Por Valentino Gentile
Diana Valentini tiene 40 años, pero fue en los últimos diez en los que se convirtió en una de las máximas exponentes de la natación para personas sordas del país. En 2013 tocó la gloria cuando ganó la medalla de bronce en los 200 metros espalda en las Sordolimpiadas de Sofía, Bulgaria. Así, Valentini se convirtió en la primera mujer de la historia de CADES (Confederación Argentina Deportiva de Sordos) en obtener una medalla olímpica.
A esto le siguieron una serie de logros igual de destacables. Abanderada de la delegación argentina en las Sordolimpiadas de Samsun 2017, las preseas de plata y de bronce en los 50 y 200 metros espalda en el Mundial de Texas y una nueva medalla de bronce en los 100 metros espalda de las Sordolimpiadas que se desarrollaron en Brasil el año pasado.
Hace poco más de un mes, la nadadora, que transita el último tramo de su carrera, superó nuevamente sus expectativas. Alcanzó la medalla de plata en los 200 metros espalda del Mundial que se realizó en la pileta del Parque Olímpico Roca desde el 14 de agosto, y que congregó a 130 nadadores de 26 países, marcando un precedente histórico en el deporte para personas sordas en el país.
– ¿Cómo viviste este Mundial y el logro de la medalla de plata?
– La verdad que para mí fue súper emocionante, pero más que nada una sorpresa, porque más allá de que yo he subido al podio y he tenido otras medallas en otros torneos importantes, siempre es un nuevo desafío. En este torneo me preparé mucho más, pero estaba rankeada mucho más lejos que en los torneos anteriores, entonces me veía muy lejos del podio. Cuando vi el ranking pensé que no iba a entrar ni a la final.
La medalla para mí fue súper emocionante. Además, en la tribuna estaban mi mamá, mi hijo, mis amigos, mis nadadores -estoy a cargo de un equipo de natación como entrenadora- y había mucha gente que estaba alentando, fue emocionante.
-Para poner en contexto, ¿cuál es en específico tu discapacidad auditiva?
-Yo tengo hipoacusia bilateral, de los dos lados. Uso audífono y leo los labios, me manejo perfectamente hablando y no uso mucho la lengua de señas.
-Después de toda tu carrera, ¿qué representó personalmente que el mundial se realice en Argentina?
-Un poco de presión al principio. Al ser locales había mucha gente que nos iba a ver, y a veces sin querer ellos pretenden o dicen “dale, vamos por la medalla”. En un momento sentí un poco de presión, pero no porque me lo imponía la gente, sino que una misma quiere dejar la bandera en lo más alto. Después empecé a tratar de disfrutar el torneo y estar orgullosa de donde se hizo. Muchos nadadores, entrenadores y árbitros de otros países nos vinieron a decir que era muy buena la pileta, que estaba muy bien organizada.
-¿Superaste tus expectativas con respecto a lo que esperabas para tu rendimiento?
-Sí, la verdad que sí, porque para mí estar en el mundial ya es un mérito. Con la edad que tengo, estoy orgullosa de lograr estar en un mundial. Después entrar a una final, que era bastante complicado, y que se de lo de la medalla, fue súper emocionante.
-¿Crees que el mundial va a servir para impulsar lo que es el deporte en general para personas sordas en Argentina, para visibilizarlo?
-Sí, esta vez hubo mucha difusión, varios periodistas argentinos estuvieron en el torneo y se difundió bastante. Se hizo un poco más conocido el ambiente de la natación para sordos.
-¿Cuál es la principal diferencia, ya sea en competencia o entrenamiento, entre la natación convencional y la natación para personas sordas?
-La única diferencia que hay es la partida, donde está el semáforo. Después, un nadador oyente puede nadar con un nadador sordo de igual a igual y podemos entrenar de la misma manera, no hay diferencia. Solo sería en la partida, donde necesitamos la luz.
-¿Cómo viste a Argentina en preparación y en rendimiento en comparación a los demás países?
-En Argentina los chicos que vienen más de abajo por la edad, son chicos muy jóvenes que son el futuro para la natación de personas sordas. Nosotros, los más grandes, que pisamos fuerte por tener la experiencia, pero creo que hay un futuro en los nadadores argentinos y obviamente hubo un gran nivel mundial.
-Para las últimas sordolimpiadas del año pasado habías dicho que complementabas el entrenamiento con trabajo por una cuestión económica, ¿hoy la situación es la misma?
-Yo tuve desde el 2014 un apoyo económico en la Secretaría de Deportes, por la medalla que gané en los Juegos Olímpicos de Bulgaria. Obviamente estamos en un país donde cuesta mucho todo. Además de entrenar, tengo que trabajar por mi parte porque no alcanza, y no queda otra que hacer las dos cosas.
-¿Hubo algún momento en el que tuviste que dejar de competir?
-En el 2006 quedé embarazada y dejé de nadar por 6 años, había nadado toda mi vida con oyentes. Retomé en el 2012, cuando mi marido en ese momento, y padre de mi hijo, me insistió en que tenía que volver a nadar, pero para sordos.
Me costó mucho decirle al mundo que yo no escuchaba, me daba vergüenza. Tuve una infancia donde mi mamá, para no sufrir “bullying”, trataba de decirme que no le cuente a la gente que no escuchaba para que no me carguen, para que yo no sufra. Lo oculté muchos años y recién a los 28 años le dije al mundo que no escuchaba. A partir de ahí, me metí en el mundo de los sordos y empecé a disfrutar la vida, a disfrutar en el proceso de decir “soy así, me acepto como soy y estoy orgullosa de quien soy”. Ahí fue cuando empecé a competir, para sordos.
-¿Crees que actualmente un chico con alguna discapacidad auditiva puede volver a pasar por lo mismo?
-No, yo creo que cambió. Hoy en día hay mucho apoyo en temas de lengua de señas. Hay colegios donde la ley dice que sí o sí se tiene que usar la lengua de señas, los profesores o las maestras se dan cuenta si un chico no escucha. En mi época quizás lo tapaban un poco, lo pasaban por alto o no se daban cuenta.
-¿Sentís que tu camino y tus logros pueden ser un ejemplo para otros deportistas con discapacidades auditivas?
-Me encantaría que puedan ver mi historia como una lucha constante de una persona con una discapacidad, que sea un ejemplo. Me encantaría que puedan verlo positivamente y que crean que pueden, que siempre se puede. Más allá de que uno a veces tiene trabas, se puede lograr lo que uno se propone.