Por Augusto Papasidero
Fines de marzo de 2020. La familia Lescano llamó a Tomás Carlovich para regalarle una bicicleta nueva. Es que al “Trinche” ya se la habían robado cuatro veces, lejos de ostentar un auto último modelo pedaleaba todos los días de su vida. Eran sus segundas piernas, las otras ya habían quedado desgastadas tras 23 años de puro fútbol. Esa playera gris con las ruedas un poco oxidadas era mucho más que una bici, desgraciadamente también fue el medio para una muerte temprana.
Día húmedo y frío aquel del 6 de mayo en Rosario. El “Trinche” se había clavado un conjunto deportivo negro Adidas y, como siempre, a recorrer el barrio arriba de su juguete nuevo. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el Covid-19 era portada de todos los diarios. Recién comenzaban los hisopados en los barrios humildes de la Capital Federal; en la Villa 31 se hicieron 39 testeos, 9 fueron positivos. Los médicos no descansaban y a eso de las nueve de la noche de cada jornada escuchaban un “gracias” materializado en aplausos de miles de vecinos.
El que tampoco descansaba era el barrio rosarino de Ludueña. Robos, muertes, secuestros, abusos y todo lo que permita la imaginación lo despertaba de madrugada. Ese miércoles la tienda para mascotas de la esquina alimentaba de olor a comida para perro el cruce entre Eva Perón y Paraná, el 115 celeste y blanco pasaba de vez en cuando y el “FarmaShop” ubicado en la intersección recibía algunos ancianos con recetas médicas.
A 40 cuadras se veía el Gigante de Arroyito, a 10 manzanas la casa donde vivía Carlovich. También cerca las vías del tren, desde las que, según algunos habitantes, llegaban los delincuentes que robaban en el barrio. Con 74 años en la espalda, el ídolo de Central Córdoba cruzaba el paso a nivel con su melena canosa al viento. Del otro lado lo esperaba un hombre: visera, barbijo, torso desnudo y una remera blanca con la que se tapaba el cuello.
El reloj de la puerta de la farmacia marcaba las seis de la tarde. Las cicatrices de la pierna izquierda y los tatuajes de la gamba derecha de Juan Ariel Maidana se acercaban cada vez más a los pedalines de Carlovich. Hasta que llegó el momento. Con insultos de por medio Maidana lo bajó de la bicicleta. Era la quinta vez, el “Trinche” no la iba a dejar ir tan fácil. Siguió un forcejeo que terminó con la melena canosa golpeando el pavimento.
Todo en negro.
Un hombre de unos 80 años y una joven lo auxiliaron. Habían mirado todo desde la vereda de enfrente, pero no habían intervenido por miedo. Lo levantaron y le hablaron, él los observaba, pero no había una respuesta consciente. En eso una mujer pasó con el auto, giró en la esquina, llegó a su casa y le avisó a su marido que alguien “parecido” a Carlovich estaba tirado en el medio de la calle. Juan Carlos Lescano (sí, de la misma familia que le había regalado la bicicleta) no tardó ni cinco minutos en presentarse en la escena del crimen. El “Tate” seguía los pasos de su ídolo, jugaba de delantero en Central Córdoba y se encontraba socorriendo a la leyenda del club.
Pasaron 15 minutos hasta que llegó la ambulancia que lo llevó directamente al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez. Fisura de cráneo fue el diagnóstico. Por un gran hematoma tuvo que ser inducido a un coma farmacológico. Pasó el jueves, el viernes no lo soportó. En las primeras horas del 8 de mayo de 2020 su estado empeoró y con eso una intervención quirúrgica que marcó su muerte a las 9:30 de la mañana.
Mientras una familia rezaba por un ser querido, 30 minutos después del robo Maidana se afanaba la bicicleta de una vecina de la zona. La policía, en un desconcierto total, arrestaba a cuatro pibes en un asentamiento del barrio Azcuénaga. Los liberarían horas más tarde. Así “Bocacha” esquivaba la ley, tres causas previas por robo lo acompañaban. El miembro de la banda delictiva de “Los Largos” había sido demorado semanas antes por romper el aislamiento obligatorio; dos días tardó en ser capturado mientras tiraba de un carro con el que juntaba cartón, esos mismos dos días en los que Carlovich batalló por su vida.
Casi un año antes otro crimen sacudía Rosario. El famoso peluquero y actor transformista Pedro Luis Marcelo Giúdici era encontrado muerto en su salón de estética. Estaba maniatado y con signos claros de asfixia, más tarde se supo que habían sido hechos con el cable de un caloventor. Faltaban electrodomésticos, ropa, calzado, herramientas de trabajo y el celular del estilista. El acusado llegó a la sala de audiencias vistiendo las mismas zapatillas que le había robado al propio Giúdici, ese, el asesino, era Jonatan David Melián, el hermano de Maidana.
Georgina Pairola fue la fiscal del caso que investigaba la muerte del ex futbolista. Desde un principio se buscaban 37 años de prisión por la totalidad de los cargos en su contra, tras 1126 días del suceso salió finalmente la resolución: el Tribunal Penal de Primera Instancia de Rosario, integrado por los jueces Gonzalo Fernández Bussy, Lorena Aronne y Pablo Pinto, lo condenó a 33 años de cárcel.
Todo, por una bicicleta.