Por Jeremías Sosena
Zaire llegó a la Copa del Mundo de 1974 con ilusión. Los zaireños habían superado con éxito la fase clasificatoria y obtuvieron la única plaza para las selecciones africanas que se otorgaba en ese momento después de ganar 3 a 0 a Marruecos, en el último partido del grupo. Los Leopardos también se habían consagrado campeones de la Copa Africana de Naciones del mismo año.
Todos estos grandes logros fueron en gran parte por el militar Mobutu Sese Seko, que se hizo con la presidencia del país en 1965 tras arrebatarle el poder a Joseph Kasavubu. Entre muchas de sus reformas como cambiar el nombre del país de Congo a Zaire, Mobutu invirtió en el fútbol porque vio que era una forma de incrementar su popularidad. Permitió la profesionalización de los jugadores y dejó que regresaran varios de los que jugaban para la selección de Bélgica. También contrató dos entrenadores extranjeros: al húngaro Ferenc Csanádi que logró la Copa de África en 1968, y al yugoslavo Blagoje Vidinic que se coronó otra vez en el continente en 1974 y los clasificó para el Mundial de Alemania Federal. En pocos años, el país africano logró armar un buen equipo, con jugadores como el arquero Kazadi Mwamba, considerado uno de los mejores africanos y el delantero Malamba Ndaye, que convirtió nueve goles en la Copa África de 1974 -récord que sigue imbatible hasta hoy como máximo goleador de una edición-.
La clasificación para el Mundial fue el apogeo de ese proyecto. Mwepu Ilunga, futbolista del seleccionado, comentó mucho años después en una entrevista que el presidente regaló una casa y un Volkswagen verde a cada miembro del equipo. A pesar de no viajar a Alemania, el dictador envió a ministros de gobierno, miembros de las fuerzas armadas, curanderos y además, le prometió al entrenador Vidinić y a los 22 futbolistas que si hacían un buen papel en la Copa del Mundo, recibirían un premio económico con el que vivirían por el resto de su vida.
La selección de Zaire llegó a Alemania con un sorteo muy desfavorecido: en el grupo deberían enfrentarse a Escocia, Brasil y Yugoslavia. En el debut ante Escocia, los africanos perdieron por 2 a 0, algo esperable debido a su condición de cenicientas. Pero unos días antes de enfrentar a Yugoslavia, las condiciones cambiaron.
Los asesores del gobierno que habían viajado con el equipo le informaron al plantel que no iban a cobrar el dinero acordado por estar en la competencia. Los futbolistas empezaron una huelga secreta y decidieron no jugar el partido. Aunque finalmente se presentaron en la cancha sin muchas ganas, algo que se vio en el campo de juego porque fueron vapuleados por el contrincante: derrota 9-0 frente a Yugoslavia.
En ese partido estalló una polémica alrededor del arquero Mwamba, que fue reemplazado tras el tercer gol. Vidinic recibió amenazas de los gobernantes zaireños que estaban en Alemania para reemplazar al jugador. El técnico obedeció y no pidió explicaciones.
Furioso por la humillación, Mobutu amenazó al equipo y pronunció la siguiente frase: “Si pierden por más de tres goles, no vuelven a casa”. Y tocaba Brasil.
Zaire logró el cometido y solo perdió por 3-0 frente a la Brasil de Jairzinho y Rivelino, entre otros. Lo que más se recuerda de ese partido fue la acción de Mwepu Ilunga, que fue tomada como un acto de ignorancia y durante muchos años se pensó que los zaireños no se sabían las reglas del fútbol, pero fue un intento desesperado para salvar su vida y la de sus compañeros.
Un tiro libre al borde del área con Rivelino frente a la pelota y en la cabeza del africano solo pasaba la amenaza de su presidente. Así que actuó con locura para desorientar a su rival: salió corriendo, pateó la pelota, se hizo el distraído y generó la sorpresa en sus rivales. Al final, el truco pareció haber funcionado. El tiro libre terminó lejos del arco y el plantel de Zaire se salvó de un posible castigo.
Luego del Mundial, los jugadores regresaron a su país, con una mala reputación que los persiguió para siempre. Mobutu retiró el dinero dedicado al fútbol y lo invirtió en las instalaciones para albergar la pelea entre Muhammad Alí y George Foreman. Desde ese fatídico Mundial, Zaire no ha vuelto a participar en una Copa del Mundo.