Pedro Basla
El idilio de Didier Deschamps con la Copa del Mundo comenzó en el minuto 74 de la semifinal entre Francia y Croacia del Mundial de Francia 1998. Les Bleus, que habían dado vuelta el partido con un doblete del defensor Lilian Thuram, sufrieron la expulsión de su capitán, Laurent Blanc, por una agresión. Los locales aguantarían el partido e irían a la final ante Brasil, en la que ganarían 3-0 con un doblete de Zinedine Zidane y el restante de Emmanuel Petit. Deschamps, capitán en ese partido por la suspensión de Blanc y volante central de ese equipo, sería el encargado de levantar la primera Copa Mundial de la historia de su país.
Pasaron 14 años para que en 2012, luego de la Eurocopa de ese año, otra vez le toque reemplazar a Laurent Blanc, esta vez como entrenador de la Selección Francesa. En Brasil 2014, con un equipo en formación luego de la catástrofe en Sudáfrica 2010, compitió y cayó de pie ante Alemania en cuartos de final. En la Eurocopa 2016, llegó a la final que luego perdió ante Portugal en París. Con cuestionamientos y dudas, arribó a Rusia 2018, mundial en el que se destapó como entrenador: ganó seis partidos, empató uno y obtuvo la segunda Copa del Mundo para Francia, tras ganar contundentemente y sufrir poco en casi todos los partidos. De hecho, solo estuvo en desventaja menos de 10 minutos en todo el Mundial: ante Argentina, cuando la selección de Jorge Sampaoli se puso 2-1 con el tanto de Gabriel Mercado, ventaja que duró poco tras el empate de Benjamin Pavard.
Luego de ser Campeones del Mundo, parecía que los galos habían tocado techo: en la Eurocopa del año pasado, Francia se quedó fuera en octavos de final ante Suiza. En los amistosos y en las Eliminatorias, había dejado dudas. La mala administración del recambio era algo de lo que la opinión pública más le achacaba a Deschamps. Sin embargo, y como si la Copa del Mundo fuera una competición que se abstrae del resto, Francia volvió a una final del mundo tras ser demoledora ante Australia, Polonia y Marruecos y haber ganado con justicia ante Dinamarca e Inglaterra.
¿Por qué se impone, otra vez, el estilo Deschamps en un Mundial? En el fútbol de clubes, los mejores entrenadores son los que más potencian a sus jugadores y mejor funcionamiento le dan a su equipo. En eso, Pep Guardiola y Jurgen Klopp, son los dos mejores del Mundo. Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid, también es un gran potenciador, pero tiene una forma de conducir distinta, más tranquila y menos espectacular.
El entrenador de Francia, en cuanto a su manera, es mucho más parecido a Ancelotti que a Guardiola o Klopp, con un liderazgo tranquilo, que sabe bien en qué lugar y cómo los jugadores que él recibe de clubes, pueden darle lo mejor a su país. No busca que sus jugadores se adapten a su sistema, él se adapta a los jugadores. Además, sabe bien que para que el equipo rinda de la mejor manera en la cancha, el clima interno debe ser el mejor. Francia, con estrellas como Kylian Mbappé, Antoine Griezmann, Paul Pogba, Ousmane Dembelé y Karim Benzema (no todos están en la lista de convocados de Qatar 2022) es uno de los planteles más difíciles de gestionar. Él, pese a algunas idas y vueltas, lo ha logrado a la perfección, al menos en los Mundiales.
Sería muy fácil, para ese grupo de cracks que es Francia, ser un conjunto en el que reinen las individualidades por sobre lo grupal. Deschamps ha logrado que Francia, entre quien entre y salga quien salga, tenga una identidad y sea un equipo, con más brillo para algunos y con menos para otros. Mañana, ante Argentina, querrá levantar por tercera vez la Copa del Mundo: lo hizo como capitán en Francia 1998 y como entrenador en Rusia 2018. Si ya es una de las personas más importantes en la historia de la Selección Francesa, mañana puede convertirse en el más.
Foto Destacada: Depor.com