a organizaciones de “extrema derecha” y “segregacionistas”. H.L.Hunt terminó siendo el investigado número 367 de la Comisión Warren y no tuvo mayores complicaciones.
Quien sí quedó muy cercano al magnicidio fue Lamar (investigado número 368). El 21 de noviembre de 1963, Jack Ruby -dueño de un prostíbulo y persona relacionada con la Mafia de Chicago en su juventud- manejó junto a Connie Trammell Penny (exposición de la Comisión número 2270) hasta las oficinas de Hunt. La joven, que buscaba trabajo y había conseguido una entrevista con el heredero del imperio petrolero, le pidió a Ruby que la acompañara. Arribaron al lugar, Penny se fue a su entrevista y el hombre se fue; según sus propias declaraciones jamás ingresó al edificio.
El 22 de noviembre, el presidente fue asesinado. Y el 23, la familia Hunt quedó involucrada indirectamente en el hecho: Lee Harvey Oswald, quien había declarado no haber disparado el arma y haber sido inculpado, recibió un disparo por Ruby a quema ropa a la salida de la Jefatura de Policía de Dallas. Oswald murió en el acto y jamás llegó a testificar, oscureciendo aún más el caso. Una nueva investigación es realizada: Ruby había actuado en soledad. Teoría que actualmente es considerada falsa según gran parte de la población americana. Sin embargo, investigaciones oficiales realizadas décadas más tarde, continúan estableciendo que Kennedy no fue víctima de ninguna conspiración; a pesar de las cientas de pruebas que inculpan desde empresarios hasta a su vicepresidente.
Opositor o amigo, la historia juzgó a Lyndon B.Johnson como la persona que llevó a cabo la agenda de Kennedy (salvo la relacionada con la reducción de subsidios al sector petrolero). Incluso, a pesar de su estrecho vínculo con sectores ultraconservadores. Pero, a pesar de ser oficialmente inocente, la duda de su relación con la magnicidio todavía es una incógnita: documentos desclasificados de la KGB lo apuntan como el “cerebro intelectual” del atentado y Madeleine Duncan Brown, una mujer quien proclamó ser su amante ante la Justicia, declaró en libros y múltiples revistas: “En la noche del 21 de noviembre, en una fiesta en la que estaban personas ricas y famosas como Richard Nixon y H.L.Hunt, Johnson se acercó y me dijo que a partir de mañana esos malditos Kennedy jamás lo volverían a avergonzar”.
Verdad o no, casi 60 años más tarde y a tan solo 1,773.00 kilómetros de distancia, Lionel Messi observó desde la grada la derrota de su equipo y al Houston Dynamo levantar la Lamar Hunt US Open Cup. Un torneo que recibió su nombre en honor a un hombre vinculado con un crimen que aún es un misterio y que involucra al padre del Super Bowl, la MLS, la era abierta del tenis y la copa que no pudo ser de Messi.