sábado, abril 27, 2024

El éxodo de futbolistas: un paso atrás para dar dos hacia adelante

Por Santiago Auletta, Santino Oliva Vélez, Gonzalo Ruiz Rafael, Gastón Triscali y
Julián Savino

La realidad económica del país es cada vez más dura y por eso tomar un nuevo rumbo es una de las prioridades para los deportistas al terminar cada año. Los futbolistas son quienes más emigran y algunos recurren a ligas de segundo orden en países donde pueden vivir mejor.

En la actualidad, la dificultad que tienen los jugadores nacionales para llegar y triunfar en el fútbol argentino es cada vez más elevada. Por eso, muchos deciden lanzar la moneda al aire y emigrar al exterior en busca de nuevas oportunidades en ligas del ascenso, van a trabajar de futbolistas. Para ponerle nombres propios a esta situación, los casos de Ignacio Pais Mayán, Matías Piteo, Federico Acosta y Fernando Brué.

Todos ellos hicieron inferiores en el país y se fueron jóvenes al exterior ante la incertidumbre de su futuro deportivo y económico en los clubes que los formaron, Ignacio Pais Mayán estuvo en las inferiores de Racing durante 10 años y hasta era capitán de su categoría, pero como él mismo explicó: “Cumplí 18 años y todavía no tenía contrato con el club ni tampoco había hablado para firmarlo, entonces, al ser mayor de edad, estaba la posibilidad de salir libre a un equipo del exterior y aproveché la oportunidad”.

¿Y si su país natal tuviera un mejor nivel de vida? Seguramente, menos cantidad de jóvenes emigrarían al Viejo Continente. Para dimensionar la cantidad de futbolistas argentinos que salen de sus casas hacia un nuevo destino, el Atlas de migración del Observatorio de Fútbol de la CIES indica que Argentina es el tercer mayor exportador del mundo.

Fernando Brué en sprimera temporada con el Veglie de Italia

El cambiar y empezar de cero nunca es una tarea fácil en la vida y menos para un deportista que emigra a tierras desconocidas para perseguir su objetivo de consagrarse como futbolista, prueba de ello son los testimonios de los cuatro entrevistados, quienes coincidieron en que fue una decisión difícil, todos ellos dejaron Argentina hacia Europa con el fin de cumplir su sueño pero de una manera que no estaba en sus planes iniciales.

La utopía que permite imaginar a los jugadores argentinos disfrutar del fútbol en su tierra, por el momento quedará en eso, una vaga posibilidad que la situación socioeconómica no permite disfrutar. Incluso, los cuatro entrevistados coincidieron en que no ven próximo su retorno al país y aunque les gustaría estar cerca de los suyos, la buena vida en Europa tira más. De hecho, Fernando Brué, volante del ASD Veglie quién dividió sus años en juveniles entre Atlético de Rafaela y Atlético Tucumán, club en el que jugó en la reserva y entrenó con el plantel profesional.

Brué transmitió: “No hay nada mejor que estar cerca de los suyos, de su casa, pero hoy mis ojos, mi vida, están en Italia”.

Los países más conocidos en lo futbolístico no son la única opción. Federico Acosta es ejemplo de ello, el defensor comenzó su carrera en Villa Dálmine, jugó media temporada, cambió de aires y con la ciudadanía italiana en el bolsillo, eligió Gibraltar como destino,  pasó por una transición complicada, ya que después de jugar poco más de un mes en el Boca de la colonia británica se fue y disputó tres temporadas en el ascenso de Italia, para el presente curso sacó pasajes a Macedonia y está jugando en el Academia Pandev de ese país, y destacó que su objetivo es seguir recorriendo distintos países de Europa.

La adaptación a un nuevo terreno

Matías Piteo jugando en una noche helada en Letonia.

