martes, diciembre 3, 2024

La increíble historia de José Leonardo Mariño, el atleta paralímpico campeón en tenis de mesa y lanzamiento de bala

Por Brandon Juarez y Marcos Rados

“Nos tiramos, bueno, fui más rápido yo y me tiré. Y caí muy mal porque el río estaba medio congelado y la ruta no estaba alumbrada. Era una noche, el 2 de julio de 1966. Mi amigo salió a buscarme. Éramos cinco, pero solo uno fue, los otros tres me dejaron un poquito más a las manos de Dios. Pero este muchacho entró en el río porque se enteró que me había golpeado. Me entró a buscar, no me encontraba y estaba parado arriba mío. Eso me salvó la vida, me empujó toda la sangre que tenía en las vértebras para que no me ahogase, por lo que me salvó al pararse encima mío. El accidente me produjo una cuadriplejia”.

Un tema que superó José Leonardo Mariño, dos veces campeón parapanamericano en tenis de mesa, y esto se demuestra fácilmente ya que responde sin ser consultado por el accidente que lo dejó en silla de ruedas. Su hogar está adaptado para él y su esposa, Marta Ana Makishi, quien padece la misma discapacidad, y también fue atleta a nivel de disputar Juegos Paralímpicos. Hay diversos artefactos provenientes de Japón, lo que se debe a la nacionalidad de su pareja. La forma de hablar se ve acompañada con gestos de su mano derecha, donde posee el control para poder moverse.

La primera pregunta estuvo estrechamente relacionada al accidente. Una consulta que parece tener una respuesta obvia. El exatleta recuerda su perspectiva respecto al tema: “Era muy joven, y la muerte me daba mucho miedo. Pensé que me iba a morir, me aterraba. En ese momento les pedí a mis amigos que me curaran las hemorragias, lo cual fue un instinto de supervivencia que tenemos todos los seres humanos”. Concluye la contestación, risa mediante, tras rememorar que incluso los médicos le taparon la cara con una sábana, por lo que tuvo que gritar que “aún seguía vivo”.

— ¿Cómo fue la rehabilitación?

— Para el ser humano, la lesión que tuve yo es la más dolorosa de todas. Estuve desde 1966 hasta 1969 en el hospital Churruca, ya que soy hijo de policías, y de ahí fui trasladado al Servicio Nacional de Rehabilitación, el cual ya no tiene ese nombre hoy en día.

— ¿Cómo es aceptar la silla de ruedas?

— Es muy difícil. Es muy difícil asumir la silla de ruedas. Hoy está más idealizado y normalizado lo de empujar y toda la cosa, pero uno debe tomarla, aceptarla y decir: ‘Este es mi mecanismo de traslado a partir de ahora en mi vida’. Fue una decisión de vida.

Mariño retomó su amor por el deporte –antes jugaba al básquet– luego del accidente que cambió su vida. Esta vez, en las disciplinas adaptadas. Experimentó la práctica de deportes como natación, lanzamiento de bala y tenis de mesa, donde obtuvo múltiples medallas e incluso llegó a disputar tres ediciones de los Juegos Paralímpicos: Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sídney 2000.

La práctica de estos deportes adaptados se debe en parte a su esposa, quien lo inspiró a hacerlo cuando fue vista por él jugando al básquet en el Club Atalaya. Hoy, con ella a su lado, recuerda que en su momento le dijo a un amigo suyo: “Esa chica de ahí va a ser mi prometida”. En tono jocoso cae en la cuenta de que fue durante su “época hippie” y que las mujeres se le “echaban encima por ser el diferente del lugar” debido a su aspecto.

Junto a su esposa, Mariño es una persona que asiste frecuentemente al Ce.Di.Ma. (Centro de Discapacitados de La Matanza). Lugar que preside desde hace más de cuarenta años. Este lugar previamente tenía el nombre de CEMEFIR Club, pero en 1986 debió cambiar su nombre por problemas burocráticos con aquel ente. El actual centro fue fundado por seis mujeres deportivas, y solía ser una mutual de profesores de Educación Física. Allí se organizan competiciones deportivas y eventos musicales.

Mariño fue el encargado de organizar conciertos con artistas de la talla de Fito Páez, un joven León Gieco, Juan Carlos Baglietto y Luis Alberto Spinetta, a quien el exatleta considera que fue su amigo, que le dedicó la canción “Suspensión” en un show del cine que existía en Isidro Casanova durante la década de los 70’.

La entrevista comienza poco antes de que la familia Mariño termine de almorzar. Todos los platos en la mesa son vegetarianos. Debido a esto, el exdeportista es consultado por si esa elección se debió en primera instancia al rendimiento deportivo, a lo cual responde que no: “Se debió a un ‘maestro espiritual’ y a un libro en el que leí el motivo por el cual no se debe comer carne, que me impactó un montón. Eso hizo carne en mí, y hace 30 años que ni Oba (NdeR: abuela en japonés) ni yo comemos animales”.

