jueves, mayo 2, 2024

Lionas y Liones, un proyecto inclusivo

Por Martina Pérez de la O

Lo que para muchos comienza como un palo y una bocha, solo un deporte, sin sentimientos detrás y sin un fin; para los deportistas es un mundo aparte que a veces solo ellos pueden entender. Pero cuando también se trata de que todos puedan practicarlo sin dificultades, ahí se abre el abanico de posibilidades iguales para todos. Eso es lo que crearon Silvina  Forrester y Peter Gorrisen, una pareja con un objetivo en común: compartir con toda la sociedad lo feliz y lo bien que les hace el hockey a los chicos con discapacidad intelectual, sobre todo a Clara, su única hija y el motivo  principal de la expansión de esta gran idea.

Desde la fundación de Lionas y Liones se creó un mundo nuevo que empezó con apenas 12 chicas y actualmente cuenta con más de 170 jugadores y jugadoras de todas las  edades que entrenan en el Polideportivo Onega en Villa Devoto los miércoles por la tarde y los domingos a la mañana. Pero no todo fue color de rosas y con un camino fácil, pero a pesar de que hubo egos en el medio por parte de las Olimpíadas Especiales Argentinas externos al proyecto,  pudieron salir adelante y hasta llegar a ser premiados por el Comité Olímpico Especial. Una historia con un hermoso presente. 

Como cualquier hijo para un padre, Clara es la luz de los ojos de Silvina y Peter que iniciaron este plan el 10 de septiembre de 2017, hace 6 años, cuando vieron la felicidad que sentía su hija al armar su camino  hockístico en Belgrano Athletic, el club que los acompañó desde siempre,  su segunda casa. Desde los 5 años que Clara ya sabía que el hockey iba a  ser una de sus pasiones más grandes, o quizá la mayor. Ambos creadores  sintieron que “eran muy egoístas si no compartían este proyecto con toda la  sociedad”, y con ese empujón decidieron arrancar. Ese pensamiento habla  más de ellos que de lo que verdaderamente iban a llevar a cabo, pero gracias a eso, llegó a ser enorme hoy en día. 

El club les prestó una cancha y comenzó la acción. Al segundo mes ya eran 30 jóvenes los que conformaban este gran grupo de personas y arrancaron el año siguiente siendo 40. Los medios en ese momento ayudaron a que se visibilizara. Pero el boom se dio en la pandemia. En un momento en el que todo el mundo estaba paralizado y sin rumbo, ellos  volvieron a encontrarle la vuelta para ayudar a los chicos, ahora desde las casas. Los zooms se transformaron en el lugar más preciado por los adolescentes, en donde no solo se reunían para tener novedades unos de los otros, sino que también jugaban y se entretenían hablando sobre cosas que nada tenían que ver con la catástrofe mundial que existía detrás de sus puertas. Era difícil explicarles porque todo había cambiado, pero guiaron su atención y pusieron el foco en que se siga haciendo todo tal cual como lo era antes. 

El momento en que se levantaron un poco las restricciones, empezaron a entrenar en una plaza enfrente a la cancha de River, en Núñez, pero nunca se hubiesen imaginado que iba a pasar por ahí una persona que correspondía a la organización del Comité Olímpico Especial y los iba a nominar al premio del “Proyecto de inclusión deportiva en pandemia  mundial”. Por más que ellos no hagan las cosas “con el fin de lucrar con  eso”, es un lindo y sorpresivo reconocimiento el que les dieron. Para ellos lo importante es “que los chicos aprendan a manejarse en tribus”, y no solo  lograron eso, sino que se los vea haciéndolo que eso es quizá lo más difícil.  Pasaron las semanas y seguían avanzando pero sin darle mucha importancia, hasta que tuvieron que viajar a recibir el premio a Italia. Con veinte test de Covid y sin entender nada del idioma al cual se traducía la  ceremonia, fue de los momentos más lindos para ellos. Saber que su trabajo tampoco es en vano y que pueden ayudar a cualquiera que lo quiera implementar en su club, provincia o país. 