No se puede obviar la etapa de adaptación para los emigrados. En todos los deportes la táctica y la técnica son las partes fundamentales del juego, pero el fútbol es de los pocos que la diferencia del uso es muy notoria entre las ligas alrededor del mundo. Cómo se acomodan los equipos, movimientos, libertades individuales o las faltas, la dureza, el juego cortado, pero también, en una disciplina tan globalizada, los futbolistas se deben acomodar a las diferencias en las culturas, climas e idiomas. En boca de los protagonistas, que vivieron las dos realidades, se entiende el juego y la vida lejos de acá.

En Sudamérica el roce es normal, la picardía de jugar físico sin pelota o dar alguna patada de más, son prácticas que se dan todos los fines de semana en las categorías principales y en las ligas de barrio. Pero además hay que destacar que aquí también reina el talento, la creatividad o la magia, así lo destaca Piteo. “Hay mucho más talento en Argentina”, aseguró quien ya marcó dos goles en la presente campaña y agregó también que la técnica de sus compatriotas no se encuentra en casi ningún otro lado. Para sumar desde otra perspectiva, Pais Mayán nombra como plus la fricción del juego de América del Sur. Sin embargo, suma que no todo es beneficio y que no es tan fácil adaptarse a la táctica que reina en el Viejo Continente. Por otro lado, el idioma complica más aún esta tarea y lo cuenta Brué, quien además de tener que cambiar su forma de jugar, tuvo que hacerlo con indicaciones en italiano.

La diferencia radica en que a pesar de bajar de escalones en las ligas, la pelota en el piso y la intención de jugar sigue estando, mientras que en el ascenso latino, a medida que menor es el nivel más duro es el juego. Igualmente, la fricción no es lo físico, y así lo destaca el jugador de la liga letona. La adaptación en esta parte del juego, desde el panorama de la resistencia, fuerza o velocidad, no es fácil, ya que el nivel allí es mayor.

Pero los futbolistas, primero son personas, y como cualquier otra sufre en menor o mayor medida, el cambio. Si bien los cuatro enfrentan el problema de la distancia, Piteo debe lidiar también con la cultura, el clima y el idioma. Los tiempos son distintos, con el club cena a las 6 de la tarde, y admite que es uno de los pocos problemas de adaptación que le quedan. En temporada de calor hacen alrededor de 25 grados y el sol estaba hasta las 11 de la noche, pero en invierno puede hacer -15 grados con mucha nieve. También asegura que su timidez a veces no lo beneficia, pero que sus compañeros lo recibieron muy bien y que está cómodo y destaca al preparador físico, el arquero y el segundo entrenador de su plantel, quienes hablan español.

Federico Acosta controlando el juego en Macedonia

El concepto de la distancia hoy en día se vuelve relativo con la tecnología, y cada vez hay más soluciones para acercarse a sus seres queridos, Acosta cuenta que parte de su rutina diaria es comunicarse con su familia después de entrenar, porque a pesar de los kilómetros que los separan, el cariño no entiende de fronteras.

Por parte del ex volante de La Academia, la vida en el exterior ya no es nueva, hace dos años y medio que está en España, y no lidió con el problema del idioma y del clima, y a pesar de no haber contado con su círculo cercano al principio, menciona que logró hacer amistades allí y que hoy se encuentra muy cómodo en la ciudad murciana. En este tiempo, con su familia allá, él mismo asegura que ya terminó el proceso de adaptación, pero sin olvidarse de la distancia que lo separa con su patria.

Quien tampoco sufrió tanto el cambio fue Brué, el santiagueño tomó la decisión de emigrar a Italia, un lugar conocido para los argentinos ya que los países comparten muchos elementos culturales. Además, admite que le resultó algo fácil de sortear el principal  obstáculo para acomodarse fue el idioma.

Y si bien estos jugadores pudieron contar sus realidades, muchos argentinos alrededor del mundo también sufren este proceso, porque no solo futbolistas emigran en búsqueda de una nueva vida ni tampoco el único destino es Europa, la situación del país cada vez invita a más gente a irse y comenzar sus proyectos en otras partes del mundo.

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