Por Matías Zuñez
Cuántas veces se ha escuchado la frase “al campeón no se lo discute”, y más en el último tiempo. Cuántas veces aquellos que repiten aquel discurso se detienen, giran la cabeza hacia atrás y observan el camino que llevó a aquel equipo, entrenador o jugador a consagrarse. Ese recorrido que se puede o no (la mayoría de veces no) convertir en un logro, en el fútbol y en cualquier deporte, se llama proceso.
Cada vez el fútbol tiene más de causalidad que de casualidad, y no en su totalidad porque siempre tendrá eso de “dinámica de lo impensado” que bien reflejó el periodista argentino Dante Panzeri en su libro y que hace que millones de personas amen este deporte. Detrás de un campeón, y del que no ganó, hay trabajo.
Con aquél interinato que empezó el 8 de septiembre de 2018, en Los Ángeles, Estados Unidos, ante una selección de Guatemala que cayó 3 a 0, inició el ciclo o, mejor dicho, el proceso de Lionel Scaloni como entrenador de la Selección Argentina, que luego sería ratificado por el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia, hasta la Copa América de Brasil 2019.
Para llegar al título de Copa América obtenido el año pasado, en el icónico estadio Maracaná de Brasil ante el seleccionado local, el equipo de Scaloni pasó por varios nombres y apellidos, cuestionamientos a futbolistas que “no ganaron nada” y al cuerpo técnico por cómo llegó al cargo y su falta de “experiencia”, y un certamen internacional en el que perdieron en semifinales. Noventa y tres futbolistas fueron los que integraron, hasta ahora, el actual proceso de la Albiceleste.
Aquella Copa América fue el punto de inflexión para generar esa identificación con un proceso entre cuerpo técnico y jugadores, y entre equipo e hinchas. Lejos está la Argentina actual de ser la del año pasado en términos de confianza y nivel futbolístico, pero fue parte del proceso para que hoy se la considere como una de las candidatas al Mundial de Qatar de este año.
“Sentí una alegría enorme por todos. Por él (Lionel Messi) que perseveró, luchó, aguantó, esperó y triunfó, que es un mensaje contracultural, porque vivimos en la cultura de lo inmediato y Messi por no haber ganado sufrió un montón de ataques. Me dio alegría por sus compañeros que lo homenajearon, por su cuerpo técnico, por el pueblo argentino tan necesitado de poder alegrarse por algo. Entonces me sentí muy orgulloso, me sentí representado, me sentí parte, me alegré genuinamente”, manifestó el director técnico Marcelo Bielsa en una entrevista con DAZN sobre la Copa América que ganó Argentina en 2021.
Quién mejor que el Loco para hablar de un equipo que a la gente le gustaba ver y se sentía parte como aquel que clasificó al Mundial de Corea y Japón 2002 primero con 43 puntos, 12 más que el segundo (Ecuador), y perdiendo un solo encuentro ante Brasil de visitante. Quién mejor que Bielsa para hablar de perseverar, luchar, aguantar, esperar y triunfar, si él fue el primer señalado luego de volverse en primera ronda de aquel Mundial y luego apostó por continuar el proceso, y no solo dirigir a la Mayor, sino también la juvenil y obtener la primera medalla de oro en la historia de la Selección Argentina en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
El DT que sucedió a Jorge Sampaoli expresó previamente a la Copa América de 2019 que le gustaría que la gente se sienta identificada con la Selección y ejemplificó: “La Selección de Bielsa fue una que nos identificó a todos y reconocida a nivel Mundial”. Además, el técnico nacido en Pujato, Santa Fe, advirtió que el proceso debía seguir más allá de lo que suceda en la copa y explicó: “Los procesos a mediano o largo plazo son los que pagan, si un proceso por un resultado malo se corta, es donde radica el problema”.
Los finales pueden ser felices o tristes, anunciados o inesperados, tardíos o abruptos, pero no deberían opacar el trayecto y no tendrían que tener la totalidad del peso a la hora de la valoración final. La Scaloneta podrá o no bordar la tercera estrella en el escudo, pero lo que sí ya logró es concretar una renovación que era necesaria en la Selección Argentina, generar un sentido de pertenencia con los jugadores y la gente, y sentar bases sólidas para más allá de la Copa del Mundo.