Eso hicieron, el hockey inclusivo llegó gracias Silvina, quien difundió su número para que la llamaran si quisieran crear este proyecto en  los clubes no solo del interior del país, sino en países limítrofes. Rosario es un gran ejemplo. Actualmente en la ciudad santafesina hay dos clubes con hockey para niños con discapacidades intelectuales y el próximo agosto  vendrán a compartir encuentros a Buenos Aires, en el CENARD, donde Silvina consiguió que le prestaran la estadía completa por unos días.

Los encuentros que realizan no son solo para entrenar, también hacen giras cotizadas por las jugadoras, con rifas o con una cooperativa opcional creada por los mismos padres. Ellos lo único que quieren es ver felices a  sus hijos. “Pasar de no saber dónde llevarlos a encontrarse con este nuevo mundo que abre puertas es increíble”, explicó Silvina. Hasta ahora viajaron a Tandil, Mendoza, San Juan, Neuquén y Mar del Plata. Además, una vez  por año se realizan los “Juegos Nacionales”, pero lo menos importante ahí es la técnica y la táctica. No hay reglas más que divertirse. ¿Un partido sin reglas? Así es. Puede ser en cancha de 11, de 7 o de 5, depende la cantidad de jugadores que haya en ambos equipos. A ninguno se lo deja afuera porque “son pocos”, cada cual juega con los que tiene. No hay tiempos, ni un reglamento. Es hasta donde ellos sientan que pueden porque lo mejor  viene después, cuando hacen bailes, terceros tiempos, charlan, se conocen entre ellos y ven que los une la pasión más linda: el deporte. Además,  participan facilitadoras y facilitadores, que son personas que ayudan a que  ellos puedan intentar jugar de una forma más ordenada, pero tienen  obligaciones como “no poder pasarla a otro facilitador”, así todos los chicos se sienten contenidos y a la vez ayudados. 


El apodo “Lionas y Liones” nació por Messi, por su nombre, porque  “juegan como él” y también porque hacen mucho “lío” . Cuentan con tres categorías:  infantiles, juveniles y plantel superior. 

 

Clubes convencionales los llaman para hacer entrenamientos de Mixed Abilities, es decir se mezclan entre las lionas, los liones y los chicos del club. También se hace en rugby, es más, hasta copiaron el excelente modelo para que se siga incluyendo de una buena manera el ideal. La integración en ese momento es de otro planeta, no hay exclusión, como sí pasa una vez que  salen de las canchas, en el afuera de los clubes. 

Peter admitió que la discriminación y exclusión que sufren los chicos es terrible. No solo los que tienen síndrome de down, sino los autistas  también pasan por lo mismo y todos son muy poco visibles por la sociedad que se preocupa por incluir a todos los géneros cambiando la letra de una palabra, y pensar que así todo cambia y todos están incluidos ahí adentro,  pero no, los que más inclusión necesitan siempre quedan afuera porque su  lucha no es contra una e o una a, es contra la gente que no sabe de valores. 

La cara visible de todo este gran proyecto es Silvina, a quien contactan primero, incluso antes que al centro de Olimpíadas Especiales de  Argentina ya que no se enfocan siquiera en enseñar que el hockey se juegue con una bocha y no una pelota de fútbol. Y así pasó el capítulo más oscuro  en la historia de Lionas y Liones. 

El mal accionar de las Olimpíadas Especiales Argentinas dejó afuera al hockey

Hace tres años y medio que Silvina logró una plaza para que el  hockey nacional tenga participación en las próximas Olimpíadas Especiales  que se realizarán en junio. La invitaron desde la organización mundial, pero  Olimpíadas Especiales Argentinas le negaron la participación con excusas. 

