viernes, noviembre 22, 2024

Pararse y dar pelea: Macarena Ceballos, la nadadora número uno de Argentina

Por Lucas Donia y Tomás Gulminelli

La nadadora número uno de Argentina en la actualidad. La máxima medallista de la delegación en los Juegos ODESUR realizados en Asunción en 2022 y ganadora del Premio Cóndor a la deportista femenina amateur el mismo año. Una de las grandes promesas del país de cara a la competencia más importante del deporte: los Juegos Olímpicos de París 2024.

Entre el 13 y 21 de mayo se desarrolló el torneo de natación “Mare Nostrum”. Dicho evento es reconocido por su alto nivel de competencia, y cuenta con tres etapas: Canet-en-Roussillon (Francia), Barcelona (España) y Montecarlo (Mónaco). En el certamen, Macarena Ceballos consiguió dos marcas “A” para el Mundial de Fukuoka, que se llevará a cabo en julio. La primera pertenece a los 100 metros pecho (1m7.35s), mientras que la segunda es de los 50 metros pecho (31s).

La cordobesa venía de hacer muy buenos tiempos a lo largo de la temporada. A pesar de esto, en el Argentina Open, torneo previo al europeo, se llevó una gran decepción, ya que esperaba conseguir la clasificación en los 50 metros pecho: “Nadé después de haber competido en los 100 metros mariposa en el tercer día. Ya había nadado cinco pruebas con tres relevos y encima después de eso me agarré otitis. Seguí nadando así, ya estaba con antibióticos, no es una excusa, pero son factores que influyen”, contó.

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Macarena nació el 12 de enero de 1995 en Río Cuarto, Córdoba, e inició su historia con la natación hace más de dos décadas: “Empecé para seguir a mi hermana mayor de manera competitiva. Con cinco años iba a la colonia y aprendí a nadar, un año más tarde ya sabía los cuatro estilos”. En un principio, Ceballos practicaba gimnasia artística, que aún le apasiona, pero cuando comenzaron a llegar los logros en su disciplina actual, tuvo que decidirse por una de las dos –por falta de tiempo mientras asistía al colegio– para “facilitarle las cosas” a sus padres.

Fue apoyada por su familia, incluso cuando “no quería saber nada” con este deporte. A medida que fue creciendo, colaboraban para pagar los viajes y comprar las mallas, ya que aún no contaba con patrocinadores.

Con 12 años, sufrió una tragedia que golpeó por completo a su familia. El 5 de diciembre de 2007 se produjo una explosión en la planta piloto de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Río Cuarto en la que falleció Liliana Giacomelli, su madre. “Fue un momento muy duro, no quería entrenar ni hacer nada. Al mes fui a competir igual, porque la natación fue una manera de curar”, expresó.

Macarena Ceballos y Liliana Giacomelli, su madre, en una foto familiar.

Hace ocho años, Macarena dejó su provincia natal para mudarse a Buenos Aires. En febrero de 2016, comenzó a entrenarse en la Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester, entidad a la que representa en diferentes torneos. Allí es dirigida por Gustavo Roldán, quien es también el Jefe Técnico de la Selección: “La conocí en 2008 en una concentración juvenil realizada en San Juan. Después se sumó al club, empezó a entrenar con mi grupo y a compartir cada viaje del Seleccionado Nacional o de equipo, junto a quienes están a mi cargo directamente”.

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Después de muchas idas y vueltas, entre querer dejar la disciplina o continuar, a sus 28 años considera a la natación como un estilo de vida porque siempre hay algo que la vuelve a conectar: “Varias veces quise dejar, pero no por querer estudiar, sino por falta de motivación y cansancio”. Además, tampoco podía salir o juntarse con sus compañeros por sus entrenamientos, algo que le “dolía mucho” cuando era más joven.

Maca insiste en que es complicado vivir de este deporte por tener que pagar alquileres o bien, afrontar los gastos diarios. “Ahorrar en Argentina es difícil, a pesar de tener sponsors, la realidad es que vivo el día a día”, dijo. Teniendo esto en cuenta, hace ocho años se mudó a Buenos Aires con Andrea Berrino –otra figura importante de esta disciplina para Argentina–. Juntas inauguraron una clínica de natación a la que nombraron De cabeza a la pileta: “Queremos compartir nuestra experiencia y herramientas con los chicos y chicas que están arrancando. No damos planificación, ni series de entrenamientos, pero sí maneras de mejorar a la hora de entrenar y competir”, explicó Berrino.

Macarena Ceballos y Andrea Berrino posan con sus medallas luego de los Juegos ODESUR llevados a cabo en Asunción durante 2022.

