domingo, noviembre 24, 2024

Cómo es jugar al rugby en Rusia: el pilar argentino que se fue a probar suerte a Krasnodar

Por Felipe Meaños

Desde hace años, es costumbre que los jugadores argentinos estén presentes en las ligas más importantes del rugby mundial, desde el Super Rugby del hemisferio Sur hasta las ligas europeas como la francesa o la inglesa, o en países con torneos en formación como Japón y Estados Unidos que, al igual que en el fútbol, compran estrellas de edad avanzada o jóvenes para hacer crecer sus proyectos. Ninguno de estos es el caso del pilar argentino Mariano Filomeno, de 31 años, salido del Club Argentino de Rugby (CAR) y que jugó la última temporada en el Tarbes de la tercera división de Francia: Ficha, cómo lo apodan en su lugar de origen, en 2018 decidió embarcarse en una aventura casi sin precedentes para conocer el rugby de Rusia y jugar una temporada en el Kuban de la ciudad de Krasnodar.

-Antes de ir a Rusia pasaste por el CRAT de La Coruña, España, ¿Cómo surgió esa primera chance de ser profesional? ¿Cómo te lo comunicaron?

-Salió por un amigo del club Banco Hipotecario, que conocía del seleccionado desarrollo (un combinado de jugadores de las categorías de ascenso de Buenos Aires), y se había ido a España, yo estaba en el CAR y me llamó para preguntarme si me gustaría ir a jugar allá porque el club necesitaba un pilar. Dije “vamos a probar” y él me hizo el contacto, mandé un video, les gustó y me fui, en 2015.

-¿Y cómo apareció la chance de ir a Rusia?

-Un jugador neozelandés que había coincidido conmigo en España me dijo que iba a ir a Krasnodar porque le había salido trabajo de preparador físico y me preguntó si me interesaba venir, que tenía un currículum bueno y el club buscaba un jugador como yo. Él mismo me puso en contacto y, también después de mandar videos, me llamaron.

-Cuando te dijeron de ir a Rusia, un país sin relación con el rugby, ¿qué fue lo primero que pensaste?

-Fue muy loco, yo ni siquiera sabía que había rugby ahí. Solo conocía un poco del fútbol, pero, ya habiendo estado dos años en España me gustó como para probar, aunque me dio dudas por el tema del idioma, que iba a ser muy difícil porque tampoco sé mucho inglés, pero la verdad que estuvo buenísimo y no me arrepiento de nada.

-¿Y qué hacías en tu tiempo libre?

-Depende, al principio recorría un poco para ver la ciudad y donde estaba todo, pero también se complicaba un poco con el tema del idioma y más estando solo, no había ni argentinos, ni españoles ni nadie que hablara castellano como para ir a recorrer juntos. Los primeros meses recorría un poco pero después no tenía mucho hobbie, era quedarme en casa, vi todo Netflix de punta a punta y jugaba algún juego con gente de acá por lo menos para charlar. Además, se viajaba mucho.

-¿Cómo fue caer ahí y estar solo en la otra punta del mundo, sin tu familia?

-Fue muy complicado, yo igual sabía claramente como era, por más que ahí podía hacerme más amigos, imaginaba lo que iba a ser Rusia con la cuestión del idioma. Ahora, gracias a Dios, con la tecnología podés hacer videollamada todos los días y acercarte de alguna manera. Además, ese año pude volver dos veces en el medio y mi hermano fue una vez a Rusia, eso me fue dando impulsitos para seguir.

-¿Cómo fue el tema de la comunicación desde el principio?, debe ser imposible aprender ruso…

-¡Sí! En un momento quisieron mandarme a un profesor que apenas hablaba inglés, entonces hablar en inglés para aprender ruso era imposible, fui dos o tres veces y no fui más. Además, la gente rusa no habla inglés, uno de cada diez, entonces hasta con ellos mismos es complicado y se acorta mucho la posibilidad de relacionarse, yo casi solo tenía vínculo con los cinco neozelandeses del equipo porque eran los únicos con los que podía hablar, los demás eran buena gente pero no había manera, todo el tiempo con el traductor del celular.