 “Iban a venir todas las provincias, pero se enojaron porque se  comunicaron conmigo y no con ellos que ni siquiera juegan al hockey con  bocha”, exclamó Forrester furiosa y entristecida contando la situación poco  difundida. En plena pandemia se hicieron zooms para explicarles y  mostrarles todo lo que se trabajaba, pero solamente valían las excusas: “No  hay plata”, “solo van a viajar de las Lionas”, “van a tener que usar  uniforme”, “falta mucho”, “todavía tenemos Tokio”, etc; para las que  Silvina siempre tuvo una explicación y hasta llegó a conseguir que manden  nuevamente la carta de invitación, esta vez, a Olimpíadas Especiales  Argentinas para que los chicos puedan viajar, pero tampoco obtuvo una  respuesta digna. Consiguió la firma de Aníbal Fernández desde la  Confederación Nacional aceptando toda la iniciativa; luchó para que entraran el hockey y el canotaje mundial, lo logró, pero insistió y desistió  con los organizadores de Argentina. Hace un año volvió a arrancar la  búsqueda de esa autorización para viajar que nunca obtuvo por “no cumplir  con las directivas”, cuando en realidad nunca habían existido. El ego de la  organización se fue por demás y dejó definitivamente a Argentina fuera del  hockey. Pero lo peor de todo es que los que perdieron fueron los chicos.  “Todas las chicas estaban esperando el momento de las olimpiadas y  bueno, hay egos y es re triste, ya lloré mucho”, exclamó Forrester. 

 A ella, la impulsora de todo este apasionante proyecto que busca  cambiar el mundo para todos los niños que participan de sus actividades, le  cortaron las alas con malos tratos y por egoísmo. Dejaron a unos chicos  muy ilusionados con su viaje fuera de lo que podría ser el sueño de  muchos, inclusive de Silvina. 

 

Todo sigue 

Actualmente, Lionas y Liones están auspiciados por Banco Macro,  Grúas San Blas y Banza; tres empresas que los ayudan para conseguir los materiales y poder organizar las giras. Cuentan con tres categorías:  infantiles, juveniles y plantel superior. Además, tienen una Coordinadora  Deportiva que trabaja con ellos desde el primer día del proyecto. Ella es  Clara Herrera, que se enamoró del grupo desde que las vio porque admitió  que conquistan los corazones de todo el mundo y exclamó un deseo para el  futuro: “que la gente que excluye a las personas con discapacidad  intelectual le abra la puerta a este proyecto y vayan a ver de lo que son capaces cada uno de ellos.” 

Volvieron de su última gira por Mar del Plata en mayo, pero sueñan  con seguir creciendo y avanzando con su gran equipo como ya lo hicieron  hasta ahora. Reciben a todo el que vaya con el corazón y claramente eso es  lo más lindo que tiene este equipo, este grupo de personas y este nuevo  mundo para tantas familias que ven cómo sus hijos son apartados  injustamente por gente que tiene muchísimos menos valores que ellos. 

 El apodo “Lionas y Liones” nació por Messi, por su nombre, porque  “juegan como él” y también porque hacen mucho “lío” entre todas, pero lo  importante es que ese desastre sea siempre de forma sana y aliviando  corazones como lo hace el hockey. Se puede decir que el deporte con  chicos con discapacidades intelectuales les cambió la vida no solo a los 170  jugadores que son parte, sino también a los padres y a las entrenadoras. 

Clara Gorrisen, volante y capitana del plantel superior de las lionas,  contó que se está esforzando mucho este año, que le genera muchísima  satisfacción ponerse la camiseta y cerró hablando de su mayor felicidad: su mamá y su papá, los creadores de su gran sueño, de su vida entera, el  hockey. 

Peter Gorrisen, padre y creador, exclamó que él va con el día a día de  cada chica, que no le importa que se haga nacional el deporte, ni que le  pongan reglas porque el crecimiento no tiene que ver con eso, sino con la  satisfacción de saber que lo que hace no es en vano. 

Silvina Forrester, mamá e impulsora de todo este proyecto, se emociona cuando habla de las chicas y de su crecimiento, sueña con cambiar la perspectiva del mundo, que todos hablen de esta idea que crearon, pero no para tener fama, sino para que vean que todos somos iguales. Que todos sean felices una vez que entran a este mundo desconocido para muchos y que los que ganen siempre sean los jugadores y las jugadoras. 

Es un mundo nuevo, lleno de magia y de cosas para contar y mostrar. Ojalá el planeta entero pueda apreciar este trabajo y aprender a que todos somos iguales, desde lo físico  y lo emocional, que tienen que tener las puertas abiertas, pero primero, la mente y el corazón, porque no todos están preparados para entrar y ver un proyecto tan grande con tanta gente agradecida con el día a día. Hay que quejarse menos e incluir más a las personas de alrededor, que ahí está la mejor respuesta.

 

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