Por otro lado, Ceballos cursa periodismo deportivo en la Universidad de Palermo de manera virtual y espera con ansias recibirse este año, aunque las competencias se lo dificultan: “Es complicado sostener la carrera al día, y más entrenando. Si estoy de viaje y no tengo ganas de sentarme a estudiar, lo hago en otro momento”. La riocuartense eligió prepararse para ser comunicadora por la falta de apoyo por parte de los medios hacia los deportes más amateurs, por lo que sueña, en algún momento, cubrir a esta disciplina. Incluso agregó que prefiere entrevistar a escribir: “Soy buena, pero siempre me gustó más hablar”.

Esta carrera también la ha hecho conocer gente nueva y desconectarse de la natación: “Pude salir de ese círculo vicioso que es la disciplina que yo practico. Me di cuenta que existe una vida fuera de lo que practico, es algo que me ayudó muchísimo”.

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En agosto de 2021, Ceballos pasó por el quirófano para arreglar sus problemas en el hombro derecho que arrastraba desde 2013 y se perdió, de esta manera, los Juegos Olímpicos de Tokio. “Fue un proceso difícil, era probar ‘a ver qué onda’, porque no estaba asegurado que el hombro quedase al 100 por ciento. Fue más duro mental que físicamente tener que frenar obligada y no por vacaciones”, contó la cordobesa.

Ella fue atendida por Alejandro Quintero, médico deportólogo y especialista en traumatología que trabaja con el Seleccionado Nacional, en quien la nadadora depositó “fe ciega” para operarse porque se conocen hace más de siete años. Al enterarse de la lesión, el cirujano reconoció que fue clave “la confianza” entre él y la paciente: “Lo fundamental era que entendiera lo que le estaba pasando, qué iba a ocurrir antes, durante y después del procedimiento. Con Macarena trabajamos mucho en las explicaciones, y cuando supo lo que sucedía, se sintió más segura y progresó de gran manera”.

Tanto Quintero como Roldán definieron a Maqui como alguien especial, con gran capacidad para sobreponerse. Era un caso definitorio, y la riocuartense sorprendió con su buena recuperación en el día a día.

Su pareja también tuvo una tarea fundamental en el acompañamiento. Valentín Costantino comentó que quedó asombrado con su forma de encarar la operación: “Hubo días buenos y malos, yo ayudé en lo que pude. Volvió en un estado de rendimiento excelente. La admiro muchísimo”.

Ellos se conocieron después de los Juegos Panamericanos de Lima (Perú) en 2019. Ese mismo año, Macarena empezó a entrenarse en un grupo más grande para “cambiar de aire”, y compartió tiempo con el jóven nadador. Ambos venían de momentos complicados en sus vidas, comenzaron a verse más seguido y tener más relación.

Ahora, son pareja y representan a la Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester en los torneos que se disputan en Argentina. “Dejamos que las cosas fluyan, pasamos cosas lindas y feas, eso nos unió muchísimo. Me proyecto con él, pero nos quedan muchos torneos por compartir”, dijo la cordobesa.

Valentín, por su parte, sueña con formar una familia y vivir juntos algún día, además de “continuar nadando los dos”. Cuando no tienen que entrenar, eligen salir a disfrutar de su tiempo libre merendando a orillas del río cerca del CeNARD, van al cine o a comer. Ella, particularmente, es apasionada por la lectura.

Macarena Ceballos y Valentín Costantino se conocieron en 2019 y hoy son pareja.

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Maqui, con su metro setenta y tres, no considera a la natación como “meterse durante un par de minutos” a esos 50×25 con 2,7 de profundidad separados en andariveles numerados del 0 y el 9 que tiene una pileta olímpica: es algo más. Un estilo de vida, que aún, a pesar de la experiencia, la hace ponerse nerviosa y sentir adrenalina en el cuerpo a la hora de competir. “Cuando me toca representar a mi país, a mi bandera, es cuando más lo siento”, confesó la nadadora.

Dejó de lado las cábalas porque no eran sanas y las corrió de su vida para así tener espacio para colgarse medallas. Su hombro, que la hizo perderse los últimos Juegos Olímpicos, está cada vez mejor y lo demostró en el Mare Nostrum, siendo la gran estrella de la natación argentina en la actualidad. 

“Pararte y dar pelea”. Esa frase tiene tatuada Macarena en su brazo izquierdo. Ha tenido problemas deportivos, familiares, personales y los “pudo superar” todos. En julio viajará a Japón, tierra de la última cita olímpica, a la que no pudo asistir hace dos años. Ahora, tendrá la posibilidad de acercarse a su gran objetivo: clasificarse a París 2024.

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