Por Luciano Chatelain
“Trato de ser una persona simple, tranquila”, dijo Nicolás Tagliafico, lateral izquierdo de la Selección argentina, en una entrevista a Clarín en 2018. Sin embargo, esta declaración -a pesar de afirmar que hay que ser igual en la cancha y en la vida y no cambiar de acuerdo a la circunstancia- no se condice tanto con su filosofía de juego y su forma de ver el fútbol. Un jugador que odia perder la pelota pero busca tomar riesgos en el uno contra uno y gambetear no se traduce en una persona simple. El gusto por el fútbol ofensivo y la escuela del Ajax, el “fútbol total”, la presión alta y la rotación de posiciones tampoco definen a un individuo tranquilo. Mucho menos el querer ser entrenador luego de retirarse como jugador.
“Tranquilidad” y “simpleza” tal vez serían mejor reemplazadas por “entrega”, “esfuerzo” y “sacrificio”, si se busca definir a Tagliafico. Son incluso valores que -sostiene- lo acompañaron siempre desde sus tiempos como juvenil en Banfield. Así lo define Gustavo Siviero, quien fuera su entrenador en el Real Murcia durante 2012 y 2013. “Disfrutaba mucho de entrenar y se entregaba al máximo”, dice mientras destaca su profesionalidad y seriedad como las principales cualidades del defensor.
Tagliafico llegó al Murcia desde Banfield con sólo 19 años gracias a un grupo empresarial argentino que colaboraba con el club. Lo hizo junto con otros jugadores argentinos como Mauro Dos Santos y Jonatan Gómez, también del Taladro. Con una gran madurez para su edad y una buena respuesta anímica ante la adversidad se integró muy bien con sus compañeros. “Es clave tener orden, conducta, ser y parecer”, le dijo Tagliafico a Clarín en 2017. Para Siviero parecía bastante introvertido, serio, aparentaba más edad de la que tenía, era muy respetuoso y hablaba lo justo y necesario. Pero no era un impedimento para su relacionamiento con sus compañeros y tenía un buen vínculo con ellos, incluso en actividades fuera del club.
Para Tagliafico es muy importante recordar siempre de dónde viene, y fueron sus orígenes los que facilitaron su adaptación en su primera experiencia en el exterior. La presencia de otros seis argentinos -incluido el director técnico- lo ayudaron mucho en un equipo en el que, con Siviero en el banco, Tagliafico alternaba la titularidad en su puesto con Óscar Sánchez, un lateral derecho de gran tradición en el club. Sin embargo, en sus participaciones logró destacarse y mostrar un gran gen competitivo. Su adaptación al fútbol europeo fue más rápida de lo esperado y no enfrentó problema alguno. Al punto tal que, entre los colaboradores del cuerpo técnico, veían en él una gran proyección y tenían el sentimiento general de que sería jugador de equipo grande, de clubes del calibre del Bayern Múnich. Todo gracias a su seriedad, compromiso y su contracción al trabajo.
Tagliafico intenta aplicar dentro y fuera de la cancha la disciplina que le transmitieron su familia, la gente que lo educó durante su infancia y la que lo rodea actualmente. Reconoce que, con tanta adrenalina y mucho en juego, es imposible estar tranquilo durante un partido. Y es que no son la tranquilidad y la simpleza lo que lo llevaron a ser campeón y capitán tanto con Independiente como con la Selección argentina. Dentro de la cancha fueron la inteligencia táctica y la capacidad de cerrarse a posiciones que el rival no espera, cualidades que define como las claves para su posición de lateral izquierdo. Fueron la disciplina, el esfuerzo, el sacrificio, la seriedad, la profesionalidad y aquel respeto samurái con el que tanto se identifica, y el que intenta aplicar en el fútbol y en la vida. Eso que supo reflejar cuando fue convocado por primera vez a una selección nacional luego de un partido en el que quedó inconsciente tras recibir un golpe en la cabeza que le generó pérdida de memoria de aquel encuentro.