Por Thiago Mansilla
Brown de Adrogué y Pablo Vicó son sinónimos. Un técnico que es historia en el club y que cuenta con una calle, una plaza, un buffet y una tribuna a su nombre. Sencillo, humilde y de muchas palabras. Brown es su casa -literalmente- y siempre está con la ropa de la institución que le dio trabajo y reconocimiento. Pablo llega todas las tardes de visitar a su pareja y pasa a tomar mates con los muchachos del buffet que lo acompañan en su día a día, siempre con alguna anécdota increíble.
La casa describe la personalidad, un hogar sencillo y sin muchos lujos. Tiene lo justo y necesario, un cuadro de Maradona, ídolo del bigotón, una colección de camisetas que le infla el pecho cuando la muestra, la mini estatua que le hicieron los hinchas y las vírgenes que lo acompañan en todo momento. Para él, las camisetas son su vida, las tiene contadas y tienen que haber sido usadas en un partido, incluso si tienen dedicatoria le bajan el valor: “Hace un tiempo un coleccionista me quiso comprar varias, pero por ahora no necesito guita, ja”. Casacas de grandes como Pocho Lavezzi, Gabriel Hauche y demás están ahí, pero la colección de las de Huracán son las que mayor valor tienen para él.
Además confesó que el club le dio una oportunidad para salir adelante en la vida y el destino lo puso en su lugar: “Vivía en una pensión y el padre del presidente actual me llamó para que me instale y cuide la concentración que se estrenaba. Después empecé en el baby fútbol, pasé por la inferiores y ahí llegó el salto a primera, cuando era un mal momento futbolístico del equipo”. También le molestaron las cosas que se llegaron a decir respecto a su hogar: “Muchos periodistas llegaron a decir que yo vivía abajo de la tribuna con bolsas de arpillera”.
-¿Cómo fue pasar la cuarentena en el club?
-Triste, la verdad muy triste. Fueron 178 días en los cuales no hacía otra cosa que estar en el gimnasio. No quedó otra que pasarla, pero sí me atacó feo la enfermedad cuando todavía no había vacunas. La única anécdota que rescato fue una con Lammens, vino a verme y preguntó por mi. Yo estaba todo tapado tomando sol, le dije “soy yo”. Me confesó que toda la familia era quemera y después colgó mi camiseta en su oficina, esas cosas hermosas que te deja el fútbol.
Tiene un monoambiente a pocas cuadras de la cancha pero dice que ningún lugar lo hace sentir tan cómodo como su lugar en el club, y que gracias al fútbol está construyendo una casa para vacacionar en Domselaar.
-¿Cómo convivís con todo lo que hay detrás del fútbol?
-Lamentablemente todo está armado y no queda otra que aceptar. Cuando en la semana me designan al árbitro, yo ya sé si vamos a ganar o perder. Tenía una gran relación con Chiqui Tapia, pero una vez discutí feo con un allegado a él y estuvimos 11 partidos sin ganar. Con el paso del tiempo nos alejamos pero el viernes voy a la AFA y le voy a llevar mi libro para chuparle las medias un poco, ja. Nosotros sabemos que Independiente Rivadavia (Mendoza) va a ascender.
***
Vicó nació en Parque Patricios y se crió en casa de sus abuelos. De ahí nace su amor por Huracán: “Los domingos era un clásico comer un asado y arrancar para el palacio”. También reconoció que el presente del Globo lo tiene bastante preocupado y que no considera a Diego Martinez como alguien que puede revertir este presente: “A Diego lo conozco del ascenso, es medio soberbio y la manera que tiene de jugar no creo que se adapte a las necesidades que tiene hoy el club para salir del fondo, él apuesta al juego y hoy lo que necesitamos es efectividad”.
-¿Te gustaría dirigir a Huracán en el futuro?
-Tenemos un cuerpo técnico que está capacitado para dirigir cualquier equipo de Primera División. Obvio que me encantaría ir porque es un sueño pendiente. En 2019 estuve cerca de llegar, incluso tuve varias reuniones con la dirigencia pero Bragarnik metió a un negociado. A pesar de eso, nosotros nos rompemos el lomo laburando para poder dar el salto algún día. Si con poco presupuesto pudimos lograr tanto, en un equipo de la A podemos hacer buenas cosas tranquilamente.
***
Como entrenador consiguió dos ascensos y logró derrotar a equipos como Huracán e Independiente: “Cuando jugamos con Independiente en la B, mientras íbamos por el túnel camino a la cancha escuchábamos como los periodistas partidarios decían que el partido sería un entrenamiento para el Rojo. Pero terminamos ganando y nuevamente demostramos estar a la altura”. También tuvo que enfrentar al Globo en el Tomás Adolfo Ducó: “Fue una mezcla de sentimientos, encima el técnico de Huracán era el Turco Mohamed. Es un emblema de la institución y después me mandó una remera firmada con algo que nunca voy a olvidar ‘de un quemero para otro quemero con cariño”.
Si bien espera un salto de calidad en su carrera, su gran miedo es irse del club de sus amores: “Hace 15 años que vivo acá y 14 que soy entrenador del plantel profesional. Me cuesta imaginarme cómo sería el momento de irme de aquí”. Vicó se convirtió en hombre récord del fútbol argentino superando a Victorio Spinetto, Bigote llegó a los 4972 días en el cargo ininterrumpidamente.
Vicó vive por y para la institución. 74 pasos son los que lo separan entre la cancha y su hogar. Disfruta de entrenar por la mañana y por las tardes lo encontrás mirando a las inferiores, siempre con un mate en la mano y acompañado de su ayudante de campo, su mano derecha.