Por Santina Cova
“El fútbol tiene que ser un motor que ayude a encauzar muchas de las cosas que no funcionan del todo bien en el país”, dice Rúben Darío Insua, el actual técnico de San Lorenzo de Almagro sobre la relación estrecha entre este y la situación del país. Otra vez el deporte como impulsor, que lo llevó a vestir la camiseta del Ciclón a los 12 años en inferiores en 1973, y a debutar en primera por fin en 1978, pero antes a trabajar en la fábrica de sillas y a vender ropa en Avenida Sáenz.
Insua no se esconde y saca en cada oportunidad a relucir su capacidad de estar en todos los detalles. Es hijo de padres españoles pero nació en Argentina. Inculcado por su padre reluce un nacionalismo poco visto hoy en día. Felipe Pigna dijo que está de moda pegarle al país en la radio Urbana Play pero El Gallego, con su impronta y personalidad, pone de manifiesto que vive en el mejor país del mundo y que aún con todos los golpes que le pegan, se recupera siempre. “¿Hace falta que te diga que es lo que pasa en Argentina?”, responde repreguntando en una entrevista.
Luego de ser determinante en el ascenso a la Primera división del Cuervo en 1982 -fue quien marcó el gol de penal ante El Porvenir- tres años después se despide del club para emigrar al Viejo Continente, España fue el destino. Un volante con gran despliegue, creativo, vuelve a Argentina para jugar en Estudiantes de La Plata, y posteriormente en el Independiente de Ricardo Bochini en 1986/1987, a quien considera uno de los mejores jugadores argentinos.
Su carrera como técnico cuenta con pasos por Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y Argentina. Su primera experiencia en el Azulgrana fue en 2002, donde consiguió la Copa Sudamericana. Su camisa color marrón y la corbata negra que fue de sus cábalas -aunque él diga que no lo era- está guardada en el placard, por si la necesita. Pese a que en conferencia de prensa admitió que fue mera casualidad, todos los partidos ingresaba al estadio en su auto desde Avenida Varela siempre con la misma canción Costumbres Argentinas de Los Abuelos de la Nada. Crítica al fútbol argentino pero con una mirada esperanzadora de cambio porque en el país los entrenadores que se arreglaban con los jugadores que tenían y le daban posibilidades a los chicos de inferiores no entran en el estándar de lo que se busca. Pero al mismo tiempo le da la derecha porque ve una federalización que expande al deporte.
No entra en comparaciones absurdas, ni trivialidades futboleras, pero si está a favor de los debates que enriquecen las ideas, el desarrollo y el crecimiento, como lo fue el Menotti-Bilardo. Messi es palabra sagrada en su familia y el no haber estado en el mundial de 1986 es una asignatura pendiente en su carrera. Habla de los argentinos como materia prima en calidad de talento impresionante, pero con su ojo crítico encuentra un problema, el inconformismo.
Su característica cabellera siempre con la sensación de que el viento le rompe en la cara, y el código de vestimenta fiel a su estilo denota la simpleza de la persona. No habla de marcas de ropa y por el contrario cuenta que compró una de sus emblemáticas camperas de cuero en Avellaneda y Nazca.
El Gallego compara a los entrenadores con maestros y piensa que no hay buenos o malos, existen los que enseñan mejor y los que enseñan peor.
Muestra lo más profundo de sus pensamientos cuando dice que le preocupan los argentinos que no la pasan bien. Un personaje que no elimina su carácter nacional y político por ser parte del mundo futbolístico, que se muestra en la conformidad pero aún más en la disconformidad. El socio tiene un papel fundamental en la vida de Insua, hijo de un socio vitalicio, asegura que mientras el club sea una sociedad civil -y desea que lo siga siendo- el hincha es el que elige. No se opone a los clubes como sociedad anónima mientras sea una cuestión vital para la institución.
La elección de “Nunca Más” como su libro favorito demuestra este arraigo a la historia. No puede pensarse al fútbol si no es a partir de ella y eso Insua lo tiene claro. Por eso, a más de un año de la presentación de Insua en el club azulgrana, se celebra como un logro para el fútbol argentino. Porque el Gallego sabe que los procesos son casi tan importantes como los resultados, la convicción y el espíritu ganador lo persiguen y porque sabe que tiene que honrar la memoria de su padre: “A San Lorenzo hay que defenderlo todos los días, todo el tiempo, en todos los ámbitos”.
Argentina vuelve a ser el foco y dentro de las marcadas desigualdades sociales, manifiesta que si pudiera elegir un superpoder sería el dueño de la cadena alimenticia de argentina para que a ningún ciudadano le falte la comida, en un país que produce alimentos para 400 millones de personas y tiene que abastecer sólo a 47 millones. “No hay razón para que un argentino pueda estar mal alimentado”. El Gallego demuestra que desde el fútbol se puede cambiar al mundo siempre y cuando se actúe en consecuencia.