sábado, noviembre 23, 2024

Macarena Sans, la sensibilidad de La Garra

Por Tomás Marin y Lucas Canteros

Un Maracaná lleno de gente y decorado con muchísimos colores en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Río 2016 es testigo del momento en el que la delegación argentina ingresa encabezada por Luis Scola, que carga la bandera nacional. Detrás él y a su izquierda, Macarena Sans, central de la selección femenina de handball, trata de asimilar la magnitud de lo que está viviendo entre emoción y asombro. “Fue una locura. Estaba explotado de gente. Todo, todo llenísimo. Sentí una euforia, algo en el pecho de tantas emociones. Obviamente no podíamos parar de llorar. Se me venían recuerdos de chica de estar mirando las inauguraciones de los Juegos anteriores desde mi casa con mi familia, y verme ahí fue increíble”, detalla Macarena, y recuerda que junto a Luciana Mendoza, y los entrenadores Gustavo Sciglitano y Eduardo Peruchena se habían quedado un momento agarrados de las manos conectados por el mismo sentimiento al ingresar al histórico estadio brasileño.

Para Macarena, el ingreso al Maracaná en esa ceremonia inaugural fue uno de los momentos más lindos de su vida. Pero llegar a Río no fue un camino fácil. Poco más de un año atrás peligraba la clasificación a los Juegos. Con Brasil como organizador y con su participación ya asegurada, la posibilidad de obtener la plaza que otorgaban los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 eran mayores y todos los países lo sabían.

En el primer partido vencieron a Uruguay, y en el segundo perdieron por dos goles contra Cuba, que venía de vencer a Chile. Lo que las devastó anímicamente ya que las dejaba de cara al último partido casi sin posibilidades de clasificar primeras para evitar a Brasil en las semifinales. En la previa era imposible que Uruguay venciera a Cuba. Ante la adversidad y el desánimo de sus compañeras , Macarena, en su primera competencia en el seleccionado mayor con 18 años, habló con Valentina Kogan y le dijo que estaba mal porque todas pensaban que ya no tenían posibilidades y ella no creía que fuera así.

“Estábamos reunidos tratando de enfocarnos en lo que seguía, pero era muy difícil porque había muchas caras de tristeza. Habíamos entrenado muy duro para ganarle a Cuba y perder nos complicaba mucho la clasificación. Y en medio de esas caras largas y algunos llantos aparece la voz de Maquita, imaginate una chica de 18 en un plantel que promediaba los 28 años. Aparece esa vocecita que dice ´¿por qué no va a pasar lo que tiene que pasar? ¿Por qué no podemos ganarle a Brasil? ¿O por qué Cuba no puede perder con Uruguay?, nosotros tenemos que estar bien para poder aprovechar todo lo que pase de acá en adelante´, y realmente fue un sopapo a la tristeza de todos y un cambio de visión, de expectativas”, confiesa Eduardo Raqui Peruchena, el entonces entrenador de La Garra.

Mientras Uruguay y Cuba jugaban su partido, en la cancha de al lado, Macarena y sus compañeras calentaban ya sin pensar en lo que pasaba a metros de ellas. Todas las jugadoras se abrazaron en ronda, ya concentradas en lo que debían hacer contra Chile y se daban ánimo. “Entró Raqui y nos dijo ‘quedan 10 segundos y va ganando Uruguay por tres’, ahí sí que se me explotó el corazón. Todas estallamos de emoción porque con ese resultado recuperamos el primer puesto”, recordó Macarena.

Cómo no iba a pensar que era posible clasificar por primera vez en la historia a un Juego Olímpico una chica que desde los 14 años viajaba desde Mendoza a Buenos Aires sin su familia para jugar en su selección. Cómo no iba a confiar en sus compañeras, que alguna vez le hicieron un lugar en su casa y en su mesa, para que estuviera acompañada en sus días fuera de casa. Pensante y líder, con su osadía dentro y fuera de la cancha, fue clave en el Panamericano en el que luego de vencer a México en las semis, cumplieron el sueño de más de una generación del handball argentino.

A pesar del imborrable recuerdo, lejos quedó el 2016. Siete años y una pandemia de por medio trasladaron a Macarena del amateurismo argentino en su club Regatas de Mendoza al profesionalismo español en Gurpea Beti-Onak. “Es el cerebro del equipo, como buena central. Sabe darse cuenta si una jugadora tiene o no el día para lanzar ciertas jugadas. Su calidad de lanzamiento sorpresivo nos da muchos goles en momentos en los que el equipo se atasca. Y tanto dentro como fuera de la cancha sabe dar estabilidad cuando en situaciones difíciles cuesta tenerla”, cuenta su compañera Ainhoa García sobre la presencia de Macarena a su actual club.

Poder vivir 100% del handball tuvo su costo. A 11 mil kilómetros dejó a sus padres, a sus hermanos y a sus sobrinos. Pero cuando los visita, Maca se entrega totalmente a su familia. “Su presencia es motivo de reuniones familiares y momentos especiales debido al tiempo que no hemos estado juntos”, reconoce su hermano Santiago y agrega: “Le encanta cocinar en la montaña. Tenemos una casita de fin de semana en Cacheuta y le encanta ir ahí. Aprovecha para cocinar y descansar, o hacer trekking en cerros y pasear con mis sobrinos”.

Maca y Santi tienen una relación muy fuerte por su poca diferencia de edad. Ambos recuerdan con cariño las tardes enteras cuando de chicos barrenaban olas hasta el atardecer en Totoralillo, con la imborrable imagen de la puesta del sol que ofrece la costa chilena.

De pasiones, como jugar y hacer asados. Y valores, como sus favoritos: la honestidad y el amor. Macarena cree que la mejor manera para vivir es ser consecuente con uno mismo en cuanto a sentimientos y a las cosas que uno elige hacer. “Pienso que por amor nos movemos en las relaciones, con los trabajos, con las amistades y las cosas que nos hacen felices. Si todos aplicáramos esto, el mundo sería un poquito mejor”, reflexiona con su tono mendocino y de sonido casi aniñado que roza la ternura.

Si de amores se trata. Una joven Maquita, de trece años en 2010, conoció a Francisco, de Chubut, en un torneo de selecciones provinciales. Luego de la competencia cada uno siguió su camino. Hoy, es su pareja hace tres años y fue fundamental para ella, porque juntos pudieron concretar el deseo de irse a vivir a España, donde comparten club, amistades, y donde una Macarena más experimentada se prepara para el Mundial de Handball Femenino que se jugará en Dinamarca, Noruega y Suecia entre noviembre y diciembre.

Más notas