martes, diciembre 3, 2024

Futsal en la Argentina: más ganas de ganar que dinero

Por Federico Obregón

El futsal en Argentina crece año tras año y en gran parte se debe a los títulos que la Selección consiguió desde 2016 (campeones y subcampeones del mundo, en tres oportunidades y campeón de la Copa América). Un largo camino que transformó a la Selección en potencia y clubes de barrio que ayudaron a que suceda, pero que todavía no alcanzó su techo.

Recién en la década de 1980, Joao Havelange, presidente de la FIFA y de la Confederación Sudamericana de Futsal, convocó a exdirigentes y les propuso integrar el fútbol sala al máximo ente. Una de las federaciones a las que llamó fue a la AFA, presidida por Julio Humberto Grondona. Así fue como Grondona llamó a los clubes con los que tenía mayor cercanía y les propuso crear el primer torneo de futsal en 1986, año en el que salió campeón Rosario Central, y al siguiente Newell’s.

A finales de los 90, en la AFA se hizo difícil que clubes afiliados se inscribieran en los torneos, por eso se determinó abrir el espacio para los clubes de barrio, entre los más relevantes están Pinocho y su clásico rival, 17 de Agosto. En la actualidad son 88 clubes y el único que sale del ámbito del AMBA y La Plata es Newell’s.

Cuando Diego Giustozzi asumió como entrenador de la Selección mayor a mediados del 2014 fue el momento bisagra para que el deporte tenga un cambio muy grande y se convierta en uno de los más practicados en el país. La Copa América 2015 fue importante, pero el campeonato del mundo de 2016 en Colombia conseguido de la mano de Fernando Wilhelm, capitán del equipo y mejor jugador del Mundial (foto), fue la clave para un crecimiento más estable.

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Wilhelm tiene 40 años y a mediados de 2020 retornó a la Argentina tras una larga trayectoria en Europa, en países como Italia, Portugal y Croacia, para jugar en uno de sus clubes de origen, Pinocho, institución en la que además es el dueño de la confitería junto a su esposa Jimena Corazza. Wilhem ve al futsal como una etapa muy importante en la que tuvo experiencias que quizá no hubiese llegado a tener con otra actividad: “Hoy es una diversión, lo hago de forma profesional porque eso depende de mí, pero lo disfruto más que en años anteriores donde la presión la manejaba de otro modo”.

En la confitería de Pinocho, a Wilhelm lo acompaña su cuñado Germán Corazza, jugador de Platense, que vistió la camiseta de Argentina entre 2011 y 2013. Entre sus actuaciones más destacadas están las Eliminatorias del Mundial 2012 disputadas en Brasil. La Selección se clasificó en primer lugar luego de vencer a Paraguay por 7-6 en penales, aunque después fue eliminada en cuartos de final ante Brasil, que luego fue campeón del mundo en Tailandia.

Pero Corazza no siempre se dedicó al futsal. Además de su trabajo actual en Pinocho como mozo, estudió y se recibió de periodista deportivo. En 2013 tuvo un paso bastante rápido por Italia, en el Real Rieti, donde no pudo jugar mucho porque su ciudadanía tardó dos meses y medio en llegar, por lo que decidió retomar a la Argentina en 2014.

En Argentina el Futsal todavía es amateur y en Europa los jugadores profesionales pueden vivir del deporte. Wilhelm analiza a los futbolistas argentinos con mucha picardía, que la mayoría no tienen miedo a arriesgar y tienen más potrero de lo que se puede encontrar en el Viejo Continente, donde son más organizados y muy disciplinados en la táctica.

Wilhelm y Corazza coinciden en que en la actualidad no se mueven fichas para que el deporte se vuelva profesional. La economía en los clubes de barrio es algo que aún no se puede mejorar, con la falta de patrocinadores en la Liga Nacional se les hace más complicado. En los de Primera hay presupuesto, casi en todos los equipos cobra el plantel entero, así sea un viático o algo mínimo. Los jugadores de mayor trayectoria, experiencia y renombre cobran un sueldo distinto, o en algunos casos se le otorga un arreglo laboral, que puede ser un sponsor de la institución o de la actividad, es decir, que en la semana mientras tienen sus entrenamientos con trotes, gimnasio, movimientos de balón, se les recompensa con un trabajo en el club.