La última vez que Mariño consumió carnes fue durante los Juegos Paralímpicos de Barcelona 1992, donde la única que comían era pescado. Debido a su carrera deportiva, él viajó por varias de las ciudades y muchos de los países más importantes del mundo, de aquí que haya conocido diversas culturas gastronómicas que también lo ayudaron a que la transición al vegetarianismo fuera más sencilla.

En cuanto a lo atractivo que puede llegar a ser visitar distintos lugares, el entrevistado sentencia que, si bien es el sueño de mucha gente, ese espíritu lo tienen los que no viajaron demasiado: “Cuando conociste las grandes ciudades, comiste toda la comida que se te ocurriera, es mucho más difícil querer seguir viajando que cuando saliste en pocas oportunidades de tu país”.

Trayectoria deportiva

Mariño disputó tres Juegos Paralímpicos, todos en la disciplina de tenis de mesa adaptado. Al ser consultado por cuál es su favorito, él aseguró que “sin dudas” elige Barcelona 1992 porque fue a disputarlo junto a su esposa. En esos Juegos participó en tres modalidades dentro de su deporte predilecto.

Los otros dos Juegos fueron Atlanta 1996 y Sídney 2000. En el de Estados Unidos jugó siete partidos en tres categorías diferentes, mientras que en el de Australia, a los 52 años de edad, solamente pudo jugar cuatro encuentros: dos en solitario y dos en dobles.

A nivel Parapanamericano participó en diversos Juegos a lo largo de sus 42 años de carrera deportiva, con Buenos Aires 1969 como debut. Se retiró de este evento polideportivo en Guadalajara 2011. Sus máximos logros son: una medalla de oro en singles en Río de Janeiro 1978 y otra medalla de oro en Buenos Aires 2000 pocos meses después de Sidney.

Tuvo dos retiros deportivos: el primero, en los Juegos Parapanamericanos de Río de Janeiro 2007, que abandonó producto de la muerte de su amigo Carlos Maslup en plenos Juegos, con quien había compartido varias competiciones. Mariño afirmó que la presión había aumentado y que jugaba al tenis de mesa simplemente por diversión. El segundo y definitivo retiro ocurrió en Guadalajara 2011. Previo a eso ganó una medalla de bronce en Venezuela 2009.

— ¿Cuál es la medalla que más te enorgullece?

— Yo no le di el valor a los premios metálicos. No sé si es bueno o malo. De hecho, no me quedó ninguna en mi casa. La más importante es la que gané en Aylesbury, Inglaterra. Hago referencia a la medalla de oro en lanzamiento de bala en el año 1975. Me pareció la más grande y, como ya se la había prometido al doctor que me curó el cuello, se la di… y al entregársela por ahí perdieron el valor todas las demás.

— ¿El gobierno les da importancia a los deportes adaptados?

— El gobierno sí les da importancia, y en los últimos 10 años se hizo mucho más por el deporte adaptado que en años anteriores. Los que no se dan importancia son los deportistas, porque no hacen valer sus derechos. Yo estoy en un lugar que se llama Comité Paraolímpico, donde obviamente hago lo posible para unir a los deportistas. Hoy son menos las exigencias. Antes nos daban todas las comidas en el CeNARD. En cambio, ahora agarran la cantidad y la calidad que les den sin reclamar. Y si no le dan nada, igual. Al Estado hay que estar exigiéndole siempre. O sea, los deportistas ahora no exigen tanto como antes.

Documental

En su computadora se pueden apreciar algunas imágenes, además de un programa de presentación con noventa y seis diapositivas que hacen alusión al documental que está elaborando, el cual posee el nombre de “Los rengos con pelota”. Mariño las muestra con detenimiento y las narra con un tono didáctico.

— ¿De qué trata el documental?

— El documental se llama “Los rengos con pelota: ¿hay vida antes de la muerte?”. Se trata de algo muy simple, la discriminación que sufre la gente con discapacidad, todos los que alguna vez jugamos con una pelotita de tenis o básquet y eso refleja mi realidad, lo que pienso y lo que voy a ser y hacer. Empecé a armarlo desde 2015 o 2016, durará cuatro horas y el inicio se filmará en Aylesbury (lugar en el que obtuvo su medalla favorita), un pueblo cerca de Londres, hasta su cierre en Isidro Casanova, La Matanza, lugar en el que vivo.

— ¿Quién es y cómo piensa José Leonardo Mariño hoy en día?

— Soy un ser maravilloso, como todos los seres humanos. Creo que estamos viviendo el mejor de los tiempos ahora, en cuanto a que nosotros hemos decidido venir a está época. Pero bueno, ahora me hubiese gustado tener la edad que tenía en los 2000 para jugar con mi nieto y mi nieta al deporte que más amo y disfruté durante toda mi vida: el tenis de mesa.

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