Por Guadalupe Ledesma y Matías Kallinikos
A pesar de que el país donde se llevará a cabo esta nueva edición de la Copa del Mundo tiene una cultura muy conservadora si se lo mira desde un punto de vista occidental, en Qatar ocurrirá un hecho memorable y sin precedentes para la historia del referato femenino. Por primera vez, habrá mujeres que dirigirán en un Mundial masculino.
Las elegidas por la FIFA como árbitras principales son tres: Stephanie Frappart, de Francia; Salima Mukansanga, de Ruanda, y Yoshimi Yamashita, de Japón. Es un trío también el seleccionado para hacer su labor como asistente: la brasileña Neuza Back, la mexicana Karen Díaz Medina y la estadounidense Kathryn Nesbitt.
Stephanie Frappart junto a sus asistentes Michelle O’Neill y Manuela Nicolisi, en la Champions, fueron las primeras en dirigir un partido de la máxima competición europea.
Resulta contradictorio que se haya elegido hacer semejante avance para el arbitraje femenino justo en este Mundial, en un país donde se denigra a las mujeres y la sociedad las etiqueta como inferiores. La inclusión del género femenino es indudablemente una de las cosas buenas que sucederán en esta estrambótica cita mundialista. Se puede llegar a considerar que es una especie de llamado de atención de la FIFA a la sociedad qatarí.
El proceso de inclusión en los equipos arbitrales comenzó hace un largo tiempo. En Argentina, dos décadas y media atrás arrancó la lucha de Florencia Romano, quien se enfrentó a mediados de los ’90 ante el presidente de la AFA de ese entonces, Julio Humberto Grondona, y logró ser la primera colegiada en dirigir un partido profesional de fútbol masculino.
Gran parte del mundo evolucionó y con el correr de los años se les ha dado cada vez más lugar, en la última Eurocopa llevada a cabo en 2021 fueron 12 las elegidas para dirigir dicha competición. En esta Copa del Mundo serán 36 los árbitros y árbitras, 69 asistentes y 24 oficiales a cargo del VAR que participarán del mayor espectáculo deportivo que ocurre cada cuatro años. Junto a la evolución de la sociedad, en un futuro se espera que la inclusión de ambos géneros en un equipo arbitral se naturalice y no sea una noticia.
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Luces y sombras del arbitraje femenino
Por Gianluca Mazzeo y Santiago Fiorda
Los árbitros son el blanco principal de las críticas de los hinchas en todos los estadios del fútbol argentino. Aunque se equivoquen o acierten, las tribunas de las canchas les dedican insultos y canciones. Sin embargo, existe una saña particular con el arbitraje femenino. Una arcaica idea persiste en el subconsciente colectivo de los simpatizantes: las mujeres no saben las reglas y no están capacitadas para impartir justicia en un deporte con mucha fricción.
Es por eso que los casos de agresiones a árbitras aumentaron con el correr de los años a medida que las mujeres ganaron terreno en el verde césped. El 29 de septiembre de 2018, Agustina Faundez oficiaba de asistente en un partido en la Liga Neuquina de Fútbol entre Villa Iris y Unión Vecinal. Ese día estalló un altercado, que se inició cuando un defensor y el entrenador del elenco visitante, hermanos entre sí, se acercaron a increparla al finalizar el encuentro. Emiliano Doglioli, el central, vociferó la antiquísima frase “andá a lavar los platos”. El Tribunal de Disciplina decidió actuar rápidamente y lo suspendió por 10 fechas. “Da tristeza porque una nunca espera que un hombre te trate así, espera que haya límites. No les importó nada a ellos. Duele también porque una se insertó en el fútbol como otras tantas compañeras. Que pasen estas cosas en estos tiempos es retroceder mucho. Había mujeres que estaban del otro lado del alambrado que me insultaron y me mandaron a lavar los platos”, lamentó Faundez.
Con el correr de los años, las agresiones crecieron en tono y volumen. El 16 de julio de 2022, Claypole y Banfield se enfrentaban por la Primera B del fútbol femenino. María Estefanía Pinto, colegiada del encuentro, fue agredida en las inmediaciones de la cancha por un familiar de una de las jugadoras del Tambero. Luego, fue a hacer la denuncia en la Comisaría 6ta de Almirante Brown junto a Javier Gómez, presidente de la institución local. El caso trascendió de tal manera que hasta Federico Beligoy, secretario general de la Asociación Argentina de Árbitros, expresó su repudio en las redes sociales.
María Estefanía Pinto, la jueza agredida en Claypole frente a Banfield.
El último, y tal vez el más importante, se dio en el partido de Reserva entre Independencia y Garmense, en la Liga de Tres Arroyos en la provincia de Buenos Aires. Dalma Cortadi, la jueza principal, recibió un golpe en la nuca por parte de Cristian Tirone, jugador del conjunto visitante, a raíz de una simple infracción en contra de su equipo. Con el pasar de los minutos, el acto comenzó a intensificarse porque ningún futbolista, sin distinción de camisetas, intentó defenderla. El jugador acusado fue alojado en la comisaría unas horas. Posteriormente, fue liberado por orden judicial y sufrió la desvinculación de su club y una suspensión de por vida. “Cuando recibí el golpe, caí y a partir de ahí perdí el conocimiento. Si bien me levanté, no sé qué pasó porque estaba mareada. Después de la atención que recibí en el hospital pude hacer la denuncia penal, porque esto va a ir más allá de una agresión en el fútbol”, declaró Cortadi.
La realidad del fútbol argentino sobrepasa los límites de la violencia e involucra a ambos géneros. Ante la aparición progresiva de mujeres en este deporte, los casos de violencia seguirán en aumento hasta que surja un cambio drástico en la mentalidad de la sociedad.