Para Lucas Bolo, jugador de la Selección, el título del mundo en 2016 dio un cambio para bien, porque tanto la Liga Nacional como los jugadores empezaron a ser tenidos en cuenta por los equipos del exterior y por la misma gente de Argentina. A finales de 2021,Bolo se integró al Italservice Pesaro C5, equipo en el que consiguió el Scudetto, pero en el medio fue jugador de San Lorenzo, allí levantó la Copa Libertadores. 

Bolo admitió que cuando se llega a un club extranjero hay que pagar el derecho de piso, para conseguir más minutos de juego, pero que del lado físico en Argentina no se necesitan muchos cambios para competir en las ligas más importantes del mundo: “Hay que mejorar la estructura para que la gente pueda disfrutar del espectáculo como se debe”, dice Bolo sobre el avance para que la actividad crezca aún más en Argentina.

Alan Brandi, goleador de la Selección, considera el futsal como una pasión, aunque empezó a practicarlo muy tarde. Estudió la carrera de periodismo en la Universidad Complutense de Madrid e hizo una pasantía en el diario El Mundo. Pero cuando le surgió la chance de ser jugador del deporte que era su hobbie no lo dudó y a sus 19 años debutó en el Colmenarejo Fútbol Sala. Allí estuvo hasta los 23, al mismo tiempo siguió la ocupación de hombre de los medios, luego llegó al Inter Fútbol Sala en 2011 y desde ahí empezó el camino a ser el deportista profesional que es hoy en día. 

Brandi debutó en la Selección en 2015, de la mano de Diego Giustozzi y desde ese entonces es el autor de los goles importantes, como lo sigue siendo con Matías Lucuix como nuevo entrenador de la Albiceleste. Fue el goleador de su equipo en el Mundial de Lituania 2021 y autor del gol en la final de la Copa América ante Paraguay en 2022. Brandi nunca imaginó tener estos logros en la Selección, solo cumplió el sueño de jugar con la camiseta de su país: “No tenía en mente que íbamos a conseguir tanto y fue una alegría inmensa, ver que el futsal crece y que cada vez hay más chicos que están capacitados para representarnos y dejar a Argentina en lo más alto”.

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Al igual que Lucas Bolo, Brandi (foto) es otro de los jugadores que pueden permitirse el lujo de vivir del futsal, como en muchas ligas en Europa, algo que esperan que pase pronto en la Argentina. Del plantel que integra la Selección actual, solo los dos arqueros suplentes, Lucas Farach (Kimberley) y Guido Mosenson (Boca)  juegan en el país. Damián Stazzone, quien se retiró de la Albiceleste luego del Mundial de Lituania, retornó al Ciclón en julio de 2022 luego de una corta temporada en el CMB Matera Loan de Italia, y se sumó como ayudante de campo en el cuerpo técnico de Matías Lucuix en la Selección mayor.

Sebastián Sgarra es uno de los encargados de la comisión del futsal en AFA. Jugó 14 años y se retiró en Vélez en 2018. Es otro de los que creen que está lejos de profesionalizarse, porque antes hay que cambiar mucho en infraestructura y ayudar a que los clubes que compiten en AFA tengan su propia cancha: “Hay demasiadas instituciones que vienen con mucho trabajo hace tiempo para que se pueda ver algo más grande, vistoso y ejemplar”.

Sgarra trabaja en un sindicato de lunes a viernes de 9 a 17 y en All Boys también es encargado de la comisión de futsal: “Todo lo que es futsal, más que nada en el club, es pérdida, uno le pone mucho tiempo, pone plata de su bolsillo, no tengo sueldo, el club tampoco baja dinero a la actividad, es todo muy ingrato”.

A pesar de que queda mucho por mejorar, el cambio que otorgaron los entrenadores abrió camino para que una nueva generación vea el futsal como un deporte de jerarquía, lo refleja la estadística que cuenta a más de 25 mil chicos y chicas en el país que se entrenan en más de los 500 clubes de barrio. Giustozzi y Lucuix pusieron fin a un reinado de Brasil y España en los Mundiales, lo que demuestra que en Argentina juegan más las ganas de ganar que el dinero.

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