Por Castelli Karen
“Mi mayor logro en el mundo deportivo fue mi crecimiento humano”.
Resulta llamativo que Santiago Ladino, ex jugador, periodista deportivo y actual entrenador, resalte con esta frase lo que significó la fortuna del fútbol durante su carrera, habiendo salido campeón con Vélez en el torneo Clausura 2005, equipo donde se formó, y con Banfield, en el Apertura 2009, año que le dio el primer y único título oficial y profesional al Taladro.
Un tipo seguro, tranquilo, que a sus 42 años siente que disfrutó al máximo cada etapa de su carrera, que en el camino hizo muchos amigos, entre ellos un reciente Campeón del Mundo, Nicolás Tagliafico. La vida los cruzó en Banfield, a pesar de la diferencia de edad, y hace unos meses tuvo el placer de compartir su casamiento y la medalla de oro lograda en Qatar 2022. “Nico es un chico muy noble con quien logré empatizar desde el primer momento, siempre tuvimos una relación que iba más allá del fútbol. Es super interesante escucharlo y también ver como él recepciona todo y lo incorpora, cómo está atento a querer aprender todo el tiempo”.
Pero se empieza por el principio y entonces, volvemos a la base de los valores y de esa frase con la que empezó el ex Vélez y que tanto lo describe; que asegura que haber sabido incorporar toda la educación recibida durante su formación como deportista, le permitió transitar el camino de la vida, más allá de la pelota, de otra manera. Supo leer el mensaje que hay detrás de un entorno tan hostil y áspero como es el fútbol, a su favor, y usarlo como herramienta para el desarrollo de su presente y su vida en general.
Es una realidad también que cada vez es más importante tomar conciencia de que la salud mental es fundamental en este ambiente tan competitivo y con tanta exigencia. “El club es la primera escuela de un deportista, porque desde una edad muy temprana se pasan muchas horas compartiendo en vestuarios, concentraciones, viajes, es muy demandante. El deporte en sí es muy formador, de alguna manera te moldea la personalidad, se consolidan valores, te enseñan a ganar pero de alguna manera aprendes también a perder”, asegura el ex jugador. “Todo esto si lo llevas al lado humano, está buenísimo”. De estos motivos se agarra Ladino, para destacar que su mayor logro no fue un título o el dinero que pudo ganar durante su etapa profesional, sino que fue sostenerse durante tantos años haciendo lo que ama, incorporando todos esos conocimientos.
“Me dolía todo el cuerpo, todos los días. El deporte de alto rendimiento no tiene nada de saludable, saludable es ir a caminar a Palermo 40 minutos por día”, dice por un lado. Por otro, lo marca como el detonante de una situación insostenible fue la parte emocional que se estaba viendo afectada de tal manera que ya no podía administrar todo lo que lo rodeaba: la gente, el periodismo, los dirigentes, sus propias exigencias, los resultados, todo ese universo del fútbol que lo agobio y lo dejó sin resto. Estas fueron las cuestiones y los motivos que lo llevaron a tomar la decisión de retirarse, sabiendo que dentro de los requisitos que se necesitan para estar a la altura del primer equipo de cualquier club, están como herramienta de trabajo: el cuerpo y la mente. Su carrera comenzó en 2000 en el club de Liniers donde jugó más de 100 partidos y su último encuentro fue en All Boys en 2014, a sus casi 34 años.
Con el objetivo de convertirse en un periodista riguroso, estudió periodismo deportivo e hizo un curso de director técnico, para tener más amplitud a la hora de expresar todo lo aprendido en la cancha y como una forma de reinventarse para seguir estando vigente en el medio, sabiendo que siempre está abierto a que pueda surgir la posibilidad de trabajar en algún momento en programas de radios o tele, o en algún equipo como DT o ayudante de campo. “Hay muchos deportistas y ex deportistas que han tenido carreras enormes y a la hora de transformarlo en palabras queda deslucida su trayectoria justamente por cómo lo comunican”. Y otras de las cosas que le aportó el estudio fue aprender a tener desconfianza de la información a tal punto de chequear todo, analizar el detrás y entender que no existe una verdad única y que hay muchos factores que deforman lo sucedido.
Y una cosa lleva a la otra… en el libro “Pelota de papel 2”, cumplió otro de sus sueños que fue plasmar su experiencia desde el puesto que le tocó defender como jugador y en donde expuso lo que nadie ve.
-¿Alguna anécdota que puedas contar que no esté en el libro?
-Inédita no se me viene ninguna. Pero en síntesis, ese cuento que escribí, es una anécdota. De alguna manera cada mandamiento, cada punto que fui escribiendo, retrata un poco la desvalorización que se siente al jugar en esa posición (de número 4, como lateral por derecha). El ambiente en sí reconoce que es una ubicación muy reemplazable y desde ese punto de vista, intenté ironizar y conectarlo con la realidad (risas).