-¿Y adentro de la cancha o en los entrenamientos?

-Ahí nos manejábamos bastante en inglés, daban muchas indicaciones así, sobre todo porque los conductores eran normalmente los neozelandeses, al menos en mi puesto, no quería ni escuchar lo de los otros para no perderme más (risas).

-Socialmente, ¿cómo te recibieron?

-La verdad que bien, me sumaron a ellos, a pesar de no entender nada me invitaban a hacer cosas, he ido a casas de rusos que no podía hablar y sólo podía usar el celular. A veces iba para no quedar mal pero es complicado, cuando no se puede hablar, no se puede hablar, era medio incómodo. Yo pensaba, como todo el mundo, que los rusos iban a ser fríos, que no digo que no lo sean, pero cuando los conocés son buena onda y copados, a pesar de que no pude sacar el cien por ciento.

-¿Qué diferencia había el día del partido con Argentina?

-Se hacía siempre lo mismo. Es diferente a como es en Argentina porque hay un solo partido, no estás desde temprano en el club viendo a la pre o a la inter y tenés un día más largo de club. Allá vas a jugar y te vas, son tres horas, te juntás, hablan algo los entrenadores, entrás en calor, jugás, te bañás y te vas.

-¿Después de jugar, qué planes hacías con ellos?

-Solíamos juntarnos en alguna casa, sobre todo los días de partido en los que no hay tercer tiempo como acá, ellos mismos se juntaban. Ahí, termina el partido, se saludan, se bañan y se van, entonces capaz un grupo se juntaba en una casa y me invitaban a comer ahí, hacían algo parecido a un asado y tomábamos algo.

Filomeno en la Plaza Roja de Moscú.

-¿Tu familia cómo vivió tu ida a Rusia?

-Ellos siempre me dijeron siempre que vaya donde pueda ir y que avance con todo lo relacionado al rugby, pero obvio que se extrañaba. Por suerte siempre nos manteníamos en contacto, hablábamos todos los días o día por medio y se hacía más llevadero.

-¿Qué te dijeron cuando contaste que ibas a jugar ahí?

-No lo podían creer, ni ellos ni nadie, todos me preguntaban ‘“¿A Rusia? ¿Hay rugby?”’, era gracioso. Pero yo fui a sumar una experiencia y estuvo buenísimo aunque fue difícil.

-¿Y alguien se quiso oponer a que fueras?

-Sí, mucha gente del club quería que me quede y además me tiraban todas “las pálidas”, pero era más la gente que me bancaba para ir a un país al que no imaginaba ir ni de vacaciones y de repente fui a vivir un año.

-¿Qué te dejó como persona? ¿Y como jugador? ¿Te formó en algún aspecto?

-Te hace crecer un montón y adaptarte a lo que sea, yo estaba solo en otra cultura e idioma, fue muy complicado al principio, sumado a la vida de profesional que conocí ahí. En ese aspecto, fui tomando lo que me fueron enseñando entrenadores y jugadores, encontré gente muy buena y el roce me hizo aprender mucho. El tener que sobrevivir solo allá me hizo aprender mucho, o sea, fui a Rusia y estuve un año solo y tranquilo allá, ahora siento que puedo ir a cualquier lado, a jugar o a vivir, fue lo más fuerte que podría haber hecho.

-Transportándote al momento en el que dijiste que sí a ir, ¿Volverías a aceptar?

-Sí, me gustó mucho y la experiencia fue muy linda, capaz ahora estando de novio se haría más llevadero, me faltó tener alguien para hablar, aunque sea un compañero. Igualmente, sin tener eso, volvería, hubiera seguido un año más, el balance es positivo 100%

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